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La comentocracia se niega a morir
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La comentocracia se niega a morir

En su columna del día de hoy, Raymundo Riva Palacio, uno de los periodistas conservadores más favorecidos durante el corrupto periodo neoliberal, escribe que está próxima una crisis nacional. Habla de que la licitación y compra de medicamentos para cubrir las necesidades de salud en el país, se descuidó. Señala que en este momento, hay niños muriendo en varios hospitales, a consecuencia de la falta de medicinas.

Entre otros culpables que encuentra, sin ofrecer mayores datos, está en doctor Hugo López Gatell, subsecretario de Salud en el gobierno de la Cuarta Transformación. Un servidor público intachable en su conducta personal y profesional.

Riva Palacio, odiador permanente, contrario toda política pública impulsada por el presidente López Obrador, escribe y acusa sin presentar prueba alguna sobre su dicho. Y esto es grave cuando se está acusando a funcionarios de la actual administración, de la muerte de menores de edad, por actos de incompetencia.

Mentir, como lo ha dicho el presidente en reiteradas ocasiones, es parte de la ideología neoliberal. Mentir a diario, con el ánimo de desacreditar al presidente y al gobierno que encabeza, es consigna en toda la prensa conservadora.

Pero dentro de todo este esquema de noticas falsas, se había observado hasta el día de hoy, una regla moral, o ética, que no podía ser rebasada sin caer en la calumnia vil que afecta el profesionalismo y la honorabilidad de terceros.
Riva Palacio y otros como él, están rompiendo esa regla no escrita, ante el evidente fracaso de las demás estrategias conservadoras para debilitar el apoyo social que disfruta el presidente López Obrador.
El terreno de la calumnia que no aporta argumento, ni prueba alguna, es el campo de batalla preferida por los comentócratas conservadores a sueldo.

Recordemos que Raymundo Riva Palacio, aparece en la lista de los periodistas que más contratos de publicidad pública consiguieron de los gobiernos neoliberales. Millones de pesos para el portal propiedad de este periodista, disfrazado como una sociedad en la que están integrados más accionistas.

Decir que hay niños fallecidos a consecuencia de la falta de medicamentos, sin dar el nombre de los hospitales donde han ocurrido estos hechos, ni tampoco revelar la identidad de las supuestas víctimas, es difundir información incompleta, en el mejor de los casos, o falsa, cuando se hace premeditadamente, a sabiendas de que no existen elementos que respalden la acusación.

Riva Palacio se distingue por practicar este tipo de periodismo sin ética. Es un aplaudidor de personajes oscuros o siniestros, como en el caso del actual presidente de la COPARMEX, Gustavo de Hoyos Walther, a quien hace unos días dedicó una columna cargada de alabanzas y aplausos. Gustavo de Hoyos quiere ser candidato a la presidencia del país en el 2024 y hace campaña con ese fin.

Lo que buena parte de la sociedad mexicana sabe en este momento, es que Gustavo de Hoyos es un títere manejado por Claudio X. González Guajardo, uno de los “cerebros” de la ultra derecha mexicana. Esa derecha acostumbrada a no pagar impuestos, al tráfico de influencias, al enriquecimiento sin medida y al saqueo nacional.

Riva Palacio es uno entre varios periodistas que dejan la ética fuera, antes de entrar a sus oficinas.
Calumnian sin descanso todo intento de recuperación nacional. Defienden el neoliberalismo que tanto les otorgó, a cambio de ser incondicionales al régimen.

Esta etapa, donde la calumnia se vuelve forma periodística cotidiana, tiene que ver con el fracaso de las demás estrategias conservadoras para posicionarse en el ánimo social, antes de las elecciones intermedias del 2021.

La derecha mexicana, no ha podido avanzar un paso, después de la derrota electoral sufrida en 2018.

El pueblo de México no quiere saber nada que suene a neoliberalismo. Los partidos políticos del pasado, están en grave riesgo de desaparecer en las siguientes elecciones y el nuevo partido conservador que pretende crear Felipe Calderón, es repudiado por la mayoría de los mexicanos.

Una medición reciente, señala que el 82% de los ciudadanos encuestados, jamás votarían por México Libre.
El panorama para los conservadores es desolador.

El Paro Nacional de Mujeres y la Marcha Feminista que se verificarán en unos días, son los últimos cartuchos que intenta provechar la clase reaccionaria.

Se han montado en estos eventos legítimos de las mujeres y no se descarta que la violencia de los grupos radicales controlados por los conservadores, intenten crear un clima de terror y destrucción, durante los actos que se tienen programados.

La intención es desacreditar al gobierno de la Cuarta Transformación y al presidente López Obrador, tanto en el caso de que se intervenga para impedir la violencia y destrucción (a lo que llamarían represión), como en el caso de que no se intervenga y solo se proteja el mobiliario urbano y los monumentos históricos que pudieran ser afectados (a esto lo llamarían indolencia).

La sociedad mexicana apoya plenamente las manifestaciones feministas, como parte de la libertad de expresión que disfrutamos todos los integrantes de esta sociedad. Pero al mismo tiempo, pedimos que no se permita que grupos de infiltrados realicen actos de vandalismo que empañan la causa original de la protesta.

Esos grupos son patrocinados por una clase conservadora en decadencia, que intenta sacar provecho particular, de cualquier acto social legítimo.

En realidad, la única causa que apoyan, es la de la corrupción. Durante el neoliberalismo, la corrupción los enriqueció y por eso desean que vuelva.

Los periodistas conservadores son la otra parte de esta guerra sucia, que en realidad poco consigue.
Difunden información adulterada, con el fin de intoxicar la opinión de los ciudadanos y hacerlos regresar al redil de control mediático que antes conducía la prensa conservadora servil, sin oposición de nadie.
Las redes sociales trabajan actualmente en el desenmascaramiento de estos difusores de noticias falsas. De estos mentirosos a sueldo que pretenden contaminar el cambio que vive el país.

Son los restos de un periodismo del pasado acostumbrado a privilegios y trato preferencial.
Raymundo Riva Palacio es ejemplo claro de una comentocracia que se niega a morir, pero que tampoco quiere cambiar para sobrevivir. Lo único que hacen actualmente, es acentuar su falta de calidad periodística y su profundo odio hacia un gobierno al que apoya la mayoría de los mexicanos.

Las noticias, escandalosas, amarillistas, que no son acompañadas por pruebas reales, deben ser vistas con desconfianza.
Son los estertores de una clase privilegiada que en realidad, se sintieron parte de un “Cuarto Poder”, al que la Cuarta Transformación, las redes sociales y la conferencia mañanera, han convertido en poder de quinta.
La calumnia no tiene futuro en un país que cambia para bien.

Malthus Gamba

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