@_BarbaraCabrera
“La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo”
Epicuro de Samos
Les platico, en México los días 1 y 2 de noviembre tenemos una festividad para recordar a aquellos que se nos adelantaron en el camino, la cual se llama día de muertos. Es tiempo en que bailamos para celebrar la vida y enaltecer la muerte.
En esta época los mexicanos hacemos uso del humor y del ingenio que nos caracteriza, ponemos altares de muertos que incluyen elementos tales como calaveritas de dulce, pan de muerto, agua, comida, ofrendas varias, retrato de la persona recordada, flores, cruz, copal e incienso, velas; además, el papel picado engalana algunos lugares y las flores de cempasúchil con su olor característico hace sentir estas fechas.
Las multitudes visitan los panteones; se juega con la muerte con coplas conocidas como calaveritas, consistentes en una ironía dedicada a determinados personajes rumbo a su trayecto a camposanto; unas son simple algarabía y otras se destinan a trollear a ciertos personajes que representan los pasajes más funestos de la política; como muestra véanse “Calaveras Nornilandia 2016: para joder al poder”, “Calaveritas polacas” y “Calaveritas-Nornilandia”.
Es así que decidí dedicar en esta ocasión otra Nornilandia a estos últimos y los elegidos son cuatro, para dejarlos con ganas de más.
¡Comenzamos!
AL NEOLIBERALISMO RAMPLÓN, CORRUPTO Y SALVAJE
Érase una vez un funesto panorama /
donde borolistas y fifís bailaban con la calaca /
festejaban sin cesar a pesar del gran fantasma /
que rondaba por ahí, sin importar la cloaca /
un día el país gritó ¡ya no más! ¡me cansé de tanto miasma! /
y agolpados los corruptos y aplaudidores de caca /
no les quedó más que correr directito a la chingada /
Muy ufana la huesuda, despojada de sí misma /
pregona que al neoliberalismo, se le terminó el cuento de hadas /
sepultadas en ultratumba quedaron sus marranadas /
sin datos, ni WiFi para no tuitear, olvidando la trolleada /
Ahora sin ton ni quedarán enterrados en la nada.
A EMILIO LOZOYA, ROSARIO ROBLES, GERARDO RUIZ ESPARZA, CARLOS ROMERO DESCHAMPS Y LOS QUE SE SUMEN
A un puñado de malhechores los atrapó ya la muerte /
se creían los muy impunes aplicando la ley fuga /
pero la huesuda apareció cambiándoles ya su suerte /
uno a uno los llamó para aplicarles la purga /
y aunque Emilio escapó, pues Rosario ya cayó /
sin importar privilegios a los que están sin serrote /
no se olviden que los ronda la justiciera calaca /
que tarde o temprano los conducirá al bote /
agarrados de una pata /
así entre lamentos y chillas les quitará lo robado /
para regresarlo al pueblo que tanto ha sido saqueado /
gritémosles ¡nunca vuelvan! ¡ya quédense en las tinieblas!
JUAN COLLADO, EL ABOGÁNGSTER DE LAS LACRAS
Mañoso, cínico y cochupero resultó ese Juan Collado /
con sus contactos y mafias se convirtió en todo un pillo /
hoy la calaca lo ronda en su celda, donde ahogado /
y hasta el cuello de implicado se encuentra ese raterillo /
El que quiso sorprender, pasando por respetable /
hoy brama por libertad, y chilla el abogadillo /
el que no engaño a la muerte aunque haya hecho la finta /
por lo que la justiciera, abriéndose paso entre las tumbas /
lejos, muy lejos se lo llevó por ramplón /
allá donde no hará de las suyas, este presunto ladrón.
EL COMANDANTE BOROLAS
Un pestilente sexenio de estulticia y mala muerte cubrieron un gran país que resultó fulminado /
por la guerra de un Borolas que a todo destilado le entra con aires de bravucón /
personaje cínico que por su delirium tremens una guerra declaró /
como si no le bastara un sexenio no alcanzó /
Hoy pretende regresar con un dizque partidillo /
que lo saque de la cloaca, aunque todo lo que toque lo termine haciendo caca /
el Comandante Borolas aparece en cada evento moralmente derrotado con semblante abotagado /
y ni sus bots ni sus trolls, le ayudarán en sus filas /
sin estructura ni nada solo le queda la muerte y un boleto a la tiznada.
Ahora sí ya me despido, dejándoles esas coplas; y antes de que la huesuda me lleve y a ustedes les jale las patas, les digo ¡hasta la próxima Nornilandia!
Esta columna fue publicada por primera vez en Nornilandia