La marcha del amor
En la opinión de Elí González
@calacuayoMX @eligonzalezhz
Las marcha del 27 de noviembre pasado, fue una marcha conmovedora, auténtica; una marcha de amor. Desde que el presidente López Obrador salió del Ángel de la Independencia y hasta llegar al Zócalo capitalino, miles de personas le gritaban muestras de amor como: “Andrés, eres un chingón”, “AMLO te amamos”, “AMLO eres el mejor presidente del mundo”, “AMLO reelígete”, entre muchas otras expresiones de cariño.
Era imposible tener una idea de cuanta gente había en la marcha, no eran ríos, eran océanos de personas gritando, “Es un honor estar con Obrador”, y miles de expresiones de amor y respeto al presidente. ¡Cuan diferente puede ser una marcha auténtica! a una marcha de odio como la que realizó la oposición el día 13 de noviembre. Ahí nadie le dedicaba palabras de cariño o amor a alguien, ahí nadie le decía a alguien “te quiero”. Ahí todo era maldecir, humillar, condenar y agredir.
Hoy sabemos que la cifra oficial de asistentes fue de 1.2 millones de personas. Por eso en esa marcha, era imposible que una persona pudiera ver el principio y el fin del contingente.
Es increíble que un presidente que hacia parte de un granito de arena, sea precisamente el centro de esa marcha, un hombre al que su pueblo lo ama incondicionalmente.
Es por eso que la derecha odia al presidente, porque ninguno de ellos es capaz de provocar tanta pasión y tanto amor. Y para aliviar su odio, la oposición y sus medios de comunicación dicen que los que estuvimos ahí, somos personas sin criterio, que no pensamos y que estuvimos ahí por “una torta y un frutsi”; que somos pobres y que no tenemos preparación alguna.
Los medios televisivos, radio, internet y columnistas tratando de desvirtuar la marcha, utilizando la bajeza que los caracteriza, la mentira vil, dicen que los que marchamos, fuimos a arreados y gente pagada, incluso, que fuimos obligados a asistir a la marcha.
Los políticos del PRIAN dicen que somos croqueteros, acarreados, indios, muertos de hambre, con primaria trunca, que vivimos de los impuestos que pagan ellos. Incluso fueron capaces de decir que la marcha del 13 de noviembre fue de los que pagan impuestos, y la del 27, fue de los que vivimos de lo que pagan ellos. Es increíble como pueden ofender a quienes necesitan que voten por ellos para no desaparecer.
La derecha y sus “intelectuales” sin ningún recato dicen que el pueblo es ignorante, que no analiza, que es fácilmente manipulable. Lo dicen sabiendo que las encuestas dicen lo contrario. Parametría demostró que los chairos de AMLO, son gente preparada, informada y con más altos estudios e ingresos que los votantes de derecha. Pero los medios de comunicación al servicio del PRIAN, quieren manipular la opinión pública, con la mentira de que las cosas son al revés.
Así como Parametría, el pueblo en la marcha demostró que contrario a lo que opinan los “intelectuales”, el pueblo piensa, razona, reflexiona, debate y se informa; el pueblo está consciente que es el protagonista de una gran transformación; por supuesto también se indigna por el racismo, la discriminación y el desprecio con el que la derecha nos ve.
La marcha del 27 de noviembre fue única y será irrepetible sin AMLO. La marcha no se centró en exigir, en lanzar consignas, la gente estaba esperando al presidente para demostrarle su apoyo y cariño. La macha fue una fiesta pro AMLO.
La primera marcha en la que participé, fue en 1991 y fue a lado del hoy presidente. Se llamó “éxodo por la democracia” y era una marcha distinta, una marcha contra el gobierno. Esta macha fue distinta, algo nunca antes visto, nunca vi a un contingente volcado en favor de un político. Nunca lo vi antes y creo que nunca más lo veré después de AMLO.
Seis horas de recorrido y el presidente en medio de la multitud. A cada paso que daba, había una multitud que quería abrazarlo, tocarlo, tomarse una foto con él, saludarlo, gritarle “presidente”, “no estás solo”, “te amlo”. La multitud lo miraba con una admiración desbordante, con una mirada de amor que envidiaría cualquiera. Y es que como México ama a su presidente, nunca más volverá a verse.
Al ver a la multitud esperándolo como cuando un enamorado espera a su amor, es cuando se comprende claramente la frase favorita del presidente: “amor con amor se paga”. Y a cada sonrisa respondía con sonrisa y lanzaba apretones de manos y abrazos y se podía notar la alegría en su rostro a pesar de su cansancio. Estoy seguro que el presidente ha de decir: ya me puedo morir tranquilo. Porque un país entero lo ama, lo cuida, lo protege con su propia vida. Yo nunca había visto a un presidente tan querido por la gente.
AMLO es el fenómeno del siglo, mucho más que rock star, mucho más que un predicador, es un héroe viviente. Y no es que yo así lo quiera decir, es que eso demostraba la gente que se conformaba con verlo, otros tenían la suerte de poder tocarlo.
Un presidente que recibe tanto amor de su pueblo, en un país donde los políticos, durante años, se han ganado el desprecio de la gente. Nadie hubiera pensado que hacer un muñeco de Calderón o de Peña Nieto sería negocio. Nadie lo hubiera comprado, o quizás sí, pero para quemarlos.
La oposición sabe que AMLO no pretende reelegirse, pero por miedo es que atacan con mentiras. Ellos saben perfectamente que AMLO es el mejor presidente que ha tenido nuestro país, pero no lo van a reconocer en público porque los haría desaparecer. Si AMLO se reeligiera, ganaría las elecciones abrumadoramente.
Varios compañeros periodistas entrevistaron a los asistentes y se podía ver gente conmovida hasta las lágrimas, porque habían podido estar cerca del hombre que vino a devolverles la dignidad, el amor a México.
La gente aprende con AMLO, entiende con AMLO, conoce historia y política con AMLO. No sólo es el líder, es quien muestra lo que sucede, es como un maestro al cual hay que ponerle atención.
Tonto es quien cree que el pueblo es tonto. Con el informe de Gobierno del presidente al terminar la marcha, la gente comprobó una vez más que la oposición mientras gobernaba, se robaba billones de pesos que terminaban en las cuentas de unas cuantas familias de prianistas ratas.