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El éxodo de las cucarachas
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El éxodo de las cucarachas

Con la resolución del Tribunal Federal Electoral ratificando la validez de la elección en Tamaulipas, se desmoronó el último bastión que estaba disponible para que Felipe Calderón colocara sin restricciones, a todos los delincuentes que quisiera en puestos de gobierno y de poder, como pago por haber sido parte de su banda o para mantener alguna cuota de poder y por qué no, para darle un rasguñito al presupuesto.

Esta función de office boy la delegó en Roberto Gil Zuarth, quien corría diligentemente de un lado al otro, haciendo gestiones y amarres en lo oscurito con Cabeza de Vaca y probablemente con algunos de sus lugartenientes en funciones.

Apoyados en lo necesario por el cartel criminal de los panistas, la banda Cabeza de Vaca – Calderón anduvo muy tranquila un tiempo hasta que llegó el desafuero federal del capo, pero peleó aguerridamente el control de la plaza hasta el final. Cooptó a su congreso local, a los jueces y hasta a los ministros de la corte, que no atinaron a decidir nunca si este sujeto debería o no estar en la cárcel.

Cuando cambió el congreso local se las arregló para tener una mayoría que no había ganado y después de las elecciones de gobernador, donde había colocado como candidato a uno de sus lugartenientes que para colmo se hace llamar el Truko, quien por cierto perdió a pesar de todas las transas, sobornos y presiones que pudieron ejercer sobre la ciudadanía, el cártel del PAN presentó la impugnación del proceso ante todas las instancias, sin una sola prueba, quitándole el tiempo a todas las autoridades electorales y costándonos a todos un dineral con sus berrinches.

Al final incluso intentó mandar detener al candidato ganador para que no pudiera tomar posesión, pero su plan tuvo filtraciones que lo pusieron en alerta para que pudiera blindarse a tiempo.

Así, con toda la creatividad y fuerza que te puede dar ser al mismo tiempo líder de una banda de delincuentes y gobernador de un estado, defendió el control de la plaza que sus propios ciudadanos decidieron arrebatarle.

Con toda seguridad, después de que el Dr. Américo Villareal por fin tomó posesión como gobernador de ese estado, esta semana comenzó ya el éxodo de las cucarachas, en un efecto similar a cuando el ejército entra en una plaza buscando delincuentes y estos emigran en masa a otras partes para protegerse, nada más que en este caso se trata de exfuncionarios públicos del cártel Cabeza de Vaca – Calderón que van a ser investigados por la nueva administración para ir poniéndolos uno a uno tras las rejas.

En este proceso aberrante de defensa de la delincuencia organizada desde la gubernatura de un estado y desde la oficina del Carnicero de Morelia, siempre contaron con el acompañamiento de los demás miembros del PAN, brazo político de los criminales, que les brindó el apoyo de los medios y opinadores en las redes sociales, de sus legisladoras en la tribuna del Senado que se prestaron para difundir falsedades, así como de todo tipo de alimañas disfrazadas hipócritamente de gente de bien.

Hoy, con la disminución de espacios que se han ganado a pulso en las elecciones pasadas, al office boy del Borolas le va a costar mucho trabajo reacomodar delincuentes en cargos estratégicos en otras latitudes, porque con el curriculum de haber servido en las filas de Cabeza de Vaca no va a ser un buen antecedente.

Así, mientras buscan al líder del cartel para encerrarlo y comienzan a reunir pruebas de los delitos cometidos por todas estas cucarachas en fuga, el nuevo gobierno de Tamaulipas tendrá que establecer una estrategia muy robusta de control de daños, para evitar rebotes del crimen organizado y explosiones de minas sordas que seguramente les dejaron ocultas en el camino.

Como dijo el dramaturgo estadounidense Tennessee Williams: “Siempre hay un tiempo para marchar aunque no haya sitio a donde ir”.

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