Y de repente… los conservadores se volvieron ‘feministas’
Fuerte la protesta feminista en estos últimos días. Fuerte también el justo disgusto social, por el asesinato brutal de una menor de edad en la Ciudad de México.
Ambas situaciones reflejan lo que el presidente López Obrador ha calificado como “deterioro social”.
El feminicidio es un acto reprobable. Es un crimen de odio contra la mujer, por el hecho mismo de ser lo que es: mujer.
De ahí en adelante puede argumentarse lo que sea. Habrá quienes muestren interés en que se atienda este tipo de delito por separado y otros que estén de acuerdo con el presidente del país, quien ha planteado e impulsado la estrategia de atender las raíces de la violencia, para terminar en una sola acción conjunta, con la inseguridad y la violencia que vive hoy el país.
Ayer, el titular del poder ejecutivo se manifestó a favor de que se constituya una Fiscalía Especial para delitos relacionados con el feminicidio. “Todo lo que contribuya a la solución del problema, es aceptable”.
Ahora es cuestión de la Fiscalía General de la República y en su caso del Congreso del Unión, dar vida a la institución que solicitan los grupos feministas.
Esta nota intenta referirse en forma específica, a las acciones de quienes intentan aprovechar cualquier situación que se dé en nuestro país, para conseguir beneficios particulares o de grupo, mostrando una solidaridad inexistente con aquellos que viven un problema, o una desgracia de cualquier orden.
El feminismo tiene infinidad de defensores de buena fe. Gente que se solidariza con una lucha auténtica, en la que el centro de la demanda, está en la exigencia de seguridad para todas las mujeres.
Se pide proteger la vida y encontrar las vías preventivas y legales para disminuir y en su caso eliminar el problema.
En ese contexto arrancan las manifestaciones de protesta hacia el gobierno federal, por ser el centro del cambio que está viviendo el país.
Pero de alguna manera, se está dejando al margen la responsabilidad que gobiernos estatales y municipales tienen, en lo que respecta a los asuntos de seguridad pública. Poco se ha tocado a los presidentes municipales y a los gobernadores en los Estados, donde se presentan, en forma recurrente, este tipo de delitos.
Nadie los señala. Pareciera que no hay obligación alguna que deban atender. Los delitos del fuero común, deben resolverlos las autoridades locales. Al gobierno de la república solo le competen los asuntos relacionados con el fuero federal. Así lo marca la Constitución y el marco legal.
Todo lo descrito anteriormente, es del conocimiento de los medios de comunicación conservadores. Conocen las esferas de responsabilidad de cada área de gobierno. Sin embargo, en los tiempos que estamos viviendo, donde los grupos reaccionarios se encuentran derrotados y arrinconados por una sociedad que les muestra su desprecio, el uso de cualquier noticia para alcanzar fines políticos, es el pan de cada día.
La defensa que los conservadores hicieron en estos días, a favor de los grupos feministas, tiene por objeto atacar y restar apoyo social al gobierno de la Cuarta Transformación. Se tiene la seguridad de que los grupos violentos que causan destrozos durante las manifestaciones, son patrocinados por determinados actores del conservadurismo.
La protesta violenta de estos grupos, se incrementó cuando circuló la noticia de la muerte de Fátima, la menor a la que nos hemos referido. Se acusó en forma inmediata al presidente y a su gobierno, de haber llegado al límite de la incompetencia y de proteger acciones machistas. El que una niña fuera víctima de la violencia feminicida, resultaba intolerable para la sociedad.
Al final, los grupos extremistas que acusaban de esta manera al presidente y al gobierno de la Cuarta Transformación se que callados al descubrirse que fue una mujer y no un hombre, quien secuestró a la menor a la salida del colegio.
Y no es que el acto de brutalidad sufrido por Fátima cambie en algo. El crimen es el mismo.
Lo que se altera es el enfoque que quiere darse a una tragedia. El uso que se intenta dar a un hecho doloroso, que debiera movernos a la pena y a la búsqueda de la verdad.
Se partió premeditadamente de una especulación que no correspondía a la realidad. Sobre ese supuesto, la prensa conservadora desarrolló una campaña de desprestigio, no con el afán de solidarizarse con la víctima y su familia, sino con la intención de golpear políticamente al gobierno de la Cuarta Transformación.
El dolor mostrado por los comunicadores de la derecha, estaba aderezado en todo momento con críticas al gobierno federal, por una situación que a final de cuentas era de la competencia de la autoridad de la Ciudad de México.
En este momento se tiene la imagen y el nombre de la mujer que secuestró y aparentemente privó de la vida a la menor. Se encontró la casa en que se presume sucedieron los lamentables hechos.
Todo lo que en principio había publicado la prensa reaccionaria, se vino abajo. Intentaban relacionar la manifestación feminista, con la muerte de Fátima, para acusar al gobierno federal de incompetencia, ante graves hechos de feminicidio.
Sobre esa forma de aprovechar la tragedia humana, quería escribir hoy.
No permitir la revictimización de quienes padecen violencia, o pierden la vida, es una de las banderas feministas.
Los medios de comunicación convencionales, hacen eso precisamente. Usar a las víctimas, exhibirlas, traficar con su pena, para alcanzar fines políticos, es revictimizar.
Especular y señalar culpables, antes de investigar, dice mucho de este tipo de periodismo. En todas las noticias que afectan al país y a la sociedad, el primero y único culpable que encuentran, es el presidente de la república.
Su parecido a las aves de rapiña que buscan despojos, o esperan pacientemente la muerte de alguna posible víctima, es evidente.
Esconden cualquier logro alcanzado por el actual gobierno y difunden cualquier hecho que piensan puede serles desfavorable, en forma distorsionada.
Cuando estos cuervos nos dicen que están de luto, por alguna tragedia que se vive en el país, en realidad trabajan felices, pues han encontrado una nueva desgracia que pueden explotar a su favor.
Aplaudible cualquier tipo de solidaridad con quienes sufren y exigen justicia.
Lamentable la posición de quienes fingen una solidaridad inexistente y que usan la tragedia humana, para fines personales y de partido.
Debemos tener cuidado con la desinformación que difunden los medios de comunicación, que practican un periodismo que tiene como fundamento el beneficio personal y no la búsqueda de la verdad.
Es aconsejable no dar crédito a quienes usan la desgracia pública, como arma política.
Malthus Gamba