Un gobierno en favor de las mujeres
La licenciada Olga Sánchez Cordero, Secretaria de Gobernación, presentó un informe sobre el apoyo que el gobierno federal ha proporcionado a las mujeres, durante el poco más de año y medio que lleva en la administración.
El informe aporta datos duros, que hacen evidente la aplicación de una política que por fin, se orienta a proteger a las mujeres y a nivelar las condiciones de preferencia, que en muchos rubros se orientaban a privilegiar la participación del hombre en la sociedad, demeritando la de la mujer.
Destaca el dato relacionado con el beneficio otorgado a la población a través de los programas sociales del gobierno, en los que se beneficia a 21 millones de personas, de las que más de la mitad, el 52.3% son mujeres.
Otro dato indica que sólo durante el primer semestre del 2020, se han atendido a 94,230 personas en los 414 centros para la atención y protección integral de la mujer, y en los 88 refugios y centros externos que se ubican en todo el país.
No hay que olvidar que este es el gobierno en el que más número de mujeres ocupan la titularidad de las secretarías de Estado, y en el resto de los puestos de la administración pública se mantiene una política orientada a la equidad de género. Queda muy claro que hoy se atiende y se busca proteger a las mujeres, como nunca antes se había hecho desde el gobierno.
Sin embargo, por desgracia ningún esfuerzo gubernamental, ninguna cuota de equidad de género y ningún presupuesto van a ser suficientes para terminar con la discriminación hacia la mujer, si la sociedad no cambia de fondo su percepción y su enfoque desde el seno familiar.
En este informe se destacó también que sólo en este primer semestre del año, se atendieron 600 mil llamadas de mujeres en el número 911 para solicitar apoya ante la violencia. Más de 3,300 llamadas diarias en promedio, de mujeres que eran agredidas.
Esto evidentemente no es algo que se pueda revertir desde el gobierno; a lo más que se puede aspirar, es a atenderlas e intentar auxiliarlas con oportunidad, pero esta violencia generalizada tiene una causa.
Si bien una educación escolar puede comenzar a modificar la percepción de la mujer en el largo plazo, el origen del problema se tiene que atender en la familia. Los valores se transmiten en la casa, en la escuela se refuerzan, se complementan y se enriquecen, pero es en el seno familiar donde los seres humanos configuramos nuestra escala de valores, a través de lo que oímos y de lo que vemos.
El ejemplo que recibimos de nuestros familiares, y la diferencia en el trato que se les otorga a hombres y mujeres desde el hogar, son la base fundamental de información que influye en el desarrollo de nuestra conducta de forma determinante.
No es responsabilidad de las autoridades que un marido maltrate a su mujer, o que una hermana tenga que atender las necesidades domésticas de su hermano. Cambiar eso, es una responsabilidad que cada uno de nosotros debemos asumir desde nuestra posición en la familia, para ir revirtiendo la percepción disfuncional de nuestra comunidad hacia la mujer.
No podemos esperar que nuestra sociedad sea capaz de desarrollar un comportamiento natural orientado a la equidad de género, mientras en nuestras casas, con nuestro ejemplo, sigamos criando machitos violentos y princesitas indefensas.
Como dijo la escritora inglesa Mary Wolstoncraft: “Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas”.