Objetivo #Lawwfare: Pedro Castillo, Presidente de Perú

Terminando con la actitud fanfarrona y despreciativa que mantuvieron los gobiernos neoliberales, en los últimos 3 años, el respeto, la solidaridad y el apoyo incondicional, han marcado la actuación de México en su política exterior hacia Latinoamérica, sin hacer distinción alguna que tenga que ver con la ideología política del gobierno que se encuentre al frente de cada uno de los países hermanos.

En sus intervenciones para apoyar a los gobiernos de Argentina, Bolivia y Venezuela, así como en la donación de vacunas que ha llevado a cabo para Belice, Paraguay, Guatemala, Salvador, Honduras, Ecuador y la misma Bolivia, han demostrado con hechos y no solo con palabras el interés de nuestro país en convertirse en un factor de respaldo y desarrollo para toda la región, que fue más que evidente durante la cumbre celebrada en México a la que asistieron casi todos los representantes de los países latinoamericanos.

En esa misma línea de actuación se enmarca la visita de una delegación del gobierno mexicano al Perú, cuyo presidente es hoy el maestro Pedro Castillo, para apoyar en lo que sea necesario en un momento de fuerte turbulencia política, que merece la pena analizar en cierto detalle para seguir subrayando la virulencia del modelo neoliberal, aplicado por personajes sin escrúpulos en todo el mundo.

El maestro Castillo tomó posesión como presidente del Perú el 28 de junio de este año; hace escasos 5 meses, después de un proceso muy cerrado de votación contra la derecha conservadora de ese país, que requirió de reconteos de votos y de la intervención de las autoridades judiciales para definir al ganador con una proporción de 50.12% de los votos emitidos contra 49.88% que recibió la candidata de la derecha.

Sucede que en el Perú han gobernado durante mucho tiempo los neoliberales, como en varios otros países de la región, incluido México donde los soportamos 36 años. Durante ese período estos gobiernos han creado esquemas legales que operan como redes de seguridad que les faciliten retomar el poder en caso de que lo lleguen a perder, como sucedió allá.

De tal forma que a solo 5 meses de haber estado en la presidencia, la oposición de ese país presentó un recurso legal a su congreso para destituirlo, antes siquiera de que pudiera comenzar a dar algún resultado en su gobierno; por pura rabia y ambición de recuperar el botín que perdieron. Lo más increíble del asunto es que habiendo ganado con más de la mitad de los votos, en ese país solamente se requiere el 20% de los miembros del congreso para presentar el recurso legal mencionado y el 40% para tomar la decisión de destituir al presidente.

La pregunta obligada sería entonces, cómo se puede permitir que la minoría en un congreso pueda revocar la voluntad de la mayoría de los ciudadanos que votaron para tomar una decisión. Esta es una de las incongruencias típicas de sistemas legales configurados a modo, para asegurar la permanencia de un modelo saqueador y corrupto, en contra de la voluntad de los habitantes que son materia de ese saqueo; para seguir explotándolos.

Así en Latinoamérica tenemos ejemplos muy claros de algo similar, como sucedió en Brasil aplicando el lawfare contra Lula, o en Bolivia con un golpe de estado, o en Venezuela donde han resistido una pantomima respaldada por Estados Unidos, o en Argentina con el sabotaje permanente del aparato judicial amafiado con los medios de comunicación o como lo han querido hacer en México, con sus amparos, sus mentiras publicadas en todas partes, sus marchas violentas para calentar las calles y la actuación de árbitros electorales corruptos.

Por eso, los mexicanos tenemos que estar despiertos y vigilantes, respaldados en nuestra mejor arma para evitar que estos ladrones puedan volver a tener la oportunidad de saquearnos y empobrecernos, con nuestra consciencia colectiva enfocada en construir el país que queremos tener y la claridad de saber exactamente qué es lo que ya no queremos sufrir, a causa de la ambición de un puñado de subnormales voraces y enfermos.

Como dijo el escritor irlandés Oscar Wilde: “La ambición es el último refugio del fracaso”.