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La ‘dictadura’ del proletariado
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La ‘dictadura’ del proletariado

Textos y Contextos

Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera

Cuando los líderes de opinión de la derecha mexicana decían que con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia habría una dictadura tenían razón.
Este domingo, se confirmó que en el país se impuso la dictadura del proletariado, ese alud de gente que fue a las urnas por convicción propia a refrendar el proyecto al que hace seis años le dio su confianza.

Ese fenómeno social que está siendo la llamada Cuarta Transformación es precisamente el que, ensimismada, la derecha se resiste a creer y por lo cual tuvo un proceso electoral tan desastroso este 2024.

El conservadurismo perdió la presidencia, siete de nueve gubernaturas, recibió una paliza en las cámaras y, en la Ciudad de México, fue desterrado de alcaldías como Tlalpan y Azcapotzalco. El recuento de los daños les debe ser fatal.

La más grande derrota para el Partido Acción Nacional fue perder Yucatán, un bastión clave para su causa con lo que se confirma que su barco se hunde.

Pero es precisamente donde está su falla. De inmediato, al conocer los resultados, los opinadores de medios como Latinus y Atypical (si a eso se le puede denominar medio de comunicación) apostaron por un discurso clasista, por menospreciar la decisión de la mayoría y, precisamente, por afirmar que, ahora sí, se viene la dictadura.

No entienden que no entienden. La respuesta no está en denostar a las bases sociales con un discurso que en el fondo ni ellos se creen; para la derecha, la clave estaría en comprender que no tienen un proyecto ni mucho menos ideales. En México, desde hace décadas, a los conservadores los mueve el dinero y cuando éste se acabó porque perdieron el poder, también se quedaron sin rumbo.

La llamada Marea Rosa fue sólo un espejismo cuya realidad quedó al desnudo en las elecciones pasadas. Ese movimiento de gente enojada que sólo ve en la izquierda a “ignorantes y pobres” debe de mirarse a sí mismo y analizar dónde están sus fallas, porque, durante dos elecciones federales, una inmensa mayoría les ha impuesto su proyecto.

¿Y quienes son esa inmensa mayoría? Los que por décadas estuvieron menospreciados, ignorados y maltratados. Tlatelolco, Acteal, Aguas Blancas, Atenco, Ayotzinapa, la Guerra Sucia y demás momentos vergonzosos de nuestra historia que cobran su relevancia cuando se vota en procesos que registraron muy pocos incidentes. Así es, en estos tiempos los muertos también votan, pero no los del padrón electoral que se usaban antes de forma fraudulenta, sino los de todas esas matanzas que dejó la oligarquía del pasado.

Esa mayoría se compone de los enojados con el régimen del PRI y del PAN que, en 1997, decidió robarles la posibilidad de un retiro digno al quitarles su pensiones; de la gente a la que le hipotecaron el futuro con el FOBAPROA y de quienes, de no haber sido por la derrota de la derecha en 2018, hubieran perdido como país una de las últimas empresas productivas del Estado fuertes, Pemex, que estaba destinada a desaparecer por las reformas de Enrique Peña Nieto.

La derecha acusa dictadura y se espanta con el petate del muerto. Pasaron seis años y el dólar no llegó a 30 pesos, tampoco la gasolina se fue a las nubes, y aunque hay temas urgentes que resolver, sobre todo en materia de seguridad, las mayorías no se sienten violentadas ni vulneradas, y eso no lo dice este texto, lo expresan resultados electorales.
La derecha creyó que diciéndole a la gente: “Si votas por Morena eres un chairo ignorante y naco”, las mayorías cambiarían su voto para darles gusto y no sentirse menos… No fue así. Quizás por las mañanas, quizás por las cruzadas del Fondo de Cultural Económica para llevar libros a cada rincón del país, por alguna razón hay una politización que decidió por la continuidad más allá de lo que los medios corporativos dicen.

La conciencia de clase es importante para unos y para otros, y el entender quienes forman parte del proletariado no es con miras a tener una sociedad de pobres donde nadie progrese. Por el contrario, se trata de saber qué proyecto puede emparejar un poco las escalas sociales para que todos puedan aspirar a una vida digna y cuáles fueron los partidos que desnivelaron a la sociedad mexicana de formas bestiales.

Cuando Carlos Salinas de Gortari privatizó cientos de empresas estatales los ricos se hicieron muchísimo más ricos y los pobres más pobres… Con la crisis de 1995 fue lo mismo: los millonarios que ahorraba en dólares se sacaron la lotería y la gente de a pie, el proletariado, sufrió las consecuencias de un peso devaluado.

Asi que, amigos dirigentes y líderes de los partidos de derecha: el país lo polarizaron los gobiernos conservadores desde hace décadas; sus proyectos no son motivados por ideales, sino por el poder económico; no van a recobrar su fuerza política si no aceptan el enorme daño que le hicieron al país, entendiendo que mucho de lo que hoy critican, sus gobiernos lo provocaron, y mientras sigan gritándole y ofendiendo a las mayorías que votan por la izquierda, jamás harán el proceso autocrítico que tanto les urge para ser una oposición verdadera.

Antes de gritar dictadura a los cuatro vientos y ofender a quienes piensan distinto, creyendo sin concesiones que son ignorantes, consideren la remota posibilidad de que la gente se siente representada genuinamente por el gobierno de izquierda.

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