Muy poco tiempo después de que haya iniciado el gobierno que está impulsando la transformación de la vida pública de México, estamos empezando a ver resultados sorprendentes de la aplicación de un nuevo modelo de desarrollo, que ya se reflejan en los indicadores.
El modelo, detallado en “La Salida” y en “La Economía Moral”, dos libros escritos por el Presidente López Obrador, describe una estrategia general basada en la aplicación de la austeridad, el combate a la corrupción y la eficiencia recaudatoria, que no implica incremento de impuestos como herramientas para liberar recursos financieros, la disminución de la deuda pública, la reorientación de los flujos de efectivo del gobierno para su aplicación en el desarrollo de programas de apoyo social y de construcción de grandes proyectos de infraestructura.
Estas acciones acompañadas de muchas otras que ponderan el derecho a la salud universal, a la educación, al mejoramiento de las condiciones y de los ingresos laborales, están comenzando a reflejarse en indicadores cuyo comportamiento actual sería impensable antes, en un periodo de tan solo 3 años de gobierno.
En un complicado escenario de pospandemia, que implica el manejo eficaz de un proceso complejo de vacunación para toda la población, estamos observando como disminuye en 5% la proporción de deuda pública con respecto al producto interno bruto, aumenta drásticamente en 10% la actividad económica de un año al otro, se abate la pobreza laboral en 13% durante los últimos 6 meses.
También vemos como se mantiene la paridad cambiaria entre el peso y el dólar, crecen las reservas internacionales del país, se rompen records del Índice de Precios y Cotizaciones en la Bolsa de Valores, aumenta vigorosamente la inversión extranjera directa, brotan 140 universidades públicas a lo largo y ancho del territorio nacional.
Vemos aumentar las pensiones y el salario, se mantienen los precios de los combustibles a pesar de las resistencias de las mafias que los controlan, se incrementa la recaudación de impuestos sin tener que elevarlos, avanzan los grandes proyectos de infraestructura de acuerdo con lo planeado y a pesar de los amparos interpuestos para detenerlos, reciben directamente y sin intermediarios sus apoyos sociales todos los adultos mayores y discapacitados del país.
Por si fuera poco, se entregan más de 11 millones de becas mensualmente a los estudiantes, se saca de la inactividad productiva a más de 1 millón 800 mil jóvenes mientras se les capacita para el trabajo, cada mes reciben sus apoyos las madres que tienen que pagar una guardería para sus hijos, se entregan créditos a microempresarios, productores del campo y del mar, mientras se les mantiene un precio de garantía atractivo para sus productos básicos.
Por su parte más de 400 mil campesinos siembran mil hectáreas en 22 estados, con maíz, frijol, café, árboles frutales y maderables, va creciendo la producción petrolera por primera vez en 13 años y se reconstruyen las 6 refinerías abandonadas durante décadas, se modernizan las hidroeléctricas, se terminan hospitales abandonados, se mantienen carreteras y se construyen caminos de concreto hasta las cabeceras municipales más apartadas del país.
Y todo esto es sólo una muestra de otros cientos de acciones que estamos llevando a cabo, para convertirnos en un país en el que sus habitantes puedan ir teniendo cada vez más acceso al bienestar, con un modelo basado en nuestra propia cultura. Es el despertar de una civilización milenaria que en la modernidad, pasa como aplanadora, por encima de los escombros del pasado que nos mantenía dormidos.
Como dijo Mahatma Gandhi: “La fuerza no viene de la capacidad física. Proviene de una voluntad indomable”.