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Los mensajes ignorados de la realidad
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Los mensajes ignorados de la realidad

El entorno en que vivimos nos aporta datos que al ser detectados por nuestra consciencia, nos sirven para interpretar la realidad y reaccionar en forma conveniente a nuestra supervivencia. Este es el proceso natural por medio del cual los organismos vivos nos movemos hacia la preservación de la vida.

Nuestra forma de reaccionar ante la realidad una vez recibidos los datos que nos proporciona, dependen fundamentalmente de nuestra estructura genética, combinada con nuestra experiencia. La inteligencia se interpreta como la capacidad de adaptación de un organismo a las condiciones siempre cambiantes del medio ambiente, a fin de preservar su propia vida.

Si tomamos en cuenta estos conceptos nos damos cuenta de que el primer requisito para poder actuar en forma inteligente y ecuánime ante las condiciones que nos presenta la realidad, es tener la capacidad de detectar en forma eficiente, a través de la consciencia, la información útil que nos aporta. Sin embargo, nuestra consciencia no es capaz de detectarlo todo, sino una pequeña proporción de los datos que están a nuestro alcance y eso depende de que nuestra atención esté concentrada en algún aspecto específico de la realidad que vivimos todos los días, pendiente de detectar los datos relacionados con el objeto en el que esta se enfoca.

De esta forma es entendible que la gran mayoría de los seres humanos no estemos pendientes suficientemente de muchas cosas, porque nuestros objetos de atención no se relacionan con ellas. Sin embargo, cuando hay asuntos que gradualmente afectan a la mayoría de los habitantes, la realidad se encarga de enviar grandes cantidades de datos que resultan imposibles de ser ignorados, sin importar que nuestros intereses principales concentren la mayor parte de nuestra atención en cosas distintas.

En los últimos años las condiciones de bienestar para la mayoría de la población mundial se vio severamente deteriorada, gracias a la aplicación prolongada del sistema neoliberal depredador, que entregó casi todas las actividades estratégicas y de interés social en manos de unos cuantos, convirtiéndola en negocios, cuando deberían ser derechos y concentrando la riqueza en unas cuantas manos.

Para que entendiéramos el mensaje, hace casi 3 años prácticamente todos los habitantes del planeta fuimos víctimas de las consecuencias de una pandemia, que tuvo encerrada y temerosa a la mayoría de las personas, mientras los medios daban cuenta de cientos de miles de muertes, contagios e historias terribles al respecto, con los países sufriendo deficiencias desastrosas de sus sistemas de salud mayormente privatizados, que agravaron el problema para todos.

Como si esto no fuera suficiente, para que entendamos la necesidad de presentar una reacción distinta a la que habíamos tenido durante décadas, un conflicto bélico en el que se involucraron todos los países europeos, nos avisa que un sistema completamente globalizado solo sirve para autodestruirnos, poniendo en riesgo hoy mismo a más de 350 millones de personas de morirse de hambre por escasez de alimentos y por deficiencias en el proceso de suministrarlos.

A pesar de todos estos datos aportados por la realidad en forma casi estridente, todavía existe un grupo de inconscientes que parecen no poder darse cuenta de que nuestra única alternativa es reaccionar en forma distinta a la que lo hemos hecho en los últimos 40 años y trabajar para transformar la forma en la que hemos hecho las cosas, concentrando nuestra atención en lograr el bienestar común. Por eso defienden la falacia de las energías limpias en manos sucias, de las concesiones de sectores estratégicos y de interés social a favor de empresas privadas, entre otras incoherencias que ya demostraron ser autodestructivas para la humanidad.

Resulta una paradoja que este grupo de inconscientes puede autodenominarse como de derecha, cuando es precisamente ese hemisferio de sus cerebros el que no funciona.

Como dijo el escritor argentino Adolfo Bioy Casares: “Subestimando la estupidez, el mundo atribuye sus infortunios a las conspiraciones y maquinaciones de grandes malvados”.

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