ENRIQUE KRAUZE, EL INTELECTUAL DEL ODIO
Columnas,
12 abril, 2023
6 min de lectura
Comencemos señalando que Enrique Krauze nunca hubiera destacado públicamente, si el Premio Nobel de Literatura mexicano, Octavio Paz, no le hubiera conferido el honor de cargar su portafolio y ser su mandadero estrella por años.
Krauze sin el padrinazgo de Paz, jamás hubiera pasado de ser la “cucaracha ambiciosa” que adivino en él, el otro verdadero intelectual mexicano, Carlos Fuentes.
Fuentes no se equivocó. Al final, Enrique Krauze demostraría con claridad de que cobre está hecho y traicionaría a su maestro y protector.
A Enrique Krauze se le identifica como uno de los agentes mexicanos que trabajan para agencias estadounidenses, en favor de intereses políticos y económicos ajenos a las necesidades mexicanas. Así lo ha descrito el doctor Alfredo Jalife Rahme desde hace tiempo.
Es quien en verdad dirige a la oposición proclive al entreguismo nacional, de acuerdo a la agenda que marca el gobierno norteamericano.
Recibe recursos financieros en buena cantidad, para operar proyectos que den solidez al interés que conviene al vecino del norte.
Krauze es ingeniero de carrera. Lo de “historiador” le viene a edad tardía. Su carrera en esta disciplina tiene mucho que ver con el prestigio alcanzado por la revista Vuelta, durante el tiempo en que la misma fue manejada por Octavio Paz.
Ahí se da a conocer con trabajos menores, hasta que Televisa, que creará más adelante un presidente de cartón llamado Enrique Peña Nieto, le brinda el espacio indispensable para que sus documentales históricos, con muchas fallas conceptuales y evidente manipulación de los hechos reales, se hacen medianamente populares.
Krauze tiene acceso abierto al acervo fílmico del periodo revolucionario y al que corresponde a los gobiernos priistas y panistas subsecuentes. Sus contactos y complicidades con los gobernantes del pasado reciente, le otorgan esa ventaja.
Disponiendo de ese material, hay poco mérito en armar videos, publicar libros y revistas, donde abundan las imágenes gráficas del periodo histórico que se trata.
En realidad, el aporte de Enrique Krauze al trabajo que desarrolla la historiografía nacional, ha sido pobre y de mala calidad.
Ha intentado sin éxito, imponer la visión histórica del conservadurismo en primera instancia y del neoliberalismo como fuerza transformadora del país, ocultado el lado corrupto, saqueador, violento, clasista y racista de los gobiernos inclinados hacia la derecha nacional.
Krauze ha trabajado en favor de los viejos traficantes de influencias del pasado reciente, siendo él mismo un traficante de la verdad a modo, o por consigna.
Este intelectual que ha sido señalado por sus mismos compinches, de ser el orquestador de la llamada “Operación Berlín”, que tenía la finalidad de impedir por cualquier medio, la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México, escribe un artículo para el Washington Post, donde afirma que las críticas y réplicas a notas periodísticas que hace el presidente López Obrador, pueden terminar en atentados que priven de la vida a personajes de la oposición, al ser malinterpretadas por un Pueblo al que él considera inculto, fanatizado, violento, ignorante y mentalmente insano.
Enrique Krauze nunca ha pisado el salón donde de lunes a viernes, se desarrolla la conferencia del presidente López Obrador. Sin embargo, dice que ahí no asisten periodistas profesionales, aunque por ahí han desfilado Jorge Ramos, Denise Dresser, Julio Hernández, Alberto Peláez que viene de España, reporteros que diario manda Claudio X González, El Reforma, El Financiero, Milenio, El Sol de México y varios medios informativos más, de corte reaccionario.
Miente con total descaro al señalar que se “siembran” preguntas “a modo” para que el presidente López Obrador luzca en sus respuestas. Pero en realidad, ningún reportero o periodista reaccionario, ha dado cuenta de una manipulación de este tipo en la conferencia diaria.
Por el contrario. Los representantes de la prensa vendida, tienen el micrófono en sus manos en toda mañanera. De ahí las arrastradas que reciben del presidente, al quedar evidenciadas sus mentiras.
Como el intelectual de segunda que siempre ha sido Enrique Krauze, mete en su nota en contra del presidente López Obrador, un episodio histórico que data del siglo XII y que se relaciona con el reinado de Enrique II de Inglaterra.
Nos cuenta que el rey estaba molesto con el obispo de Canterbury, Thomas Becket, porque éste había excomulgado a varios de sus “leales” obispos. El rey exclama en alguna ocasión: “¿Nadie me librará de este molesto sacerdote?” y poco después es asesinado el arzobispo.
Este episodio metido con calzador en su nota, es utilizado como referencia para acusar al presidente López Obrador, de usar el mismo recurso utilizado por el rey, en las conferencias mañaneras. Hacer un velado llamado, para acabar con la vida de los opositores.
Krauze es un manipular de la historia y no un historiador serio.
Lo que no dice en su escrito, es que Thomas Becket fue canciller y amigo del rey, antes de desatarse el conflicto entre ambos. Se llevaban muy bien.
Algo así como lo que sucedió con el mismo Krauze, antes de que traicionara a Octavio Paz.
La historia que cuenta, nada tiene que ver con el discurso del presidente en las conferencias mañaneras. López Obrador jamás ha realizado un llamado, no digamos para agredir, ni siquiera para molestar a un opositor.
Decirles mentirosos a los periodistas que lo son, no es violencia. Menos cuando las palabras del presidente, van acompañadas de las pruebas que desenmascaran las calumnias y mentiras de quienes falsean la realidad.
Hablar de una guerra sucia y desinformativa en todos los medios de comunicación controlados por la oposición, no es agredir a quienes trabajan en esos espacios y ponen en circulación tanta mentira diaria.
Agresiva, traicionara y sucia, fue la Operación Berlín, donde participaron intelectuales ligados a las revistas Vuelta y Nexos. Todos bajo las órdenes de Krauze.
Violento el intelectual y pesudohistoriador del calibre de Enrique Krauze, Francisco Martín Moreno, que habló públicamente de “quemar vivos” en el zócalo, a todos los morenistas.
Violenta Guadalupe Loaeza, que con un cuchillo apuñaló una piñata de Donal Trump en una fiesta.
Agresivo Ricardo Alemán, periodista reaccionario al que le suspendieron la cuenta en Twitter, por haber respaldado un llamado para asesinar al presidente López Obrador.
¿Dónde está la violencia entonces?
Thomas de Quincey escribió un libro que en su traducción al español, se vendió como “Del asesinato, considerado como una de las Bellas Artes”
En ese libro da cuenta de crímenes con características especiales, que los colocan en una situación diferente al de cualquier otro delito.
Para Enrique Krauze, toda la violencia que despliega a diario la oposición, tiene un saber “exquisito”, “refinado”, de “buen gusto” que debe valorase en forma especial. Son acciones próximas a las “Bellas Artes”, como dijera de Quincey.
Por el contrario, cualquier crítica salida de la conferencia mañanera, es un acto vil, vulgar, violento y criminal por naturaleza.
Enrique Krauze representa en todo a quienes forman parte de la dirigencia opositora.
Una embarrada de cultura que les sirve de poco. Un sentido de superioridad que solo es compartido por el resto de los insignificantes opositores. Un desprecio por todo lo que nace de movimientos sociales auténticos.
Y una ambición de poder y riqueza desmedida, que destruye todo a su paso, con tal de mantener privilegios de clase.
Ambiciosos como las cucarachas todos ellos.
Que buen ojo tenía Carlos Fuentes.
Malthus Gamba
Krauze sin el padrinazgo de Paz, jamás hubiera pasado de ser la “cucaracha ambiciosa” que adivino en él, el otro verdadero intelectual mexicano, Carlos Fuentes.
Fuentes no se equivocó. Al final, Enrique Krauze demostraría con claridad de que cobre está hecho y traicionaría a su maestro y protector.
A Enrique Krauze se le identifica como uno de los agentes mexicanos que trabajan para agencias estadounidenses, en favor de intereses políticos y económicos ajenos a las necesidades mexicanas. Así lo ha descrito el doctor Alfredo Jalife Rahme desde hace tiempo.
Es quien en verdad dirige a la oposición proclive al entreguismo nacional, de acuerdo a la agenda que marca el gobierno norteamericano.
Recibe recursos financieros en buena cantidad, para operar proyectos que den solidez al interés que conviene al vecino del norte.
Krauze es ingeniero de carrera. Lo de “historiador” le viene a edad tardía. Su carrera en esta disciplina tiene mucho que ver con el prestigio alcanzado por la revista Vuelta, durante el tiempo en que la misma fue manejada por Octavio Paz.
Ahí se da a conocer con trabajos menores, hasta que Televisa, que creará más adelante un presidente de cartón llamado Enrique Peña Nieto, le brinda el espacio indispensable para que sus documentales históricos, con muchas fallas conceptuales y evidente manipulación de los hechos reales, se hacen medianamente populares.
Krauze tiene acceso abierto al acervo fílmico del periodo revolucionario y al que corresponde a los gobiernos priistas y panistas subsecuentes. Sus contactos y complicidades con los gobernantes del pasado reciente, le otorgan esa ventaja.
Disponiendo de ese material, hay poco mérito en armar videos, publicar libros y revistas, donde abundan las imágenes gráficas del periodo histórico que se trata.
En realidad, el aporte de Enrique Krauze al trabajo que desarrolla la historiografía nacional, ha sido pobre y de mala calidad.
Ha intentado sin éxito, imponer la visión histórica del conservadurismo en primera instancia y del neoliberalismo como fuerza transformadora del país, ocultado el lado corrupto, saqueador, violento, clasista y racista de los gobiernos inclinados hacia la derecha nacional.
Krauze ha trabajado en favor de los viejos traficantes de influencias del pasado reciente, siendo él mismo un traficante de la verdad a modo, o por consigna.
Este intelectual que ha sido señalado por sus mismos compinches, de ser el orquestador de la llamada “Operación Berlín”, que tenía la finalidad de impedir por cualquier medio, la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México, escribe un artículo para el Washington Post, donde afirma que las críticas y réplicas a notas periodísticas que hace el presidente López Obrador, pueden terminar en atentados que priven de la vida a personajes de la oposición, al ser malinterpretadas por un Pueblo al que él considera inculto, fanatizado, violento, ignorante y mentalmente insano.
Enrique Krauze nunca ha pisado el salón donde de lunes a viernes, se desarrolla la conferencia del presidente López Obrador. Sin embargo, dice que ahí no asisten periodistas profesionales, aunque por ahí han desfilado Jorge Ramos, Denise Dresser, Julio Hernández, Alberto Peláez que viene de España, reporteros que diario manda Claudio X González, El Reforma, El Financiero, Milenio, El Sol de México y varios medios informativos más, de corte reaccionario.
Miente con total descaro al señalar que se “siembran” preguntas “a modo” para que el presidente López Obrador luzca en sus respuestas. Pero en realidad, ningún reportero o periodista reaccionario, ha dado cuenta de una manipulación de este tipo en la conferencia diaria.
Por el contrario. Los representantes de la prensa vendida, tienen el micrófono en sus manos en toda mañanera. De ahí las arrastradas que reciben del presidente, al quedar evidenciadas sus mentiras.
Como el intelectual de segunda que siempre ha sido Enrique Krauze, mete en su nota en contra del presidente López Obrador, un episodio histórico que data del siglo XII y que se relaciona con el reinado de Enrique II de Inglaterra.
Nos cuenta que el rey estaba molesto con el obispo de Canterbury, Thomas Becket, porque éste había excomulgado a varios de sus “leales” obispos. El rey exclama en alguna ocasión: “¿Nadie me librará de este molesto sacerdote?” y poco después es asesinado el arzobispo.
Este episodio metido con calzador en su nota, es utilizado como referencia para acusar al presidente López Obrador, de usar el mismo recurso utilizado por el rey, en las conferencias mañaneras. Hacer un velado llamado, para acabar con la vida de los opositores.
Krauze es un manipular de la historia y no un historiador serio.
Lo que no dice en su escrito, es que Thomas Becket fue canciller y amigo del rey, antes de desatarse el conflicto entre ambos. Se llevaban muy bien.
Algo así como lo que sucedió con el mismo Krauze, antes de que traicionara a Octavio Paz.
La historia que cuenta, nada tiene que ver con el discurso del presidente en las conferencias mañaneras. López Obrador jamás ha realizado un llamado, no digamos para agredir, ni siquiera para molestar a un opositor.
Decirles mentirosos a los periodistas que lo son, no es violencia. Menos cuando las palabras del presidente, van acompañadas de las pruebas que desenmascaran las calumnias y mentiras de quienes falsean la realidad.
Hablar de una guerra sucia y desinformativa en todos los medios de comunicación controlados por la oposición, no es agredir a quienes trabajan en esos espacios y ponen en circulación tanta mentira diaria.
Agresiva, traicionara y sucia, fue la Operación Berlín, donde participaron intelectuales ligados a las revistas Vuelta y Nexos. Todos bajo las órdenes de Krauze.
Violento el intelectual y pesudohistoriador del calibre de Enrique Krauze, Francisco Martín Moreno, que habló públicamente de “quemar vivos” en el zócalo, a todos los morenistas.
Violenta Guadalupe Loaeza, que con un cuchillo apuñaló una piñata de Donal Trump en una fiesta.
Agresivo Ricardo Alemán, periodista reaccionario al que le suspendieron la cuenta en Twitter, por haber respaldado un llamado para asesinar al presidente López Obrador.
¿Dónde está la violencia entonces?
Thomas de Quincey escribió un libro que en su traducción al español, se vendió como “Del asesinato, considerado como una de las Bellas Artes”
En ese libro da cuenta de crímenes con características especiales, que los colocan en una situación diferente al de cualquier otro delito.
Para Enrique Krauze, toda la violencia que despliega a diario la oposición, tiene un saber “exquisito”, “refinado”, de “buen gusto” que debe valorase en forma especial. Son acciones próximas a las “Bellas Artes”, como dijera de Quincey.
Por el contrario, cualquier crítica salida de la conferencia mañanera, es un acto vil, vulgar, violento y criminal por naturaleza.
Enrique Krauze representa en todo a quienes forman parte de la dirigencia opositora.
Una embarrada de cultura que les sirve de poco. Un sentido de superioridad que solo es compartido por el resto de los insignificantes opositores. Un desprecio por todo lo que nace de movimientos sociales auténticos.
Y una ambición de poder y riqueza desmedida, que destruye todo a su paso, con tal de mantener privilegios de clase.
Ambiciosos como las cucarachas todos ellos.
Que buen ojo tenía Carlos Fuentes.
Malthus Gamba
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