El sexenio del empleo
Cómo olvidar cuando Calderón adoptó aquel eslogan con el que se autonombraba “el presidente del empleo”, mientras se asociaba con la delincuencia organizada junto con su cómplice Genaro García Luna, acumulando una multimillonaria fortuna y tiñiendo de rojo el territorio nacional.
La realidad es que este criminal sí cumplió su promesa, convirtiéndose en el presidente del empleo para los narcotraficantes y todo tipo de delincuentes. El número de personas contratadas en esa “industria” durante su sexenio creció en forma exponencial y se mantuvo en auge hasta hace unos 3 años, cuando la estrategia de combate a la inseguridad implementada por el actual gobierno, comenzó a disminuir los índices de robo y violencia en todo el país, a pesar de la resistencia que presentan ciertas zonas donde el problema tiene raíces profundas.
Sin embargo durante este sexenio, sin que nuestro mandatario pretenda ostentarse como el presidente del empleo, se han creado la mayor cantidad de plazas de trabajo en la historia, a pesar del desastre que significó la pandemia para el mercado laboral, cuando prácticamente se cerró la economía a lo largo de casi dos años.
Cuando inició este gobierno, la población económicamente activa, es decir, los mexicanos aptos y en edad de trabajar, era de poco más de 55 millones; de este universo casi 52 millones tenían un trabajo remunerado, mientras el 3.7% de ellos estaban desocupados.
Cuatro años después, la población económicamente activa es de un poco más de 60 millones de habitantes, de los cuales 58.4 millones de mexicanos tienen un trabajo remunerado y solo 2.9% de ellos están desocupados. Es decir que en 4 años, de los cuales la economía estuvo prácticamente cerrada durante poco más de año y medio, se han logrado crear 3 millones de empleos remunerados.
Para tener una idea comparativa, cuando empezó el sexenio de Calderón la población económicamente activa era de alrededor de 40 millones de mexicanos y tenían trabajo sólo 38 millones y medio, con el 3.5% del total desocupados; cuando terminó su fatídico periodo, la población sin empleo era equivalente al 5.3% del total.
Con Peña Nieto en su mejor momento, la tasa de desocupación de la población económicamente activa, llego a bajar hasta el 3.7% y hoy a pesar del crecimiento de esta población, la tasa de desocupados en de 2.9%, la más baja que se registra desde 2003, cuando era de 2.8%.
Para darnos una idea de lo que estamos logrando con la transformación del país, hoy la crisis inflacionaria post-pandemia que se sufre en todo el mundo, tiene ubicado a México como uno de los 5 países con la menor tasa de desempleo del planeta, sólo por arriba de Singapur, Suiza, Chequia y Dinamarca.
No faltará quien alegue que muchos de estos empleos son informales y así es, como lo son muchos de los empleos en todos los países del mundo y como también lo han sido siempre en México, pero el hecho de que más de 58 millones de mexicanos en edad de trabajar tengan un trabajo remunerado y sólo nos falten para lograr el pleno empleo un millón 600 mil más, es algo que nos debería llenar de alegría, porque a este ritmo lo podemos conseguir antes de que termine el 2024, con un presidente que convirtió los eslogans vacíos de otros sexenios, en principios y las promesas en realidades.
Como dijo el filósofo alemán Friedrich Nietzsche: “No es la fuerza, sino la perseverancia de los altos sentimientos, la que hace a los hombres superiores”.