A dos años del triunfo electoral de AMLO: Logros y retos
Al valiente Secretario de Seguridad Ciudadana CDMX Omar García Harfuch,
deseándole pronta recuperación.
El primero de julio de dos mil dieciocho marcó un hito en la historia contemporánea de nuestro país.
Por vez primera, un candidato presidencial de la oposición fue un triunfador indiscutible y absoluto de la contienda electoral, pero no sólo eso, sino que además ¡nadie le escatimó el triunfo electoral!
También, desde el año de mil novecientos noventa y siete, el Congreso de la Unión, en sus dos Cámaras, era electa como mayoría absoluta la coalición que postuló al ganador en la elección presidencial.
Los derrotados reconocieron al ganador ¡el mismo día de la jornada electoral, el Instituto Nacional Electoral publicó el Programa de Resultados Preliminares (PREP) con resultados que arrojaban una votación históricamente alta para el candidato de la izquierda, que superaba en mucho las estimaciones de las encuestas de salida. Lo anterior fue posible gracias a la masiva, copiosa y entusiasta participación del electorado, puesto que, debido a lo anterior, a los “mapaches” del PRI y del PAN les fue imposible hacer fraude electoral, tal y como históricamente habían acostumbrado.
Es paradigmática la crónica narrada por Salvador García Soto en la cual se relataba el ambiente lúgubre, de funeral, que se vivió ese histórico día en la todavía residencia oficial de Los Pinos (hoy, gracias al gobierno de la Cuarta Transformación, encabezado por el licenciado Andrés Manuel López Obrador, ese faraónico recinto de privilegio en donde sentó sus reales la cúpula del poder político en los sexenios priístas y panistas, se destinó a ser un centro cultural en beneficio del pueblo y, actualmente, sirve como área de descanso y atención al heroico personal médico y de enfermería que está batiéndose en lucha en contra de la pandemia producida por el COVID 19) siendo destacables las descripciones de las caras largas y los rostros de tristeza de quienes habían sido los beneficiarios únicos e indiscutibles de las mieles del poder, en detrimento de la mayoría de los mexicanos, sabedores que sus días de privilegios y saqueos estaban ya contados a partir de esta fecha bendita, parteaguas en la historia contemporánea de México.
¿Cómo olvidarlo? Fue la primera vez que un contundente voto mayoritario era respetado y aceptado por todos.
Fue la primera vez que el pueblo sufragante activo de su derecho al voto se percató del enorme poder que tiene al momento de acudir a votar. Fue la primera vez que no valieron tortilleros, servilleteros, bolsitas para el mandado, monederos electrónicos sin fondos, con el logotipo del otrora “partidazo”, sino que, el pueblo ejerció digna y gallardamente su derecho a elegir democráticamente a sus autoridades y representantes populares.
Fue la primera vez que las “urnas embarazadas”, las “casillas zapato”, la “operación tamal”, el “ratón loco” no pudieron cambiar el sentido de la voluntad mayoritaria de un pueblo cansado de las vejaciones, humillaciones, atracos y saqueos de una corrupta clase política cuya única vocación siempre había sido vivir a costa del erario. Fue una verdadera fiesta de la democracia. A dos años de distancia de esa revolución pacífica y popular, la Transformación del país es palmaria, es evidente.
Se han acabado los lujos y privilegios de la alta burocracia. Hoy, como nunca, se combate a la corrupción sin tregua alguna. Hoy, como nunca, se les está pegando a los delincuentes en lo que más les duele, en el dinero, gracias al excelente trabajo de la Unidad de Inteligencia Financiera, a cargo del Doctor Santiago Nieto, incansable atalaya del combate de las actividades ilegales financiadas con los recursos de procedencia ilícita.
Hoy tenemos una libertad de expresión como nunca antes respetada (tan es así que la mayoría de los medios de comunicación -TV, radio y prensa escrita- se dedican a denostar las acciones del actual gobierno sin que nadie los censure, sólo se ejerce el derecho a la réplica, no siempre concedido por los medios de comunicación que parecen encabezar a la oposición a los cambios que se están generando en la Cuarta Transformación, pues fueron beneficiados de las mieles presupuestales por concepto de “publicidad” que los gobiernos del PRI y del PAN generosamente les otorgaban -para generar contenido y percepciones favorables a sus mezquinos intereses. En mi pueblo eso se llamaba “chayote”).
El actual Gobierno se ha enfrentado a una oposición política enorme, como sólo la tienen y la han tenido los gobiernos de orientación progresista y popular, pues no sólo la integran los partidos políticos de la derecha, sino que además diversas cúpulas empresariales y una gran cantidad de medios de comunicación. Los retos son enormes, pero las bases de la Cuarta Transformación de la vida pública del país ya han estado poniéndose en las superestructuras institucionales y jurídicas.
El pueblo, no obstante los ataques canallas de toda la oposición cicatera (por la crisis del COVID 19, la oposición en otros países no les escatimó a sus respectivos gobiernos su apoyo; no fue el caso de la oposición mexicana) se ha dado cuenta del gran esfuerzo encabezado por el actual Gobierno para paliar la crisis económica derivada de la pandemia mundial por COVID 19, así como continuar a fondo la lucha en contra de la corrupción que es, por mucho, el principal mal que ha aquejado históricamente a nuestro amado México.
Por vez primera un gobierno se dedica al apoyo de la población más necesitada de esa ayuda y no al “rescate” de las élites empresariales (por lo menos que yo recuerde, tengo cumplidas cuatro décadas de vida y no me viene a la memoria que en las crisis económicas durante la época del PRI y del PAN se hubiera apoyado a la mayoría del pueblo, como lo está haciendo el actual gobierno).
Hay que tener en claro algo sumamente importante: la Cuarta Transformación no es logro ni propiedad de Andrés Manuel López Obrador solamente, ni de quienes lo acompañan, ni de los partidos políticos que lo postularon. El Presidente López Obrador es el líder que la encabeza, eso es innegable, pero la Cuarta Transformación es logro del pueblo de México, es patrimonio de todas y de todos los mexicanos. La inmensa mayoría de los mexicanos deseamos consolidar este proyecto de Nación, porque dudo mucho que la inmensa mayoría del pueblo, anteriormente esquilmada e ignorada, anhele regresar a los tiempos en los cuales sólo era visitada por los políticos en los procesos electorales, pero jamás volvían a resolver las ingentes problemáticas que la han aquejado desde siempre. La Cuarta Transformación es obra y producto del Pueblo de México. La Cuarta Transformación se ha dado gracias a usted, inteligente lectora, atento lector.
Reflexionemos en torno a los grandes retos que aún existen, pero también en que se están sentando las bases de una transformación de raíz, de fondo, de la vida pública nacional, en la cual todas y todos tengamos las condiciones de una vida con calidad, democracia y seguridad, en todos los sentidos. Piénselo sólo por un instante, por favor: ¿A usted le gustaría regresar a un régimen de cleptócratas oligárquicos, que en nada vieran por la mayoría de la población y sólo pensaran en acrecentar sus particulares negocios y patrimonios mal habidos?
A mí, por supuesto no.
Miguel Francisco Barrera Aldama.
Abogado, profesor y escritor.