El período de más de 30 años de tecnocracia neoliberal que tuvimos que soportar no dejó otra cosa que una profunda corrupción, una comentocracia parasitaria y un empresariado obeso y abusivo, formula que saqueó el país dejando a su paso instituciones desmanteladas, prácticamente inservibles, una economía profundamente distorsionada, inequitativa y pervertida y un sistema de radio y televisión cuyo objetivo era desculturizar y despolitizar a la ciudadanía.
Desde siempre sospechábamos lo que ahora estamos comprobando a una velocidad vertiginosa: que la clase política no solo era corrupta, sino que estaba en contubernio con una clase empresarial creando una economía ficticia, basada en el tráfico de influencias y en indebidos privilegios como, por ejemplo, la condonación de impuestos, pero además y por si esto fuera poco, muchos políticos del antiguo régimen estaban coludidos con el crimen organizado.
El colmo de la desfachatez empresarial llega al poco tiempo de que el congreso de Oaxaca aprueba una ley que prohíbe el acceso de los infantes a los productos de bajo valor nutricional y alto contenido calórico pues los lideres del Consejo Coordinador Empresarial y de la Confederación Patronal de la República Mexicana salen en defensa de una industria que hace negocio en detrimento de la salud de los mexicanos. Hablamos de grupos empresariales dirigidos por personas que han perdido toda capacidad emprendedora, todo ingenio e inventiva, pues crecieron en un ambiente de negocios al amparo del poder, compadrazgo y negocios turbios, donde no importaba la calidad del producto o servicio, sino a quien conocías en los gobiernos, garantizándote jugosos contratos sin ningún esfuerzo y, para colmo con una legislación que permite olvidarse de la innovación al recargar las utilidades en la explotación del empleado.
Otra herencia maldita de aquella época son los intelectuales, analistas, comentaristas, columnistas y periodistas cuyas consciencias ellos mismos pusieron a la venta y que políticos, empresarios, grupos de poder y oportunistas gustosamente compraron, creando una élite de opinión acostumbrada a dictarnos a todos qué pensar, cual información debíamos conocer y, debido a la naturaleza de los medios tradicionales, no podíamos responder y ellos suponían que aceptábamos sin chistar. Es por ellos que ahora que las redes nos permiten hacerles saber nuestro pensar y sentir, se sienten agredidos.
Ninguno de estos grupos ha sido capaz de digerir la naturaleza y profundidad de un cambio que no sólo fue de gobierno, sino que ha sido una verdadera revolución de las consciencias, una autentica transformación de la vida pública en nuestro país, que ha empoderado al ciudadano dándole una voz que nunca antes había tenido, un renovado activismo y una profunda consciencia social.
Así vemos a quienes fueron despojados de prebendas y privilegios intentar posicionarse como oposición, como contrapeso pero finalmente sin encontrar un lugar en la nueva sociedad que no está dispuesta a permitir el comportamiento a que estaban acostumbrados. Como consecuencia recurren al lenguaje agresivo y hasta bélico, a la descalificación y, cuando nada de esto les funciona, a miedos inculcados en la década de los años cincuenta del siglo pasado, tales como la “amenaza comunista”.
Es por eso que, ahora que hemos conseguido voz, además de voto, debemos activarnos, participar, informarnos y combatir los remanentes de aquel viejo régimen que hemos expulsado del poder, pero que de ninguna manera está derrotado. Recordemos que la bestia es enorme y que tardará en caer, dejando una estela de destrucción en el proceso.
Juntos podemos evitar que los enemigos de México regresen al poder, organizados somos mas fuertes, la transformación de nuestro querido México no depende de un hombre, sino del esfuerzo colectivo de todos y cada uno de nosotros. El todo es mayor que la suma de sus partes. Esto apenas empieza, pero puedes estar seguro que JUNTOS HAREMOS HISTORIA.