No cabe duda que emergencias como la actual nos lleva como sociedad a demostrar lo mejor y lo peor de nosotros mismos, a los más grandes sacrificios y muestras de solidaridad y a los peores sentimientos. Vemos personas que desinteresadamente exponen su integridad física en pos de sus semejantes y a individuos tratando de obtener beneficios personales o de grupo utilizando el pánico como medio conductor.
Reconocemos y agradecemos de todo corazón a todo el personal dentro y alrededor de la salud que hoy tienen en sus manos el peso de la esperanza de un país entero que confía en ellos para que las víctimas de esta pandemia sean las menos posibles, y lo hacen descartando la posibilidad de que ellos mismos sufran esa fatal suerte. Este desprendimiento del bienestar propio a favor del bien común es, francamente, impagable.
También debemos honrar a aquellos que, por sus responsabilidades regularmente arriesgan sus vidas, pero que hoy es un doble esfuerzo ya que aun cuando sabemos que la labor de bomberos, rescatistas y personal del orden es intrínsecamente peligrosa, en esta emergencia la sencilla acción de presentarse a trabajar implica ya una afrenta a su vida, que ellos aceptan para que tú y yo nos quedemos en casa, sanos y salvos.
El aislamiento voluntario implica una mayor demanda de servicios básicos, que requieren el trabajo intenso e ininterrumpido de personas, quienes también se colocan en la línea de fuego, como son electricistas, personal recolector de basura, trabajadores del sistema de agua, etc.
Así mismo es de admirar el trabajo de personas cuya labor no es catalogada como esencial en estricto sentido, pero que procuran la permanencia de una cohesión e identidad como sociedad, como estado, como país. Ellos son los políticos de buena Fe, los no corruptos, aquellos que tienen un genuino interés por México.
Especial agradecimiento debemos AL Dr. Hugo López-Gatell y a todo su equipo y colaboradores que, junto con el Canciller Marcel Ebrard, han logrado crear y poner en marcha una estrategia sólida y con fuerte base científica para hacer frente a esta pandemia y que nuestro país salga lo mejor librado posible. Trabajo que, muy a pesar de las críticas mezquinas de algunos odiadores, es amplia y recurrentemente reconocido por autoridades sanitarias de todo el mundo.
Hay otro grupo de personas cuyo sacrificio no es públicamente reconocido, pero que está a la par de todos los anteriores. Gente que expone su vida diariamente con el único objeto de que tú y yo estemos informados: Los periodistas y comunicadores.
Desafortunadamente no puedo, en buena consciencia, generalizar, ya que existe un puñado de integrantes de este gremio que, por haber perdido inmorales privilegios, se dedican a la fabricación de paparruchas, mentiras, manipulación y chismes. Se han convertido para ellos, en moneda de cambio, en su afán de imponer a todos los mexicanos el regreso a tiempos que buscamos desterrar para siempre.
Estos apátridas se enfrentan a verdaderos guerreros: periodistas y comunicadores que todos los días analizan, investigan y desmienten la infodemia basada en noticias falsas con riesgo a sus vidas, sea por efecto de la pandemia, sea por amenazas de muerte. A ellos queremos enviar nuestro profundo agradecimiento y solidaridad, pues no existe tal cosa como demasiada información.
Valga esta columna como humilde homenaje a esos incansables periodistas que desinteresadamente se ponen en peligro para que nuestro pueblo no sea engañado nunca más. De pie y con sombrero en mano, los saludo.
Siempre sumemos, nunca restemos. México es mucho, muchísimo más que la suma de sus partes. Y por favor, si puedes ¡QUEDATE EN CASA!