Fox, el faraón
Por: Pablo Meléndez
@jpms1500
Durante el gobierno de Fox, no se llevaron a cabo obras de infraestructura que tuvieran un impacto positivo en la calidad de vida del mexicano promedio. Las pocas autopistas que se construyeron fueron rápidamente entregadas a la iniciativa privada.
La deuda externa de México ascendía a aproximadamente 162 mil millones de dólares al inicio del mandato de Fox; en 2006, la deuda externa había aumentado a alrededor de 219 mil millones de dólares, lo que representa un incremento de alrededor del 35%.
De este aumento, solo hubo unos pocos… pero muy pocos (por no decir ninguno) logros que generaron satisfacción en la población. Eso sí, oculto con diferentes programas sociales que se entregaban a conveniencia de los servidores públicos y condicionados por el voto o la militancia en su propio partido. Tales fueron los casos de los programas: oportunidades, el programa nacional de becas y el programa nacional de salud (este último programa no llegó a cubrir ni a la mitad de la población).
Fox defraudó a los mexicanos durante su mandato, una sensación que se mantuvo durante los siguientes sexenios. Ejemplos de ello son la Estela de Luz, que refleja el egocentrismo de Calderón, y el avión presidencial, que hizo creer a algunos “pseudos fifís” que tenían a un presidente de primer mundo en EPN.
En el año 2000, la gente se encontraba cansada de un dominio constante del PRI, buscaban una alternativa y la apuesta más cercana a un cambio era ofrecida por el partido de derecha, PAN, en el que apareció un carismático empresario y amigo de la industria privada, Vicente Fox, que con el slogan “YA” pudo ganar popularidad y el voto de la gente.
Sin embargo el tiempo nos ha demostrado la pésima elección que nos ofreció el partido azul y escarmentamos con creces; no sólo quedó a deber una solución con el conflicto con el EZLN, que él mismo argumentó que lo resolvería en veinticuatro horas, también fue un precedente del terrible conflicto bélico al que nos sometería su sucesor Felipe Calderón.
Durante los últimos 12 años había estado en silencio, despreocupado de las muertes, la pobreza y la violencia que sus sucesores crearon en el país; pero no pudo soportar que el presidente Andrés Manuel le retirara su millonaria pensión para destinarlo a áreas de mayor prioridad. Desde entonces ha vivido siendo un vocero de la inconformidad de la élite mexicana.
Ha utilizado en más de una ocasión la frase: “obras faraónicas”, en los proyectos de infraestructura que está realizando AMLO en su administración, las cuales no sólo no han sido absorbidas o resentidas por la población, sino que se han realizado con los excedentes que la nación se ha ahorrado de los lujos y el despilfarro que antes sólo podían disfrutar los políticos de alto nivel y sus amigos.