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ARISTEGUI X GONZALEZ
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ARISTEGUI X GONZALEZ

Enojada, pendenciera y difamadora, Carmen Aristegui, sombra inocultable de Claudio X González, se lanza en contra del presidente López Obrador, sintiendo que la fortaleza de una juventud que ya quedó muy atrás, la acompaña de nueva cuenta, después de haber recibido un reconocimiento “patito”, por parte del “Instituto Internacional de Prensa (World Press Fredom Hero), quien la califica como “Heroína Mundial de la Libertad de Prensa, por sus “reportajes sin miedo”, a pesar del “acoso gubernamental” que ha enfrentado.

Este tipo de premios que se dan entre sí los corruptos conservadores del mundo, han sido recibidos por figuras reaccionarias como Mario Vargas Llosa, Enrique Krauze y en el pasado priista, por personajes tan nefastos como el “Negro” Durazo, quien recibió un Honoris Causa por parte del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.

Al viejo y caduco periodismo de Carmen Aristegui, le inyectaron aire con ese premio, hablando de “méritos en el campo de batalla”, que hoy por hoy pocos en México le reconocen.
Carmen Aristegui, en el otoño de su carrera, ha sido uno de los botones que aprieta Claudio X González, cuando necesita que los medios de información a su servicio, activen la permanente guerra sucia en contra del presidente López Obrador.

No se puede olvidar el papel que ha jugado el portal desinformativo de Aristegui, en notas sensacionalistas y sin sustento real, en contra del hijo mayor del presidente, por una casa rentada en la Unión Americana.

O el asunto reciente de los “Guacamaya Leaks” que prometieron ser fuente inagotable de datos en contra del gobierno de la Cuarta Transformación y que terminaron siendo un simple chisme de lavadero.

Aristegui intentó posicionar la idea de que el gobierno mexicano, a través de la Secretaría de la Defensa Nacional, espiaba a respetables ciudadanos, poniendo como ejemplo a un “defensor de derechos humanos” que opera en la frontera con Estados Unidos. Pero a la “premio al valor periodístico” se le olvidó señalar que ese “luchador” ha sido acusado de trabajar para la delincuencia organizada y que tiene demandas pendientes, presentadas por otros periodistas y ciudadanos.

Lavarle la cara a Carmen Aristegui con un premio que sabrá Dios de dónde sale, para borrar las manchas de un periodismo que dejó de gustar a la gente, fue el primer paso de la oposición para relanzar a esta periodista, en una campaña frontal en contra del presidente López Obrador.

Porque Carmen Aristegui, va directo contra el primer mandatario, colocando su periodismo sesgado en favor de la ministra presidente de la Suprema Corte, Norma Piña, en el diferendo público que tienen por el asunto de la Guardia nacional.

Enojada, pendenciera y difamadora, Aristegui se convierte en la vocera oficiosa de la ministra presidenta de la Corte, al intentar convencer a la audiencia que aún le es fiel, de que la interpretación que da López Obrador a la negativa para que la Guardia Nacional pase a control del Ejército, es incorrecta.

Que la propuesta de Norma Piña para que en todo caso, se llegue a un acuerdo en “lo oscurito”, tal y como se lo propuso a la Secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, para manipular los tiempos en que esta decisión de la Corte se concrete en la realidad, no representa un acto al margen de la Ley.

No. El presidente hace una lectura equivocada de la realidad, según Aristegui, porque López Obrador se ha convertido en un personaje “enojado, pendenciero y difamador”

La “verdad” sobre este asunto, está en la interpretación que hace Aristegui sobre el actuar de la Suprema Corte, donde la limpieza y pulcritud de Norma Piña y de los ministros que votaron a favor de que se declare inconstitucional el acuerdo presidencial que pone a la Guardia Nacional en manos del ejército, queda reluciente y libre de toda sospecha que los ligue con el “Golpe Blando” que intentan los dueños del dinero en México, en contra del gobierno de la Cuarta Transformación.

No hay que criticar a la Suprema Corte y sus ministros. Ellos representan la “autonomía” y los “contrapesos” ante el “autoritarismo” de López Obrador.

Todo esto dicho en tono desafiante, tratando al presidente de incompetente, de falto de luces para entender la realidad del país y con un carácter irascible que lo conduce a la pelea y a la difamación del oponente.

Porque si Norma Piña es la verdad personificada y vestida de ministra, necesariamente las posturas del presidente y sus puntos de vista, deben ser difamación pura.
Carmen Aristegui y su periodismo, representan en el actual momento de cambio, la cara de todo lo que la mayor parte de los ciudadanos del país deseamos transformar.
Un periodismo manipulador, obediente a los intereses de quien paga, no tiene cabida en un México politizado, que va por un cambio profundo.

El hecho de estar nadando en “premios” comprados, u otorgados por organizaciones controladas por el poder económico, no da calidad periodística.
Y eso es lo que muchos mexicanos vemos en el periodismo de Carmen Aristegui

La decisión de la Suprema Corte para impedir el “blindaje” contra la corrupción en la Guardia nacional, pone en peligro a los mexicanos, si esa institución se corrompe, tal y como sucedió con la Policía Federal en manos de Genaro García Luna.

Arturo Zaldívar, exministro presidente de la Suprema Corte, pone hoy un mensaje donde afirma que es un grave error confundir la actividad que realiza la Guardia Nacional, con la que corresponde al Ejército. Aunque dependiera de la Secretaría de la Defensa Nacional, su dinámica es muy distinta al de las fuerzas armadas. No hay militarización.
La lectura que hace Aristegui, es copia fiel de la que maneja Claudio X González y el resto del desacreditado grupo opositor.

El presidente se equivoca siempre. Los opositores colocados en puestos estratégicos del Poder Judicial y organismos autónomos, jamás cometen errores.
El problema para Aristegui, Loret de Mola, Ciro Gómez, Riva Palacio y demás mensajeros del pasado, es que la gente no les cree.

Una Aristegui enojada, pendenciera y difamadora, pretende colocar estas conductas negativas en la personalidad del presidente.

Pero ¿Quién ha visto al presidente difamando?

¿Quién ha visto a un López Obrador pendenciero, al estilo de Denise Dresser, amiga inseparable de Aristegui?

¿Quién ha visto a un presidente enojado con la gente común, o por los problemas que tiene?
Su único enojo está dirigido hacia la corrupción y los corruptos.

A Carmen Aristegui la mandaron a poner esas tres etiquetas en la frente del presidente López Obrador, pero desafortunadamente para ella, no tiene estatura para alcanzar la cabeza del presidente.

Se las tendrá que regresar a Claudio X González, que verá una vez más su fracaso, al comprobar que la compra del premio otorgado a Carmen, sirvió para dos cosas.
A ese gallo no le arrancaron ni una pluma.

Malthus Gamba

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