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Las mentiras en el escándalo de la Cámara de Diputados
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Las mentiras en el escándalo de la Cámara de Diputados

Desde el año pasado, el relevo en la presidencia de la mesa directiva de la cámara de diputados ha pasado por un proceso de jaloneos, controversias y manejos políticos desgastantes, derivados de priorizar aspiraciones particulares por encima de los procedimientos establecidos en el reglamento interno.

Dicho reglamento establece que la presidencia de la mesa directiva será ocupada el primer año del sexenio, por un miembro de la bancada que tenga la primera mayoría en número de diputados, y que durante 2019 le correspondió al partido Morena; el segundo año la ocuparía el partido que tuviese el segundo lugar en cantidad de diputados, y que durante 2020 le correspondió al PAN, y el tercer año a la tercera fuerza política en dicha cámara, y aquí comenzó el problema en el relevo de este año.

El Partido del Trabajo llegó en 2019 como la bancada que ocupaba el tercer lugar en número de diputados; sin embargo, a fin de que Morena pudiera hacerse del control de la Junta de Coordinación Política de la cámara hasta el 2021, el Partido del Trabajo le cedió a Morena un buen número de diputados, lo cual dejó al primero como la cuarta fuerza política de la cámara a partir de ese momento, quedando el PRI como la tercera.

En un intento por evitar que algún miembro del PRI ocupara ese cargo, Morena y el Partido del Trabajo volvieron a la práctica de traficar con diputados, cediéndole el primero dos diputados al segundo y comenzando así un proceso de jaloneos en el que el PRD también le cedió diputados al PRI. Si Morena cedía más diputados al Partido del Trabajo se corría el riesgo de perder el control de la Junta de Coordinación Política de la cámara, quien es en realidad la que marca la agenda legislativa. Es decir, Morena ya no podía ceder más diputados sin perder el control.

De tal suerte que las opciones eran, que Morena perdiera el control del órgano que marca la agenda legislativa para que el PT ocupara la presidencia de la mesa directiva, que comparado con la Junta de Coordinación Política es un cargo menor, o permitir que un miembro del PRI desempeñara la presidencia de la mesa directiva, que dicho sea de paso no reviste una gran relevancia en el funcionamiento profundo de la agenda legislativa.

La cámara no puede funcionar sin una presidencia en la mesa directiva, lo cual implicaría detener la transformación del país. Por esta razón, y a fin de conservar el control de la agenda legislativa, era necesario ceder la presidencia de esta mesa al PRI, como lo marca el reglamento interno, y se optó por esta opción.

Lo que resulta muy lamentable es que durante este proceso, se desinformó a la opinión pública y se generó un escándalo mediático a partir de la difusión de 4 mentiras. En primer lugar se sobredimensionó la importancia de ese cargo, cuando en realidad su función es puramente procedimental; convoca las sesiones y las modera; sin embargo, se le hizo creer a la gente que ese cargo implicaba el control de la agenda lo cual no es verdad.

En segundo lugar, se engañó haciendo creer que era el PT quien representaba la tercera fuerza política en número de diputados, y que por reglamento le correspondía el cargo; este derecho lo había perdido el PT en el momento en que le cedió a Morena los diputados que necesitaba para controlar la Junta de Coordinación Política, y automáticamente el mismo PT le cedió el derecho al PRI.

En tercer lugar se engañó a los ciudadanos, haciéndoles creer que existía la posibilidad de que la cámara siguiera funcionando, si los diputados de Morena evitaban votar para que el PRI asumiera la presidencia de la mesa directiva; si hubieran hecho esto, la cámara de diputados no hubiese podido sesionar, la agenda legislativa se hubiera detenido completamente y con ella también la transformación del país.

Y en cuarto lugar se llegó al grado de mentirle a la opinión pública, tratando de hacerle creer que la Secretaria de Gobernación había negociado con el PRI la entrega de ese cargo a cambio de que renunciaran a algunos de sus derechos, poniendo en tela de juicio la honestidad del mismo Presidente de la República. Aunque esto ya fue desmentido por él, la difusión de esta mentira fue un acto perverso y ruin, digno del más corrupto de los miembros del PRIAN. Lo grave es que fue difundida por un diputado del PT.

La democracia implica, entre otras cosas, la discusión pública de las ideas y la discrepancia en las conclusiones; lo que no está incluido en un proceso democrático sano es actuar en contra de la verdad, para intentar ganar apoyo de la opinión pública engañando a los ciudadanos. Así se hacía antes. Hoy debe prevalecer la honestidad y la verdad.

Como diría el filósofo alemán Frederick Nietzsche:

“Lo que me entristece no es que me hayas mentido, sino que ya nunca más podré confiar en ti”.

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