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Muñoz Ledo, la ‘Coyolxauhqui’ región 4
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Muñoz Ledo, la ‘Coyolxauhqui’ región 4

Por: Rafael Redondo
@redondo_rafa

Cuando aparece algún supuesto intelectual hablando de que, la 4T no ha significado un cambio, para bien, en México, sinceramente resulta risible su perspectiva repleta de superficialidad. Supongo que quisieran ver los cambios, siempre y cuando, a ninguno de ellos los afecte, puesto que como sabemos, existen personajes que se aferran a su celebridad con uñas y dientes.

La total ausencia de autocrítica de muchos de ellos, quienes han sido pilares, o para decirlo con todas sus letras, cómplices de un sistema caduco y repleto de corrupción, los lleva a fingir demencia. Hay otros que, ni siquiera se dan cuenta y siguen pavoneando su supuesta categoría de “gente bien”.

Sin embargo, cuando ocurre algún cambio que supera a la transición política y alcanza los límites de un cambio cultural, comienzan a suceder fenómenos de desmitificación, de desacralización, cambios en la escala de valores, caída de categorías viejas que ya no ofrecen certezas, entre otras cosas.

Antes del triunfo de López Obrador, escribí un texto donde señalé, que muchos de los que al principio apoyaban el cambio, iban a ser parte de los “caídos en combate”, por una razón muy simple: se avecinaba un derrumbe de estructuras, del que muchos quienes apoyaban a López Obrador formaban parte, aún sin darse cuenta. Al cabo de casi cuatro años, confirmo mi planteamiento.

Desde entonces, muchos que se decían no racistas, resultaron ser más racistas que el mismísimo Ku Klux Klan. Muchos, que se decían demócratas, resultaron ser personajes que quieren imponer su visión, que amarían más a México, si no lo habitaran mexicanos, sino suecos o alemanes. Gente que mamaba de la teta del Estado. Muchos, que se decían líderes de opinión, resultaron un recipiente de categorías y conceptos utilizados a modo, para beneficiarse de su aparición en los medios; la celebridad y el dinero que eso les representaba, los hace seguirse aferrando en defender un pasado que, lo siento, nunca volverá.

Periodistas que decían ejercer su oficio desde la independencia y la libertad, resultaron ser parte de la enorme maquinaria de los medios corporativos, quien los proveyó de sueldos estratosféricos, ¿cómo puede así construirse una voz independiente? Muchos líderes sindicales, a los que lo que menos les importaba, eran los agremiados. Intelectuales que decían narrarnos la verdad de todo lo que sucedía en el país, terminaron siendo un grupo de ancianos mentales detenidos en el tiempo de la Guerra Fría, pero que, con un título flamante, nos impresionaban; aunque, sus análisis estaban secos. Todos sus textos, tenían que seguir un manual o un recetario de cocina y, lo que no cabe ahí, les representa una total incógnita difícil de comprender; es decir, no son intelectuales.

Personas que se decían luchadores sociales o filántropos, resultó que lo hacían para salir en la revista Hola, para deducir impuestos o de plano, para no pagarlos. ONG’s que se decían ambientalistas o vigilantes del bienestar infantil, aunque en realidad, hacían de la beneficencia un negocio personal.

El filósofo francés Jean-François Lyotard, quien fuera uno de los ideólogos del postmodernismo, mencionaba que ante el fracaso de la modernidad y de sus postulados, debíamos aprender a pensar sin moldes, ni criterios. Una ruptura conceptual. Una ruptura cultural, que se hace evidente, cuando los ídolos del pasado, caen por ya no ser útiles (para él, en los 70, el marxismo y el liberalismo).

Ya hemos visto caer la credibilidad de varios periodistas, que antes de 2018, eran tan laureados. Empresarios que se resisten a la idea de no tener el control absoluto del país, o que ya les cuesta más trabajo negociar “por debajo de la mesa”. Intelectuales que, pese a sus grandes títulos, han sido incapaces de explicar lo que está sucediendo en el país. Salió a flote el añejo racismo, que, por siglos, tuvimos escondido debajo de la alfombra y hoy, goza de un nombre: La Cultura Whitexican.

Hemos visto derrumbarse la credibilidad de calificadoras, revelándose como operadoras de un sistema que ya es insostenible: el Neoliberalismo. Hemos visto derrumbarse la posición de Estados Unidos, como garante de la civilización moderna, de la democracia y nuestro ejemplo a seguir. Hemos sido testigos, de cómo la política, por años, fue propiedad de la élite empresarial, ahí está como evidencia, el PRI, PAN y PRD como lacayos de Claudio X González, todos ellos aferrándose a una liga aguada, con tal de salvar su vida, que ya se encuentra en estado terminal.

Si esta narración no te representa a ti lector, un cambio sustancial en la Historia del país, pasemos a la deidad que solita, se acaba de lanzar al vacío quedando desmembrada como la Coyolxauhqui: Porfirio Muñoz Ledo.

Durante décadas, la élite intelectual y política mexicanas, consideraron a Muñoz Ledo, un gran referente o ideólogo, de todo lo que sucedía en el en el país; claro que no contaban su historia real como chapulín, saltando de un lugar a otro, buscando solamente su beneficio personal. La, E! True Hollywood Story de Muñoz Ledo, nunca se narraba abiertamente en los medios. Él, siempre supo crearse una personalidad de liderazgo. Ya como legislador morenista, empezó a dar visos de ser nada más un tipo ambicioso, ávido de poder, y, supongo que también tuvo que ver la presión que para él mismo le representan sus 88 años, sin haber logrado su objetivo real: llegar a la silla presidencial.

Esta desesperación, comenzó a traicionarlo. Pero, la caída triunfal de Muñoz Ledo desde la cima del Cerro de Coatepec, el derrumbe de la Coyolxauhqui contemporánea, llegó cuando flanqueado por Alito Moreno, precisamente Alito, el personaje recientemente calcinado por el sistema… y por sus audios, Muñoz Ledo va a decir que AMLO tiene un pacto con el narcotráfico. Muñoz Ledo no pudo elegir peor peñasco para lanzarse.

Evidentemente, Muñoz Ledo sabe la relación que el Gobierno tuvo con el narco, hasta antes de López Obrador. Dudo que sus 88 años, le impidan saber quién es Felipe Calderón y quién es García Luna. Él sabe perfectamente que la confrontación no dio resultados, sabe también cuál es la estrategia del presidente al respecto, y, que no es un pacto, sino tratar de integrar a estos grupos, en lo posible, a la sociedad. Eso es lo que hace un estadista: tratar de integrar a todos sus ciudadanos, en lugar de señalarlos como buenos o malos, así como hipócritamente, lo hacía Felipe Calderón, con su frase trillada de “los buenos somos más”, que nos persiguió en los medios durante todo su sexenio. Muñoz Ledo, en su megalomanía, cree que es sencillo ponerse “tú a tú” con el presidente, y peor, hacerlo con mentiras. Lo único que logró, fue enterrarse en vida.

Muñoz Ledo, no es un personaje de izquierda es un ambicioso. Muñoz Ledo, es un mentiroso. Muñoz Ledo, decidió defender la política corporativa de Claudio X González, yendo no solamente en contra de la 4T, sino de lo que las mayorías en México quieren: separar la élite empresarial de la política. Muñoz Ledo, por tanto, no es un demócrata, porque no quiere lo que quieren las mayorías. Sin embargo, lo que desmembró la cabeza de la Coyolxauhqui Región 4, fue el ser un traicionero, no contra el presidente, sino contra la Nación.

Esta Coyolxauhqui, tuvo dos Huitzilopochtli: Claudio X González, y Alito Moreno, pero, a diferencia de la Coyolxauhqui mexica, quien terminó derrumbada en el piso, y desmembrada en una postura muy estilizada, Muñoz Ledo quedó solamente como una cebolla pisada, en el mercado de la Merced.

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