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PATEAR CORCHOLATAS, JUEGO DE MODA
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PATEAR CORCHOLATAS, JUEGO DE MODA

Según cuentan personas mayores, uno de los juegos preferidos por los niños del pasado, mismos que hoy son padres o abuelos, era el de “patear el bote”.

Caminar solo o en compañía de los amigos, pateando una lata o bote vacío. Era divertido sortear obstáculos, hacer que la lata hiciera piruetas de todo tipo, patada tras patada y dejarla al final en la vía pública. Solo que a buena distancia de donde había iniciado el juego.

Patear el bote es un juego que, en tiempos de los video juegos y las plataformas digitales, poco se practica, aunque se niega a desaparecer del todo.
En política, los juegos que se practican para deshacerse de los competidores y rivales que aspiran a ocupar los espacios disponibles, implican una variante del juego de “patear”.

En tiempos electorales, patear al rival se pone de moda y no solo el político, sino también su grupo de respaldo, sus simpatizantes y los periodistas que le son afines, se lanzan en guerra abierta en contra de quienes pretenden ocupar el espacio que es pretendido por “su” político.

Los tiempos electorales dentro de la Cuarta Transformación, no son los mismos que operaban en el pasado inmediato. Falta bastante para la sucesión presidencial y ya se ve movimiento intenso en favor y en contra de los aspirantes a suceder al presidente López Obrador, a partir del 2024.

Todo esto ocurre al interior de Morena, pues es más que seguro que de los tres perfiles que han sido señalados por el primer mandatario, como posibles candidatos de Morena para la elección presidencial, salga quien gobierne al país en el próximo sexenio.

Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López, son las tres “corcholatas” que aspiran a la presidencia.

Sus historias y trayectorias políticas son diferentes, pero tienen un rasgo en común que los coloca por encima de cualquier otro competidor con aspiraciones.

Gozan de la confianza del presidente López Obrador. Y eso lo ha recalcado el primer mandatario desde que los consideró como funcionarios públicos capaces de conducir al país, con certidumbre y lealtad al Proyecto Nacional que actualmente se construye.
Hay por tanto tres “corcholatas” a la vista de todos, ya encaminadas a conseguir suceder al presidente en poco menos de dos años.

Y siendo visibles a todos, es natural que los ataques a uno y a otros, se den diariamente en el ámbito político, medios de comunicación y redes sociales.
Los motivos son diferentes, pero las agresiones de todo tipo, ocurren de manera permanente.

Comencemos por la oposición.

La gente de Claudio X González no tiene proyecto nacional. No tiene candidatos que muevan a la gente a votar por ellos. No tiene credibilidad. Y no tiene posibilidades de triunfo, dado todo lo anterior.

Así que su estrategia actual, es intentar ensuciar a las “corcholatas” de Morena, para restarles respaldo social y en una de esas, conseguir un triunfo que se antoja imposible.

Así es que uno de los espectáculos que vemos diariamente en la prensa y medios nacional
es, es intentar manchar a Claudia, a Marcelo y a Adán Augusto, de la forma que sea.
Claudia es la culpable de las fallas en el Metro de la Ciudad de México. Adán Augusto y Marcelo Ebrard, son responsables de la tragedia ocurrida a migrantes, en una zona de detención ubicada en Chihuahua y deben por tanto comparecer ante el Senado, para que ahí Lilly Téllez, Xóchitl Gálvez, Kenia López Rabadán, Emilio Álvarez Icaza, Germán Martínez Cázares y otros opositores, intenten acribillarlos con interpretaciones y datos falsos, ante las cámaras de los medios de comunicación masivos.
Patear “corcholatas” hasta hartarse.

Lástima que los tres precandidatos de Morena, no les hacen caso.

Sigamos con los medios de comunicación afines a la Cuarta Transformación.
Hay periodistas sumados a la campaña no oficial, en favor de alguna de las “corcholatas” y eso está bien.

Lo malo sucede cuando en su intento por quedar bien con el aspirante que han elegido, atacan sin reparo y sin respeto alguno, a las otras dos “corcholatas”.

Hace unos días, Federico Arreola publica en su portal noticioso y en su cuenta de Twitter, una “información”, en el sentido de que Marcelo Ebrard “había abusado de un niña”. Así lo publicó.

En el texto de la nota, refiere que ese abuso se debe a que Ebrard postea un mensaje, en el que se ve la imagen de una niña hojeando el libro que el canciller acaba de publicar. Ése es el abuso al que se refiere Federico Arreola.

Otro periodista menor que publica en redes sociales, señala que Ebrard fue opacado en la reunión de seguridad celebrada en suelo estadounidense, por la Secretaria de Seguridad, señalando que Ebrard siempre intenta ser “la figura” en todo evento internacional.

Como si esa reunión, en lugar de tratar temas importantes para ambas naciones, se hubiera convertido en la pasarela donde compiten “modelos” que lucen sus galas, sonrisas y discursos vacíos.

A Claudia Sheinbaum la golpean porque Rosalía estará en el zócalo de la Ciudad de México y esto no lo hacen únicamente los medios reaccionarios. Recibe ataque del periodismo que apoya a otras “corcholatas”.

Todos estos periodistas buscan “chayote” desde ahora, mostrando un servilismo que repugna. Tienen la misma formación que su contraparte opositora. Van por el dinero, más que por promover a un buen candidato presidencial. Se acercan a dónde huelen dinero a futuro y eso es deplorable. Son nuevos ejemplares de la prensa “chayotera”, que espera vivir en adelante, del dinero público.

Patean a las “corcholatas” que les estorban.

En las redes sociales hay una batalla campal de “todos contra todos”, en lo que respecta a la línea dura de la izquierda.

Entre los extremistas que apoyan a las tres “corcholatas”.

Se miente con total descaro, para ensuciar la imagen de las dos “corcholatas” que le compiten a la de nuestra preferencia. Se calumnia. Se tergiversa la información. Se escarba en el pasado, buscando suciedad que arrojar al rostro de los otros aspirantes.
Los insultos y la vulgaridad abundan en este sector de la izquierda, que está demostrando tener el mismo perfil que cualquier hater de derecha.

Son odiadores de los mismos compañeros de causa, a los que hasta hace poco aplaudían. Ponen por encima a su “corcholata”, sin importar si dañan al proyecto nacional en su conjunto.

Patear “corcholatas” se les da muy bien.

Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto, están viviendo una etapa inédita en lo que corresponde a las formas que determinarán la sucesión presidencial.

El triunfo de Morena en 2024 es seguro. Ése no es el problema.

La dificultad está en la manera que elegirá el nuevo presidente, para llegar al poder.
¿Sabrá sortear la andanada de fuego opositor, que busca destruirlo?

¿Se respaldará en el periodismo viejo y nuevo que busca revivir el corrupto ritual del “chayote”, o preferirá no crear esos vínculos de complicidad?

¿Podrá librarse de aduladores y personajes serviles que hoy se muestran decididos a respaldar su candidatura, pero que como bien ha dicho el presidente López Obrador, son los primeros en traicionar, cuando su petición de privilegios, o su factura por servicios prestados no son atendidas?

Patear “corcholatas” es un juego que estará de moda un buen tiempo.
Al menos, hasta que conozcamos la identidad del candidato a la presidencia por Morena.
Y esa decisión no está en manos de los opositores, de la prensa servil y sucia, ni de los extremistas de izquierda.

Esa decisión es del Pueblo, al que nadie engaña.

Un Pueblo que está por encima de mezquindades y que entiende que lo importante a futuro, es mantener vivo el Proyecto de Nación que hoy construimos al lado del presidente López Obrador.

Ése es su legado y nuestra herencia.

Malthus Gamba

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