Entre el poder y el dinero siempre ha habido colusión, manteniendo un compromiso mutuo que pasa por el saqueo sistemático de los bienes que le pertenecen a todos. En México esto casi siempre se dio; sin embargo, a partir de la toma de poder por parte de los gobiernos neoliberales, este contubernio se fue institucionalizando hasta construir una sólida estructura que solo podría romper la actuación de la mayoría de los ciudadanos, en apoyo a un gobierno cuyo compromiso fuera solamente con ellos.
El pacto con los oligarcas establecido por Salinas para comenzar a entregarles todas las riquezas posibles que son propiedad de la nación y de sus habitantes, les permitió también una libertad casi absoluta para ir configurando, junto con ese y gobiernos que le sucedieron, las instituciones necesarias para actuar impunemente en contra de los habitantes que no estaban considerados dentro de su club de la impunidad.
Incluso diseñaron un modelo de instituciones autónomas del gobierno federal, para evitar que en el futuro, hoy presente, se pudieran tomar desde ahí decisiones contrarias a sus intereses de saqueo. Así fueron naciendo el INE, el INAI, la COFECE, la CRE, el IFT y tantas otras cuya función principal es protegerlos contra cualquier acción que intente defender los intereses de la nación en lugar de los suyos.
Pero también los 3 poderes de la unión fueron modelados cuidadosamente a través de la corrupción, representada por el flujo de dinero procedente del presupuesto, que con privilegios de actuación rapaz, les permitían operar abiertamente como cortesanos de los oligarcas, para robar todo lo que se les antojara.
La consolidación del poder absoluto de la oligarquía se empezó a dar con el ascenso de Vicente Fox a la presidencia, impulsado por el dinero de ellos a través de “los amigos de Fox”, así como de un electorado engañado a quien hicieron pensar que con él llegaría un cambio de régimen, cuando en realidad era una marioneta, por cierto bastante torpe.
Con Calderón su intervención fue más decidida, no solo con dinero, sino con el Instituto Electoral como autor material del fraude urdido desde sus asientos, en los consejos de administración de las corporaciones. Fue famosa la declaración de Claudio X González Laporte, entonces líder de los empresarios, proponiendo que de ganar López Obrador tendrían que aplicar alguna estrategia como la que se operó en Chile con el presidente Allende, aludiendo a su derrocamiento y asesinato. Eso son éstos personajes, asesinos.
Por cortesía de Calderón, a final de su sexenio su poder ya estaba completamente consolidado; tanto así, que ellos decidieron colocar un títere de carpa barata en la presidencia, sin siquiera pedirle opinión a Calderón, inyectando enormes cantidades de dinero en propaganda y dádivas operadas a través de Bancomer, Monex, Soriana y demás cómplices.
Después de 36 años lo habían logrado. Prácticamente todo el gobierno estaba podrido y actuaba como el brazo ejecutor de sus designios, intimidando, reprimiendo, despojando, desapareciendo y ejecutando ciudadanos, mientras participaba alegremente del saqueo orquestado desde la oligarquía, asociados con criminales comunes, narcotraficantes y medios de propaganda comprados, actuando como un mismo grupo en forma coordinada en contra de todos los demás.
Hoy es evidente que siguen actuando así con lo que les queda, porque los demás, incluyendo a las instancias principales del gobierno federal, llevamos 4 años luchando en contra de sus trapacerías y delitos, para limpiar al país de la basura que representan, que todavía se hace eco en millones de personas inconscientes, superficiales y abúlicas, que repiten las porquerías y mentiras que les dan a digerir los medios mercenarios al servicio de todos estos delincuentes, porque prefieren proteger las migajas que les permitieron recibir para crearse un mundito patético y barato.
Como dijo el estadista estadounidense Benjamín Franklin: “Aquellos que cederían la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad”.