Ahora ya es clara la profunda motivación de los conservadores para tan recia defensa del viejo régimen y odio patológico al nuevo gobierno, pues han visto trastocados sus perversos intereses que les proporcionaban amplio poder político y pingües beneficios económicos que, como ha sido evidenciado, ronda los cientos de miles de millones de pesos tan sólo en los últimos dos sexenios.
Hemos visto como su posición se endurece y los ataque arrecian con miras a las elecciones a celebrarse el próximo 2021 en nuestro país, en la que la derecha verdaderamente estará luchando por su propia supervivencia como actores relevantes en el panorama político de México pues su ambición y podredumbre los llevó a una corrupción incontenible, extendida a todos los ámbitos de la vida pública, extendiéndose a la empresa privada, donde también se normalizaron estas conductas ¿Quién no supo de un comprador de empresa privada que aceptaba sobornos por la adjudicación de contratos con otro privado?
Por ello se haces esencial, imprescindible una moralización de la vida pública (y privada) de México, debemos cambiar por completo nuestra forma de relacionarnos dejando las prácticas inmorales y corruptas como deshacernos de un mal hábito. No es “normal” la mordida por pasarnos un alto, lo normal es no pasarse el alto. No debemos permitir en adelante el soborno ni la extorsión sindical.
Debemos comprender que una población de un país verdaderamente desarrollado no obedece las reglas y reglamentos por vivir en ese tipo de país, sino que una nación se vuelve desarrollada precisamente porque las personas respetan las leyes y reglamentos. Lo único que México necesita para crecer es estar compuesto por gente que no tolere la corrupción y la combata activamente.
Aunque corresponde a la autoridad investigar los múltiples actos de corrupción y conductas ilícitas de anteriores gobiernos, nos toca como sociedad evidenciarlos, señalarlos, increparlos y estigmatizarlos, pero siempre con información fehaciente, fidedigna, comprable y contrastada. Combatamos la percepción que la autonombrada oposición quiere implantar el el imaginario colectivo de que “todos son iguales” cuando intentan equiparar, por ejemplo un video descontextualizado y re interpretado sugiriendo una acto de corrupción que está aún por determinar como resultado de una investigación formal, con otro que forma parte de un expediente judicial.
Los políticos corruptos señalados en diversas investigaciones se defienden fingiendo ignorancia, o se apoyan en abogados igualmente imputados de conductas ilícitas encuentran eco a esas tomaduras de pelo en periodistas sicofantes, verdaderos mercenarios de la pluma, dispuestos a las mayores infamias por un precio, haciendo comparaciones históricas absurdas o desestimando evidencia como “era para la nómina”, declaraciones que son una autentica burla a la inteligencia.
A esto nos enfrentamos como sociedad, ahí está nuestra lucha, esto es lo que debemos combatir. La labor de las autoridades y su campo de acción esta perfectamente definido, pero nosotros también tenemos nuestra lucha, una labor encomendada por nosotros mismos al elegir la transformación de nuestro país. La democracia no es solamente emitir nuestro voto, es una forma de vida que implica amplias responsabilidades, y debemos estar claros en que la cuarta transformación no se hará sola.