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El discreto encanto de la burguesía
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El discreto encanto de la burguesía

Como en el largometraje de Buñuel, donde seis fifís ven interrumpidos y alterados todos sus intentos para poder sentarse a comer juntos y disfrutar del privilegio de ser burgueses, los prianistas sufren irremediablemente los estragos de innumerables acontecimientos que les impiden mantener un comportamiento de hipocresía y simulación que tantos años estuvieron en libertad de profesar.

Uno tras otro los golpes de la nueva realidad les van cayendo encima, haciéndolos perder el control de sus emociones que se desbordan sin remedio y los hacen ver terriblemente mal, infantiloides, berrinchudos, incoherentes y ridículos hasta el límite.

Así vemos como las hordas de simpatizantes histéricos se dan gusto insultando al prójimo e inventando cuanta mentira se les ocurre, para intentar imponer una realidad alternativa inexistente que les permita soportar la verdadera, porque no son capaces de aceptarla.

Vemos también grupos desorientados de políticos que antes actuaban en bloque, correctos y rígidos, que ahora se quedaron sin su coordinador en una de las cámaras, porque tuvo que salir huyendo para evitar que lo detuvieran, después de haberse robado varios inmuebles en complicidad con el cártel inmobiliario del PAN, dejando a su bancada corriendo en círculos.

En la cámara de senadores o cámara alta, que es considerada la tribuna más importante de la República, donde sus miembros del pasado actuaban con una actitud equivalente a la de la cámara de los lords británicos, los prianistas han tocado fondo, convirtiéndola desde hace tiempo en un circo de insultos, utilizando la tribuna como si fuera un grupo de apoyo para dejar las adicciones, haciendo las catarsis más inesperadas por la vulgaridad, su falta de compostura, así como toda clase de visiones.

En esta cámara donde son minoría gracias a su lamentable desempeño en las elecciones, pretenden que la mayoría se pliegue a sus deseos y caprichos, aprobando lo que a ellos les da la gana. Como esto lógicamente no sucede, ni aquí ni en ningún otro lugar del mundo, decidieron convertirla en lo más parecido a un pequeño burdel hippie, para impedir que la mayoría continuara trabajando a fin de aprobar leyes en función del proyecto de transformación que se ha trazado en el país.

Así estos “respetables” senadores de la república que representan a la oposición, decidieron acampar en el piso del recinto, con pancartas, almohadas y cobijas, revolcándose en el suelo como gusanos con sal, organizando bailes, gritando arengas infantiles, sacándose fotos con cara de pazguatos y algunos otros desfiguros que dejan la representación de los ciudadanos que votaron por algunos de ellos, porque la mayoría son plurinominales, en el nivel más bajo y penoso de la historia moderna del país.

Afortunadamente la mayoría del senado conformada por Morena y sus aliados, se trasladó a otro recinto para continuar discutiendo y aprobando leyes, haciendo el trabajo que les corresponde y para el que les pagamos los ciudadanos. Mientras una de las senadoras del PAN se encadenó a una de las sillas de la mesa directiva en el salón del pleno, como meretriz sadomasoquista en espera de su cliente.

Así la pervertida burguesía legislativa perdió su discreto encanto, para destapar sus instintos más primarios en una bacanal motivada por su desesperación y su incompetencia, confiando en la mala memoria de los ciudadanos y en que nadie les va a pedir cuentas, pero su percepción no es congruente con la realidad y se van a llevar más sorpresas en las próximas elecciones donde se vote por senadores.

Como dijo el filósofo austriaco Ludwig Von Mises: “No hay amenaza más peligrosa para la civilización que un gobierno de incompetentes y corruptos”.

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