Cuenta la historia que hace muchos años, nuestros antepasados los aztecas decidieron fundar una ciudad a la que le pusieron el nombre de México, cuyo significado viene del náhuatl metztli (luna) y xictli (ombligo). Un águila posada sobre un nopal devorando a una serpiente, sería la señal sobre la cual edificarían la ciudad luz. El águila representaba al sol, el nopal era su árbol sagrado y la serpiente representaba lo terrenal y era símbolo de fertilidad, aunque a mí en lo personal me evoca lo contrario a la luz.
Lo anterior fue emblemático en la primera transformación de nuestro país ya que el insurgente José María Morelos colocó el símbolo del águila devorando a la serpiente en la bandera independentista para enfrentar a los españoles. Esta, como las siguientes dos transformaciones fueron en su mayoría difíciles, sangrientas y llenas de contrastes. Todas tuvieron un mismo patrón de conducta, pues surgieron como resultado de pueblos reprimidos, sometidos y con malos tratos por unos cuantos “zopilotes” que ejercían el poder. Lo digo con todo el respeto que merecen estas aves.
De ese tiempo a la hasta la fecha, el cielo de nuestra ciudad luz se ha visto ensombrecida por parvadas de zopilotes que han estado al acecho de presas vulnerables. Algunos zopilotes vinieron de fuera y con el paso de los años, los que nacieron en tierra mexica, han resultado más sanguinarios y ambiciosos. La analogía no es menor pues su comportamiento hacia el pueblo mexicano ha sido irracional, aberrante y carroñero.
Su ambición desmedida los llevó a cometer crímenes de lesa humanidad y apropiarse de las riquezas naturales que poseía nuestro país. Pero nada es para siempre y después de aguantar tanto sometimiento, saqueo y muerte, el 16 de septiembre de 1810 surge un movimiento libertario encabezado por el Cura Miguel Hidalgo. La lucha por la independencia de México duró 11 años y fue hasta el 27 de septiembre de 1821 que se alcanzó el triunfo.
Una vez consumado el movimiento independentista, la herencia zopilotera y conservadora, continuó haciendo daño al pueblo vulnerable, mismo que fue defendido por los liberales. Fue entonces que Benito Juárez García encabezó la Guerra de Reforma o Guerra de los Tres Años que dio inició en 1858 y concluyó en 1861. Su intención principal era acabar con los privilegios de los poderosos y dar legalidad a la igualdad de todos.
Años más tarde de este gran logro, se gestaría una nueva opresión en contra del pueblo con una enquistada corrupción política plagada de prácticas antidemocráticas, la cual dio pie al inicio de la Revolución Mexicana, aquel 20 de noviembre de 1910 encabezada por Francisco I. Madero y hasta 1917, con la promulgación de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos fue que se puso fin a esta cruenta batalla. Posterior a estos tres históricos acontecimientos, ha habido otros movimientos transformadores, cuya trascendencia debió erradicar esa ambición ‘zopilotera’, pero las cosas no sucedieron así.
Como lo mencioné en líneas anteriores, los zopilotes que nacieron en este país resultaron más depredadores que sus antecesores extranjeros. Pero bien dicen, hay alumnos que superan al maestro y esta no ha sido la excepción. Durante 36 años una nueva parvada de zopilotes neoliberales aprendió nuevas mañas con las que intentaron saquear por completo a nuestro país. Casi lo logran.
Por fortuna no pudieron acabar él, gracias a que es un país privilegiado y rico en recursos naturales y culturales. Dejaron intacta la fortaleza del pueblo mexicano y esas edificaciones que no pudieron echar en las maletas. Para muestra un botón: Javier Coello Trejo abogado de Emilio Lozoya Austin dijo, “no se llevaron la Basílica de Guadalupe porque no pudieron”.
Hagamos memoria. Antes de Carlos salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, México contaba con basta autosuficiencia y recursos para beneficio de los mexicanos, tales como: bancos, telefonía, ferrocarriles, un fuerte PEMEX que deliberadamente fueron debilitando. Antes de que los bienes de la nación se pusieran en “remate”, los mexicanos teníamos un peso fuerte, mayor poder adquisitivo y una deuda pública extremadamente menor a la que nos heredaron todas estas aves de rapiña con desmedido cinismo y maldad. Se robaron y entregaron todo lo que pudieron, mientras que el pueblo era masacrado y empobrecido.
A la par de estos terribles hechos, la esperanza de México se fue cimentando con un líder tabasqueño surgido de ese mismo pueblo oprimido, que levantaba la voz y defendía a su gente. En la misma proporción que él iba tomando fuerza e importancia, los férreos enemigos del pueblo iban acrecentando su odio. Poco a poco se posicionó como el gran contrincante del régimen podrido y después de muchos años de lucha, fraudes, persecución, difamación y mezquindad, llegó el 1º de julio de 2018 donde millones de mexicanos eligieron al Lic. Andrés Manuel López Obrador como presidente de esta sagrada nación, de la querida ciudad luz. Fueron nuestros ancestros los que vinieron a su encuentro y le dieron el bastón de mando para que ningún zopilote vuelva a saquear a nuestra bella República Mexicana, descendiente de ese glorioso pueblo mexica.
Vientos de esperanza soplan sobre todos los compatriotas, la sensación de paz y elegiría nadie nos la quitará. Es tiempo de resurgir de las cenizas como el ave fénix. Es momento de recuperar todo lo que nos fue arrebatado. Es hora de sanar esas heridas que los zopilotes carroñeros no dejaban cicatrizar.
Este proceso de transformación no ha sido ni será fácil, porque todavía hay mucha gente que no sabe cómo vivir sin ser oprimida. Sigue habiendo zopilotes en el cielo acechando un descuido. Pero debajo de ellos hay un mamífero preparado para acabarlos … Y tú, ¿Estás listo TIGRE?