Por: Melvin Cantarell Gamboa
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano declaró en una entrevista que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador no era de izquierda; al Ingeniero le faltó definir qué entiende por gobierno de izquierda, o por lo menos explicar el referente que le sirve de patrón para contrastar empíricamente, a fin de establecer la verdad de su enunciado; si tomáramos como pauta su período como jefe de Gobierno de la Ciudad de México (1997-1999), la gobernación de AMLO la situaríamos a su izquierda.
¿Qué es la izquierda? Durante la Revolución Francesa, la Asamblea Nacional discutía el destino de la monarquía, ahí, quienes votaron por dar al rey poderes decisorios, se ubicaron a la derecha y los revolucionarios que querían transformaciones rápidas, radicales y violentas se situaron a la izquierda.
Desde entonces, quienes defienden el statu quo, su continuidad y permanencia se hallan en política a la derecha y quienes están por el cambio, la transformación y la modificación se sitúan a la izquierda. Lo que no puede definirse de manera precisa es un centro ni un justo medio, todo régimen se sitúa cerca o lejos de un punto extremo tomado como referente. Ejemplo: Si tomamos a Cuba y a Estados Unidos como casos extremos, Suecia se movería hacia la izquierda de Norteamérica por su política de bienestar, igualdad y economía mixta mientras que Inglaterra, por su política neoliberal y de libre mercado se ubicaría a la derecha de los cubanos y los nórdicos.
Ahora bien, en lo que respecta a las personas ¿Quién es de derecha y quién de izquierda?
Los seres humanos tenemos en común la individualidad, condición a la que algunos renuncian para convertirse en sujetos. Ser sujeto es estar sometido a algo o a alguien, en consecuencia, esa relación se da entre dos partes, con otro o con alguna cosa externa; ejemplo las instituciones, las leyes, el derecho, la familia, la escuela, las creencia, la religión, que son componentes necesarios de la cultura dominante que imprime en el individuo una manera de ser y de pensar que lo condiciona a seguir rutas, caminos impuestos por las circunstancias históricas, psicológicas y sociológicas que determinan los discursos de verdad, objetividad y realidad.
Es así que en ocasiones hombres y mujeres de clase trabajadora (obreros, campesinos, empleados, asalariados) se comportan como gente de derecha y reproducen patrones de pensamiento que no corresponden a sus intereses de clase; incluso llegan odiar y despreciar a los suyos, a considerarlos inferiores, tratarlos con arrogancia de la misma manera que lo haría el burgués más conservador.
Ser de derecha en estos tiempos se define por la pertenencia a la clase burguesa y a la posesión de una conciencia, de un yo, en este caso de un yo burgués con un sentimiento empresarial, de dominio, fuerza y poder político que conserva a condición de ser acompañado por el mayor número de incondicionales que voluntariamente compartan su conservadurismo, su ideología, sus creencias y cinismo, ya sea por así convenir a sus intereses o porque gustan de exhibir su mala consciencia.
Ser de izquierda obliga, en principio, a una irreductible individualidad, a la rebeldía, la insumisión, la autonomía y la soberanía; a no olvidar los orígenes, a inclinarse por los débiles y las víctimas del sistema, vindicar la inmanencia, lo real sobre toda construcción producto del pensamiento metafísico o trascendente, así como eliminar toda idea, conducta y acciones apoyadas en verdades absolutas.
Militar en un partido de izquierda, tener una credencial o un carnet de esa agrupación no hace a nadie de izquierda. Cada quien es su biografía y lo que hace por la democracia, la justicia social y la igualdad define su individualidad.
Cuando alguien lucha y pugna por hacer valer la soberanía y el poder del pueblo; cuando ese alguien rinde cuentas a los hombres y mujeres libres que desean cambiar las condiciones sociales en favor de los oprimidos, decimos que es de izquierda.