Está bien que haya diferencias, resistencias y oposiciones. A fin de cuentas, cada cabeza es un mundo y ese mundo se construye a partir del entorno personal, los prejuicios o los ideales.
Está bien que haya equilibrios y mientras que unos ganen, los que hayan perdido estén planeando el modo para poder ganar en la siguiente oportunidad.
La competencia es útil. La competencia impulsa a tener siempre las destrezas bien afiladas y la mente despierta ante cualquier imprevisto.
Y no, no son frases de coaching político ni utopías inalcanzables. Es simplemente un diagnóstico austero de lo que debe ser entendido como la tensión natural entre fuerzas políticas opuestas, en donde el que ha perdido la oportunidad de ejercer el poder por su pésimo desempeño cuando estuvo en posición de detentarlo, (en el caso mexicano, muy probablemente para siempre) y hoy quiere crear un discurso que convenza a sus seguidores no con ideas o planes de acción, sino con las supuestas derrotas que el gobierno actual, tendría que estar sufriendo una tras otra. Y ojo aquí, con el lawfare o golpe blando o guerra híbrida, como quiera que la conozcan, que ya hablaremos de ello en un momento.
Cuando López Obrador propuso el Proyecto de Nación, en la primera contienda por la presidencia, allá en 2006, los aristrócratas que temieron su irrupción en el mundillo que ellos dominaban, convirtieron esas propuestas en la pesadilla de los desinformados: los que tenían propiedades, las iban a perder; los que tenían negocios, se los iban a expropiar; los que tenían un pedigrí, serían gobernados por los descalzos… eso propagaron en la campaña donde Calderón era el mejor contendiente, pero no nos advirtieron que los que teníamos más o menos una vida tranquila y pacífica, la íbamos a perder o que íbamos a ver desaparecer o morir a miles de mexicanos en su inútil guerra de combate al crimen organizado, donde protegió al cártel de sus compadres el Mayo y el Chapo y que su sucesor protegería al Cartel Jalisco Nueva Generación, por herencia de labores.
Para ese entonces, si bien ya estábamos acostumbrados a que la prensa diseminaba lo que la oficina de presidencia les daba en forma de boletines y billetiza, a los que cada medio le metía la mano para ponerle el propio estilo de cada “periodista” y verse “plurales”, a partir del inicio del milenio vimos que la prensa, además, empezó a recibir más grandes dádivas económicas para aplaudir rabiosamente al mandatario o bien, para callar las metidas de pata del presidente o sus disfuncionales servidores y que, obviamente, al llamado de la campaña de odio contra el mexicano humilde que se propuso conquistar la presidencia en 2006, empezaron con esta danza macabra y sincronizada que se ha acendrado en el bajísimo mundo de los medios tradicionales.
Para ellos, el discurso no es sobre López Obrador, sino contra el peje, el mesías tropical y sus seguidores, además de otras babosadas, con las que ensancharon aún más el clasismo del que hoy se duelen al ser denominados fifís, como aquellos aspiracionistas a cortesanos que tienen como única misión detentar el poder y amasar fortunas de riquezas mal ganadas, a costa de lo poquito de dignidad con que vinieron al mundo. Festinaron el desafuero; propiciaron el triunfo del fraude electoral, se ensañaron contra el plantón en Reforma y se enardecieron al llamar chairos a los mexicanos que exigíamos el “voto por voto, casilla por casilla”, que legitimaría el triunfo del espurio Calderón, si en verdad hubiera ganado; pero entre la autoridad electoral, el prian, los hombres del dinero y los medios, instalaron en la presidencia a Felipe, que continuó pagando por aplausos a la prensa o silenciando a periodistas que se atrevieron a desafiarlo.
Qué decir del monigote de pastel que impuso la tele, con el único propósito de jugar a la democracia (una vez tú y una yo entre el pri y el pan), y burlarse del pueblo ooootra vez, y enriqueciendo a lo bruto a medios y a “periodistas” que alababan los oficios de los políticos de ese sexenio. Ante los excesos del último quinteto de presidentes, los periodistas de los medios tradicionales, callaron como momias, pero en cambio, al que les quitó el bozal, le muerden la mano. Y no hago repetición de estas frases de AMLO en el vacío. Es que son el motivo de este análisis.
Hoy, que la prensa tiene una verdadera libertad, -que la neta, no aquilatan en todo lo que significa- y que por decir lo que dicen de quien ellos deciden, en otros tiempos les hubiera costado no sólo esa infravalorada libertad de expresión, sino la libertad física, la de estar en su casa, criticando a lo tarugo y denostando felizmente al Presidente o a su familia, sin consecuencias funestas, en vez de convertirse en verdaderos reporteros y, sin apartarse de sus preferencias políticas, que tienen todo el derecho de tener, y hacer críticas útiles pero reconociendo lo que está cambiando para bien del país, eligen el ataque.
En esta segunda visita a Estados Unidos en menos de dos semanas, además de la prensa, salieron los ácidos opinólogos a balbucear su odio sobre el Presidente. Como siempre, señalando lo que ya sabemos que iban a decir: que no habla inglés; que no se iba a dar a entender; que su discurso local no serviría de nada; que era convocado y él obediente, iba; que bla bla bla… Que si abotonó el saco con dos y no con un botón; que si por no traer el cubrebocas el pobre primer ministro canadiense se lo tuvo que quitar; que el mandatario norteamericano lo regañó en privado por más de hora y media. O sea, nada que sirva. Pura cháchara.
Pero como dice el dicho “quarem tantum saltum equalite soli”, o sea, ¿para qué tanto brinco estando tan parejo el llano? o lo que es igual, lo que es parejo, no es chipotudo. Traducción: el Presidente ha estado deshaciendo entuertos y arreglando el país con lo que se ha ido pudiendo, en medio de una crisis sanitaria que, al parecer los coservitas no entienden que es mundial y con efectos a largo plazo, pero con todo, México no se endeudó; ha revertido el desabasto hospitalario y ya camina lo de las medicinas completas en las farmacias de hospitales y clínicas del seguro; se aprobó un presupuesto mucho más equilibrado y útil, orientado a los que más lo necesitan; y muchos otros logros nacionales más, pero de lo que quiero hablar es de la presencia ante Estados Unidos y Canadá, pero además, ante el mundo.
Hace unos días, en Nueva York, AMLO discurrió sobre la importancia del respeto a los derechos humanos más básicos; la erradicación de la corrupción como modus operandi de los gobiernos y la justa repartición de la riqueza. Este jueves, en Washington, en la cumbre de líderes de América del Norte, dialogó por separado y de manera tripartita con sus homólogos sobre la migración: derechos humanos de libre tránsito y reconocimiento legal; la repartición humanitaria de vacunas y, sobre todo, establecer un nuevo rumbo en las políticas de México ante sus pares norteamericanos, y ante el mundo. A horas de la reunión en Nueva York, 47 países se habían suscrito al acuerdo “provincial” de AMLO y al final de la semana pasada, ya eran al menos 100.
Y en Washington, desde la llegada, Trudeau y Biden se comportaron a la altura del líder y estadista mexicano con quien se empiezan a tender puentes de entendimiento y de respeto a los mexicanos, pero también hacia los migrantes centroamericanos que hoy, son motivo de alarma en el plano migratorio y que nuestro país ya no puede seguir controlando solo, si no se cuenta con la ayuda económica y de seguridad y protección a sus derechos de libre tránsito, de parte del gobierno de Estados Unidos, que es, finalmente, el destino elegido por millones para consolidar su american dream.
Una presencia digna y soberana de parte de Andrés Manuel, contraria a las visitas serviles de sus predecesores, como el “comes y te vas” de Fox a Fidel Castro; o del “rápido y furioso” permitido por Calderón para el ingreso más absurdo de armas legalizadas con que se siguen peleando territorios disputados entre cárteles, o el ridículo sexenio y las visitas multitudinarias en avión presidencial de un Peña Nieto que daba solo pena… con su “súper inglich” y la burla que fue su reunión con Obama y el propio Trudeau.
Pero lo feo no es que Salinas o Zedillo le abrieran las puertas a los gobiernos de Canadá y Estados Unidos para el saqueo de minas o petróleo, ni que los otros tres tuvieran espíritu de tapete y se plegaran a las órdenes de los mandatarios gringos y canadienses. No. Lo más feo es que desde hace años que México era el pariente pobre en la ecuación; el patio trasero, el que tenía que tolerar las razones o sinrazones que se le impusieran y que, si se ponía gallito, iba a tener que soportar los ninguneos y regaños de sus hermanos mayores. Y lo peor, que a ninguno de los “presidentes” que tuvimos antes, se le ocurrió presentarse con dignidad y, obvio, los mexicanos en el exterior, de poco se sintieron orgullosos y jamás se organizaron para ir a recibirlos con el cariño con que acompañaron al Presidente desde su llegada y hasta su despedida en ambas visitas.
Tan evidente es el liderazgo de López Obrador, que después de la reunión en Washington, uno de los chayoteros más peludos tuvo que tragar camote y salir a reconocer que, en efecto, el discurso, la presencia, las propuestas y en general, la visita de nuestro Presidente, fue de diez. Ya lo había yo vaticinado y, aunque tenga cara de bruja, aun no soy pitonisa, pero era cuestión de tiempo para que empezaran a tragarse sus palabras. Los que aún lloran, por ejemplo, por el aquapuerto de Texcoco, eventualmente irán al aeropuerto Felipe Ángeles a hacer la rabieta de su vida y dirán que sí está bonito, que es de primer mundo y el sistema aeroportuario diseñado con el Benito Juárez y el de Toluca, abate el problema de sobrecupo de las terminales 1 y 2, pero muy a su pesar viajarán desde ahí. Los que se la pasan inventando mentiras sobre los medicamentos, acabarán reconociendo que el esquema de trabajo con la ONU es la mejor idea de abastecimiento anticorrupción, aunque haya tomado tiempo el abastecer todas las claves con los proveedores más seguros del mundo.
Dice el Presidente que nadie está obligado a lo imposible y nadie quiere que, de la noche a la mañana, los antiamlo dejen de serlo; que los mezquinos se vuelvan buenas personas y los vulgares sean decentes, porque tanto cambio sería antinatural, pero llega un punto en que es imposible seguir sosteniendo una mentira tan vulgar como ridícula y espantar a los menos avispados con que el Presidente es lo peor que le ha pasado a México.
Les decía al principio que debemos ser cuidadosos con estos falsos cambios porque, aunque nos parece “bueno” que Ciro haya aplaudido la visita de AMLO a Estados Unidos, no debemos olvidar que el presentador trae un odio personal contra Andrés Manuel por más de 15 años. Y la tersura de sus lisonjas son como el acto de las culebras que se acuestan junto a su víctima no en un acto de cariño, sino para medir si son capaces de devorarla de un bocado. El golpe blando puede empezar como un ataque feroz, pero luego se calma para que la víctima se acostumbre y al confiarse, no se espere el ataque.
El lawfare en otros países, ha sido el ataque judicial orquestado por el poder contra los enemigos políticos. Hoy, el titular del poder ejecutivo no ha iniciado ningún acto de persecución política contra nadie y todo lo ha dejado al arbitrio del fiscal general y del poder judicial. Sin embargo, sí hemos visto como los hombres del dinero, del poder económico, están constantemente midiendo los alcances del poder judicial en contra del presidente y han impulsado amparo tras amparo para frenar el avance de las políticas sociales y legislativas en favor del pueblo. No hay que dudar de ese contubernio amasado con el dinero que convence voluntades judiciales para que, en el momento oportuno, ataquen al presidente para desacreditarlo y quitarlo del camino, como ocurrió con Lula da Silva, por ejemplo.
Hay que estar atentos y no dejar de desenmascarar cada mentira, cada ataque, cada escarnio, para no permitir que su poder crezca. La popularidad de AMLO y el cariño de la gente, es real y debe refrendarse por medio de la consulta de marzo de 2022. Debemos mantenernos fuertes, como un movimiento de un solo rumbo, para resistir en bloque ese ataque que están planeando. No podemos permitir que vuelvan nunca, pero menos, en el siguiente periodo presidencial, si es que queremos tener un país en el cual vivir con todas las libertades y derechos que hoy gozamos.