El entusiasmo de la mayoría de los habitantes por el desarrollo de grandes proyectos de infraestructura en el país que no veíamos hace décadas, es justificado y se refrenda cada lunes cuando el gobierno federal reporta sus avances en la conferencia matutina del presidente de la República.
Es un hecho que los estos grandes proyectos como el aeropuerto Felipe Ángeles, la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, el corredor interoceánico del istmo de Tehuantepec, la modernización de los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos, la construcción del tren México-Toluca y varios otros que acompañan a estos, como los aeropuertos de Tulum y Chetumal, el tren de Ixtepec en Oaxaca a la frontera con Guatemala en Ciudad Hidalgo, la remodelación de 6 refinerías, la rehabilitación de 14 hidroeléctricas en todo el país y la construcción del 8º parque solar más grande del mundo en Puerto Peñasco, Sonora, se van a terminar antes de que concluya el período de gobierno del presidente López Obrador.
Estamos hablando de 3 años a partir de este mes, en los que estos proyectos estarán operando ya, generando plazas de trabajo y atrayendo inversión privada de todo tipo en las regiones donde se construyen.
En este sentido no hay duda de que el gobierno federal habrá cumplido con su función de desarrollador de grandes proyectos que detonen la inversión y el crecimiento económico del país. En este punto, a 3 años de que todo este escenario generador de empleo y de oportunidades para que florezcan pequeñas y medianas empresas en todas partes esté ya sobre la mesa, hay varias preguntas que debemos hacernos, porque de nada va a servir que esté listo el tablero de juego si los jugadores no sabemos cómo jugar.
Los distintos proyectos son de carácter regional, así como las oportunidades para nuevos empleos, servicios y productos también lo son. Hoy ¿Qué están haciendo los gobiernos estatales para contar con programas que ayuden a los trabajadores del futuro, a capacitarse en las habilidades que deberán tener para aprovechar las oportunidades que se están creando en sus regiones?
¿Cuáles son los nuevos planes de estudios de las escuelas, institutos y universidades regionales en este sentido? ¿Qué programas de apoyo a pequeñas y medianas empresas existentes se están preparando para que puedan enfrentar los retos por venir? ¿Qué proyectos de creación y financiamiento de empresas cooperativas locales y regionales existen para estos fines?
Hoy vemos a muchos gobiernos estatales, especialmente a los recién instalados con candidatos ganadores de la coalición de izquierda, hablando de profundizar el impulso de la 4ª transformación para aterrizarlo en los estados, pero el discurso se concentra en el combate a la corrupción y en el reforzamiento de los apoyos sociales, lo cual está muy bien, porque esta es fundamentalmente la razón por la que ganaron.
Sin embargo, vemos a muy pocos preocupados seriamente por preparar a sus habitantes para que las nuevas oportunidades de trabajo y de hacer negocios en el nuevo perfil de desarrollo regional se aprovechen y los beneficios económicos derivados de los grandes proyectos de infraestructura, se traduzcan en ingresos futuros importantes para los que hoy viven ahí, sin que las empresas que inviertan tengan que importar mano de obra calificada, o adquirir servicios y productos de otras regiones o países, obteniendo sólo beneficios marginales para las comunidades locales.
Hasta hoy sólo hemos visto un plan de acción orientado para resolver esta coyuntura, en la plataforma de gobierno que platea el diputado Benjamín Robles para gobernar el estado de Oaxaca a partir del año que entra, pero ninguna otra se enfoca en este sentido. Es tiempo de que los nuevos gobiernos estatales se ubiquen en la dimensión regional incluyente, que les permita incorporar a toda su población a los beneficios del desarrollo que está generando la 4ª Transformación.
Como dijo el inventor británico naturalizado estadounidense Alexander Graham Bell: “A veces observamos tanto tiempo una puerta que se cierra, que vemos demasiado tarde la que estaba abierta”.