¿Por qué López Obrador no pone orden en Morena?
¿Por qué López Obrador no pone orden en Morena?
Esa es una pregunta que muchos simpatizantes del proceso de transformación que vive el país, se hacen.
Morena está mal. Eso es algo inocultable. Es un partido fracturado, donde se lucha actualmente por espacios de poder, pero sobre todo, por la dirigencia del partido. Quien logré triunfar y hacerse con el control de Morena, asignará las candidaturas a los puestos de elección, que se disputarán en el 2021. Eso es lo que está en disputa.
Y sin embargo, siendo público el conflicto, el presidente se mantiene alejado del problema. Como si se tratara de algo que no lo toca, ni lo afecta.
Y tiene toda la razón del mundo.
En la conferencia matutina de este día, en respuesta a la pregunta de una reportera, López Obrador señaló que los conflictos que vemos en este momento dentro de Morena, se dan en todos los partidos políticos del mundo.
No es algo novedoso, o fuera de lo habitual, considerando que se trata de una renovación de dirigencia y hay por lo mismo corrientes políticas diferentes, enfrentadas al interior, para conseguir un triunfo que las coloque por encima de las otras.
El presidente señaló que solo opina cuando se trata de algo fuera de la normalidad y en este momento, lo que sucede en Morena no tiene un carácter relevante.
Hasta ahí hubiera quedado la explicación de López Obrador, de no haber insistido sobre el mismo tema, otra reportera.
Y el presidente abundó más sobre el tema.
En los procesos transformadores que viven las naciones, dijo, hay ocasiones en que un partido político se convierte en el ariete, o punta de lanza, que abre la primera vía para la transformación. El partido en ese caso, es la punta, pero nunca la lanza. Abre camino, pero no es la fuerza demoledora que provoca el cambio.
Ese papel le corresponde a la sociedad. Al pueblo.
Y señaló algo más, que es sumamente importante. No hay que confundir Partido, con Gobierno.
El partido es una pequeña fracción que representa a pocos mexicanos. El gobierno es amplio y debe responder ante la sociedad en su conjunto.
De todo lo dicho por el presidente podemos entender lo siguiente.
En este momento, los mexicanos contamos con un gobierno respaldado mayoritariamente por el pueblo.
La Cuarta Transformación es un proceso de cambio que tiene sus bases en estos dos pilares. Pueblo y Gobierno.
Los problemas de Morena son meramente partidistas y carecen de relevancia real, tanto para el gobierno, como para el pueblo.
Morena no es por tanto pilar de la Cuarta Transformación, aunque sí forma parte de ella. La situación que pasa el partido, no es anormal. Habrá dirigencia reconocida dentro de poco y serán estos personajes los responsables de su destino a futuro.
Pero lo que nos dijo el presidente con claridad este día, es que la Cuarta Transformación escapa a la órbita de Morena. Es el pueblo quien está apoyando al gobierno en el cambio que definimos para el país.
A ese respaldo, muchos lo identificamos con la palabra “obradorismo”. Un apoyo incondicional a las iniciativas, programas y proyectos que nacen del presidente y de su equipo de gobierno.
Son ellos quienes están luchando en contra de la impunidad y la corrupción. Son ellos quienes han definido los programas sociales para la atención de los más necesitados. Son ellos quienes enfrentan los ataques directos de la oposición.
El Partido está ahí, pero a fuerza de ser sinceros, debemos aceptar que muy poco ha hecho en estos dos primeros años, para dar impulso a la transformación.
Ya no es la punta de lanza, ni el ariete creado por López Obrador.
Las rencillas internas y la ambición de unos cuantos, lo ha minado. La fuerza que tiene en el momento actual, es reflejo natural del “obradorismo”.
El trabajo del gobierno y el apoyo del pueblo a este proyecto, han mantenido a flote a Morena. Y lo seguirán haciendo durante los procesos del 2021 y 2024.
Pero cuando el hoy presidente termine su mandato, esa luz que ilumina la ruta del Partido, se apagará también. Morena quedará sola ante la realidad que haya creado para afrontar el futuro.
Ese papel que jugará Morena más adelante, se comienza a definir en la presente elección para dirigentes.
Hay Secretaria General en este momento. Las encuestas la dieron como ganadora indiscutible en el proceso realizado.
En cuanto a la presidencia del Partido, no hay nada definido, de acuerdo a las reglas firmadas por los participantes, al inscribirse en el proceso para definir dirigencia.
La diferencia entre el primero y segundo lugar, no es significativa y de acuerdo a los lineamientos para designar al ganador, debe efectuarse un tercer proceso encuestador, del que saldrá el presidente del partido. Esto lo establece el reglamento en sus artículos 11 y 12.
Ese reglamento está firmado de puño y letra por todos los participantes.
No sabemos en este momento qué vayan a hacer los dos candidatos que están peleando por la dirección del Partido.
Hay posiciones que van desde enfrentar la última encuesta definitoria, hasta tomar las riendas de Morena por la fuerza, para negociar después desde una posición de ventaja. Llegar a un acuerdo “cupular”.
En los siguientes días sabremos si prevaleció la cordura, o si se prefiere seguir la vía de la irresponsabilidad.
Lo que deja claro el día de hoy el presidente López Obrador, es que es el pueblo el que debe empujar el cambio que trabaja el gobierno. Con o sin partido político como respaldo.
Lo que suceda con Morena será secundario, si hay detrás del presidente un “obradorismo” decidido y responsable.
Un pueblo que quiera construir su historia, opinando, defendiendo, apoyando y animando al gobierno que llevó al triunfo.
Por eso es que el presidente no interviene en asuntos del Partido.
López Obrador está identificado plenamente con su pueblo y en el confía para sacar adelante la Cuarta Transformación del país.
Días antes, había dicho algo bastante significativo: “Es mucho pueblo, para tan pobre dirigencia”.
Malthus Gamba