El gobierno federal anuncia un acuerdo de cooperación sin fines de lucro con la República de Argentina, así como con la Fundación Carlos Slim y los laboratorios Astra Zéneca para el desarrollo, producción y distribución de una vacuna contra el COVID19, producto biológico que, en su momento, será de aplicación gratuita y universal a los mexicanos y que, si todo va bien, empezará su producción aproximadamente en noviembre próximo y estará disponible en el primer trimestre de 2021, un año antes de lo previsto.
En un vano e infantil intento de desviar la atención de la colusión con el crimen organizado de gobiernos neoliberales y de la profunda corrupción en ese régimen, la autoproclamada oposición puso en marcha una perversa campaña de desprestigio y calumnia contra el Presidente Andrés Manuel López Obrador y contra el Subsecretario Hugo López Gatell, acusándolos absurdamente de ser responsables de la lamentable pérdida de vidas que ha provocado la inconmensurable pandemia que hoy azota a la humanidad, argumentando lo que, en su opinión no calificada, ha sido un “mal manejo” de la emergencia.
Utilizando todas las falsedades que encuentran a su paso, estos sicofantes insisten en calificar el cubre bocas como panacea para la contención de la pandemia, cuando toda la evidencia científica demuestra que fuera de un ambiente controlado, con uso médicamente correcto y sólo por períodos cortos de tiempo, este adminículo no es de gran ayuda.
Aferrados a la pueril idea de que las pruebas para detectar la presencia del virus son, de algún modo que su limitado entendimiento les indica, una especie de vacuna o que, por sí mismas un dato de alto valor epidemiológico, se aferran exigiendo su aplicación generalizada, ignorando por desconocimiento o intencionalidad, que una prueba sólo es una “fotografía” de un momento específico y que no garantiza que no habrá un posterior contagio.
Se niegan a aceptar un concepto de tan básico entendimiento como es el ya famoso “aplanamiento de la curva”, que no significa otra cosa que haber evitado un crecimiento súbito y acelerado de contagios que, como sucedió en otros países, desbordaran el sistema de salud nacional, con la consecuente falta de espacios hospitalarios para atender a quienes lo necesitan. Nuestro país ha contado en todo momento de una cama de convalecencia para todo aquel que lo ha requerido.
Aunque hemos sufrido la lamentable pérdida de más de cincuenta mil vidas, definitivamente pudo haber sido peor, con mucho, de no haber tomado las medidas de aislamiento social y sana distancia, lo que nos ha premiado con bastantes más de 350 mil personas que se han recuperado de este terrible mal.
Se ha insistido continuamente que debemos prepararnos para una epidemia larga, con alto riesgo de rebrotes, pues la consecuencia de las medidas implementadas es la muy lenta dispersión del virus que afortunadamente parece ir ya en recesión, al menos por el momento. Por eso es una gran noticia la alianza mencionada arriba pues ahora hay una esperanza de que tendremos un antígeno mucho antes de lo que todos creímos posible y, con un poco de suerte, evitaremos sucesos como los que ahora mismo están viviendo los países que pasaron antes que nosotros por la pandemia.
Pero no es solamente la posibilidad de obtener una vacuna contra el COVID19, sino que, congruente con el amplio sentido social de éste gobierno, su aplicación será gratuita y universal, algo de lo que pocas naciones pueden presumir.