Por una legítima politización de la crisis
La emergencia mundial sanitaria del COVID-19 nos ha cambiado a todos y todas la perspectiva; de nuestras vidas personales, nuestros proyectos a mediano y corto plazo, nuestras preocupaciones y nuestras fuentes de sustento. A nivel social, también ha expuesto diferentes formas de concebir al estado, a los aparatos de gobierno y a las diferentes identidades nacionales, sociales y culturales que existen alrededor del mundo.
En pocas palabras, la contingencia nos ha obligado a mirar hacia dentro de nosotros mismos y examinar muchísimas cosas que, en la vida cotidiana, eran difíciles de ver. Así opera la normalidad; esconde los residuos que la organización de la vida diaria produce, y así funciona la crisis; ante la suspensión de lo normal, nos vemos forzados a recurrir a nuestros instintos primarios, a lo que la normalidad había dejado pendiente, escondido, flotando.
Por supuesto, la esfera política no es la excepción, no escapa al fenómeno de la crisis. Tenemos que decirlo así, admitirlo plenamente: México, con el mundo, está en crisis. No podemos cerrar los ojos a lo que nos depara: una recesión económica mayúscula, crecimiento global del desempleo, decrecimiento del consumo y un sinfín de problemas sociales y políticos a lo largo del globo: en definitiva estamos por enfrentar una crisis.
Lo que propongo en este texto es contravenir a la idea de que no debemos politizar el asunto del COVID-19 y la crisis que el virus trae consigo. Es decir, estoy en desacuerdo con Andrés Manuel en este sentido: su llamado a no politizar fue dirigido a los opositores que, en realidad despolitizan los problemas al volverlos partidistas: la política no es la competencia entre partidos para llegar al poder, la política es la lucha por la transformación de la realidad y el poder es solo un medio para lograrla.
Ahora bien, cualquier crisis es un buen punto de partida para analizar lo que queremos disputar en la verdadera política, la que lucha por transformar la realidad. La razón por la que las crisis nos dan esta oportunidad es porque la realidad misma nos desafía y amenaza con superarnos; la crisis des-normaliza la política y exhibe los fundamentos de los actores políticos.
En México, la crisis ha sido aprovechada por la oposición para golpear al gobierno federal; esto no es política, es partidismo; evidencia que, tanto el poder mediático que urge por predicciones sobre muertos en el paìs, o gobernadores como Alfaro, en Jalisco, que contravienen a la autoridad sanitaria federal para luego desdecirse al ser exhibidos como equivocados; todo ese universo de actores políticos no hacen política, sino politiquería.
La verdadera política está en las decisiones que se toman en pos de transformar la realidad, o, en caso de la crisis, en proteger a la población de esa parte de la realidad que nos rebasa, que no podemos controlar. La verdadera política busca incluir a los que están excluidos; por eso, mientras que la oposición y cierto sector de la sociedad urge a que el presidente llame a guardarse en casa, Andrés Manuel tiene claro que una parte de la población necesita ganarse el pan día a día, y si no saliera de su casa, el hambre la alcanzaría antes que cualquier virus.
La auténtica política está en las decisiones que se han tomado para adelantar la entrega de los programas sociales a adultos y adultas mayores, o la cancelación de fideicomisos para financiar al estado en el fortalecimiento de programas sociales, los créditos que se busca reactiven la economía y el fortalecimiento de PEMEX ante la caída mundial de los precios del petróleo.
La politización que debemos defender es aquella en la que hacemos visible que las acciones concretas que se deciden están encaminadas a representar a la colectividad, pero sobre todo a la población históricamente excluida de la economía nacional, que no puede guardarse en casa.
Para evitar que el discurso despolitizador de la oposición reduzca los problemas del país a la lucha entre partidos políticos por hacerse del poder, nuestro deber es recuperar el significado natural de la política y defenderlo; hacer entender que la política se trata de la toma de decisiones que afectan -para bien o para mal- a la totalidad de la población, del cuerpo social.
Nos urge hacer política, conciliar, tomar decisiones y representar a la población más vulnerable: la política es vitalmente necesaria, sobre todo en tiempos de crisis.