Probablemente el título de esta nota parezca demasiado duro, porque calificar una conducta como propia de fascistas, se considera una opinión severa.}
Pero lo que les está sucediendo en este momento en redes sociales y en plataformas de comunicación, a quienes se acusa de apartase de la línea de opinión que fijan los dueños de los poderosos medios de comunicación mundiales y de los gobiernos a quienes sirven, puede considerarse como acciones concertadas de acosamiento y censura, similares a las que padeció la prensa de distintos países, durante el periodo en que el fascismo gobernó en varias naciones.
En la conferencia mañanera del día de hoy, el presidente López Obrador señaló que, aunque era un dato que le habían pasado sus colaboradores y a él en realidad no le constaba, vería como una acción propia de fascistas, el que Twitter estuviera poniendo una marca especial, a las cuentas de usuarios que opinaban en favor de Rusia, o Ucrania, en este momento de guerra.
También expresó su desacuerdo con la decisión de cancelar transmisiones de canales informativos, que dan a conocer el punto de vista ruso, sobre el problema en Ucrania. Un veto o censura, propia de fascistas, declaró.
El presidente ha señalado que en este momento, es posible ver cómo las noticias falsas corren libres en prensa, televisión, medios digitales y redes sociales.
Y que esto no es bueno para la libertad y la democracia.
El presidente no se equivoca en sus señalamientos.
Lo que vemos hoy en el conflicto que tiene enfrentados a Estados Unidos, junto con sus aliados en la Unión Europea, en contra de Rusia, tiene como escenario una invasión a Ucrania, de la que son responsables todos los señalados.
Se trata de una guerra que se desata, usando como pretexto una invasión, pero que arrastra problemas de fondo y de años, entre dos de los países más poderosos del planeta.
Estados Unidos y Rusia buscan una hegemonía en determinadas áreas del planeta. Hasta ahora y después de la caída de la Unión Soviética, la gran fuerza hegemónica era la norteamericana.
En el momento actual, China y Rusia le compiten fuerte y la disputa por los mercados y los recursos del planeta es fuerte y en ocasiones violenta.
No se buscan equilibrios en el predominio mundial. Se trata de estar por encima de los demás.
En Ucrania existe un gobierno violento y con la misma carga de letalidad que hoy se condena en el gobierno ruso.
Volodímir Zelenski ha gobernado para los ciudadanos ucranianos que nada tienen que ver con la identidad rusa. Se ha permitido a bandas neo-nazis bien organizadas y armadas, derramar sangre de ciudadanos ucranianos, que pertenecen a las etnias rusas y que deberían tener todos los derechos y garantías que disfruta el resto de los habitantes del país.
Ese gobierno, ha bombardeado sistemáticamente los territorios del Donbass, dentro de sus mismas fronteras, atacando a los ucranianos con identidad e idioma ruso.
Pero sobre esto, nada se está diciendo en este momento.
La guerra en Ucrania nos permite ver al descubierto, lo poderosa que es la maquinaria desinformativa en el mundo occidental.
Pero este poder tiene su talón de Aquiles, en el hecho de que para unir las piezas que deben ajustar con precisión exacta, tanto periodistas, como medios informativos, plataformas digitales y la parte de las redes sociales que controlan, deben quitarse la máscara de imparcialidad e independencia.
El “coro afinado en el mismo tono”, el “nado sincronizado” del periodismo conservador, tan conocido aquí en México, hace presencia mundial, a consecuencia de la guerra.
Los mexicanos vemos sin demasiada sorpresa la publicación de noticias falsas al por mayor. La utilización de imágenes y videos de hechos ajenos a los que corresponden a esa guerra, utilizados como “refritos” para la elaboración de montajes.
De los crímenes del gobierno ucraniano en contra de la población rusa que habita dentro de Ucrania, nada se dice. Y han sido miles los muertos a manos de las bandas neo-nazis y de los bombardeos indiscriminados al Donbass.
Esa información importante que es antecedente de esta guerra, se oculta.
Los medios que intentan exponer la visión rusa sobre este asunto, están siendo censurados y vetados en los países europeos y aún en algunos de América.
No son mentiras las noticias que aparecen en Actualidad RT y en la plataforma Sputnyk. Es información que relata los hechos que están ocurriendo y las causas que los motivaron, de acuerdo a la visión de uno de los implicados en el problema.
Pero esa parte de la realidad, está siendo censurada por la alianza Estados Unidos-Unión Europea-OTAN.
Solo la parte de verdad que conviene a esta agrupación de gobiernos y naciones, debe ser conocida por el mundo.
Y esa conducta no puede calificada de otra forma, que de fascista.
Aquí en México, hemos visto a Carmen Aristegui repetir hasta el cansancio y en favor suyo, una de sus frases favoritas: “No se mata la verdad, callando al mensajero”
En defensa de los montajes de Carlos Loret de Mola, del periodismo-basura que publica y del mismo personaje que en realidad es impresentable, los medios de comunicación del país han hecho suya dicha frase, que quizá pertenezca a alguien más distinguido que Aristegui.
Sin embargo, en el caso de los medios de información que tienen como única culpa, tener acta de nacimiento rusa, ese ataque de gobiernos alineados a la órbita político-económica de Estados Unidos, nada dicen.
Ahí el mensajero es apaleado, censurado, vetado, excluido sin más explicación que la que reza, “su visión de la realidad, es considerada como una mentira en los países de occidente”.
Eso es fascismo
Y los medios de comunicación mexicanos, así como los periodistas que se dan golpes de pecho cuando Carlos Loret de Mola es criticado por el presidente López Obrador, no solo guardan silencio cómplice ante este atentado a la libertad de expresión y al derecho de las audiencias. Se unen también al coro mundial que difunde los montajes y las noticias falsas que estamos viendo aparecer a diario.
Que la realidad, vista por los medios informativos afines a los reses occidentales se difunda ampliamente, está bien. Es su derecho presentar su visión sobre todo acontecimiento.
Pero el mismo derecho tienen los canales informativos que presentan la visión rusa en este caso, o china, o iraní, o palestina, en otras situaciones que también se están dando.
¿Por qué la libertad de prensa se considera patrimonio de unos cuantos y no de todos?
¿Por qué a veces el periodismo nacional llora y grita en defensa de la libertad de expresión, y en otras ocasiones calla servilmente?
Porque la vieja prensa mexicana y buena parte de los periodistas que la conforman, reciben órdenes de fuertes grupos de poder, o tienen intereses propios que los ligan a los mismos.
Esta guerra nos deja ver la verdadera inclinación política del periodismo mexicano.
Y da pena decir que eso de “independientes” y “objetivos” aplica a muy pocos comunicadores en México.
Por eso el presidente López Obrador ha expresado en los últimos días está opinión: “El periodismo en México está viviendo tiempos de decadencia”
Se miente con descaro y servilmente, pasando por alto la defensa de la verdad, que tanto cacarean.
“Tiempo de canallas”, ha dicho también el presidente.
Malthus Gamba