Por Miguel Ángel Lizama
@Migueliz8
En el confinamiento por el Covid-19 sintonicé una serie sobre el Mossad, el temido y famoso servicio secreto israelí, lo cual -inevitablemente- me hizo recordar el servicio de seguridad mexicano, hoy a cargo del General AUDOMARO MARTÍNEZ ZAPATA, de plena confianza del Presidente López Obrador desde que fue Jefe de Gobierno de la capital del país. Como en cualquier gobierno del mundo (igual que en el cuerpo humano) hay un ente protector del Estado, similar al sistema inmunológico del humano: Detecta un peligro, con potencial tóxico o nocivo, y de inmediato activa las defensas, para atacar al intruso hasta acabar con él. Es el mismo mecanismo de las vacunas, hoy tan ansiadas para proteger a los ciudadanos y servir de arma a los opositores.
El espiar al contrario fue una necesidad bélica que evolucionó conforme se expandían los intereses nacionales. El espionaje nació y creció como necesidad militar desde los romanos (y quizás antes), hasta que Joseph FOUCHÉ -considerado padre del espionaje moderno- lo estableció en el aparato civil para servir a la naciente República francesa y al imperio napoleónico después, sin imaginar que serviría de modelo en todos los países. Las redes de Fouché fueron muy útiles para proveer de información a Napoleón, a fin de armar sus estrategias y destrozar a los ejércitos más poderosos de entonces, convirtiéndose en el terror de Europa y garantizando la seguridad de las fronteras y territorio de la nación francesa. Como la Revolución destronó y decapitó al Rey, las demás monarquías europeas no querían que se esparciera el mal ejemplo y buscaban acabar con Francia y sus revolucionarios.
En las dos grandes guerras el espionaje adquirió relevancia y fama, como la que le dio la célebre Mata Hari que con sus bailes conquistaba altos mandos militares y obtenía secretos para informar a los alemanes; y después, las actividades de las SS (Schutzstaffel o Escuadras de Protección personal de Hitler), luego convertidas en la temible GESTAPO, cuya eficacia y letalidad incubó otros servicios secretos en los vencedores de los nazis. Así nacieron el MI5 y MI6 de Inglaterra, la KGB soviética (hoy FSB), la CIA norteamericana y el mismo MOSSAD israelí.
En México, fue Miguel Alemán en 1947 quien encargó al Teniente FERNANDO GUTIÉRREZ BARRIOS formar la DIRECCIÓN FEDERAL DE SEGURIDAD, responsable del espionaje y contraespionaje que, por falta de enemigos externos, se enfocó en los opositores al gobierno y su partido. Más que la seguridad del Estado, cuidaban la continuidad política del régimen. El problema fue que al paso del tiempo y por la impunidad que disfrutaban sus agentes, la DFS llegó a enredarse con la delincuencia que utilizaba en su espionaje y sus efectivos empezaron a extorsionar a empresarios con los “pecadillos” y tranzas que les descubrían. Así llegaron a conectar con el narcotráfico y uno de sus comandantes más eficaces (Amado Carrillo) se convirtió en gran capo del narco, creador del Cártel de Juárez, cuando MANUEL BARTLETT, como Srio. de Gobernación de Miguel De la Madrid, desapareció la Federal de Seguridad y despidió a todos sus agentes, a raíz de la ejecución del periodista Manuel Buendía Tellezgirón en plena avenida Insurgentes, al borde de la afamada Zona Rosa de la CDMX.
El PRI no dejó que Bartlett terminara su tarea fumigadora con los servicios de espionaje, pues Salinas lo puso en Educación para acabar con el cacicazgo magisterial de Carlos Jonguitud Barrios. Salinas le encargó al Capitán Gutiérrez Barrios (como Srio. de Gobernación) crear un sustituto de la antigua DFS que años antes fundó, y nació el CISEN con auxilio de los servicios de espionaje militares y la Sección Segunda del Estado Mayor Presidencial, asumiendo el chismerío de la DFS, con enfoque especial en disidentes y opositores. Salinas no quiso que le volvieran a dar otro susto, como el que estuvo a punto de frustrarle su usurpación. Poco tiempo después murió Gutiérrez Barrios y el CISEN mal que bien siguió cumpliendo sus labores de espiar opositores y desafectos al régimen tecnocrático.
La llamada Inteligencia no le merecía mucha atención a los Doctores en Finanzas, más ocupados en obtener dinero de todos lados para compartir con su aristocracia y allanar el camino a las ambiciones de Salinas, aunque un heredero de Fouché (el franco-hispano Joseph Marie Córdova Montoya) utilizó el espionaje para filtrarse en los círculos más cerrados y exclusivos del país y tejer alianzas productivas. La Seguridad del Estado era traducida como seguridad y permanencia de la camarilla neoliberal. Esa mentalidad fue precedente y causante de Calderón, quien para pagar la encuesta que sirvió de ariete para imponer su usurpación, nombró a cargo del CISEN al director de la empresa demoscópica GEA-ISA, sin el mínimo conocimiento militar ni antecedente en tareas de Inteligencia. Los que hoy exigen a gritos “EXPERIENCIA Y PREPARACIÓN TÉCNICA” en los cargos que nombra el Presidente López Obrador, son los mismos que entonces aplaudieron la ignorancia en los puestos asignados, igual que sucedió en la designación del Srio. de Seguridad Pública, un ingeniero habilitado de “investigador policiaco”, hoy acusado en Brooklyn de sociedad con el narcotráfico.
El caso es que hoy, el general Audomaro al frente del CIN (CENTRO DE INTELIGENCIA NACIONAL) cumple con la discreción y eficacia acostumbrada la tarea tan delicada que le confía el Presidente López Obrador, dentro de las restricciones que le marca respecto a libertades y derechos humanos, con el aparato que le heredó la Corrupción del PRIAN y a pesar de los intereses personales que le quiso imponer el hoy candidato a gobernador por Morena en Sonora. Aunque muchos no sepamos, porque no se percibe (como debe ser la labor sigilosa y eficaz de la Seguridad del Estado), los mexicanos en conjunto estamos bien resguardados y el territorio y las instituciones están protegidos. Eso permite que el Presidente se enfoque en la atención de los Grandes Olvidos de gobiernos anteriores y dedique sus esfuerzos al BIENESTAR Y PROSPERIDAD DE LA UNIÓN, como juró sobre la Constitución.