Turquía: Otro ‘Cártel inmobiliario’

La tragedia del terremoto en Turquía y Siria ha dejado hasta hoy más de 20 mil muertos. Uno de los ministros de gobierno dijo que éstos no eran una consecuencia del terremoto, sino de la corrupción inmobiliaria.

En efecto, si los constructores y las autoridades locales en todas las regiones hubieran respetado las normas de construcción establecidas, la tragedia no hubiera alcanzado cifras tan devastadoras de edificios colapsados y personas fallecidas.

Por desgracia, la fiebre de la codicia provocó que los funcionarios corruptos y los constructores sin escrúpulos se coludieran para disparar el desarrollo inmobiliario, provocando un espejismo de progreso y de crecimiento económico, que no corrigieron para evitar el costo político que esto podría implicar y que hoy el pueblo turco está pagando con sangre, muerte y desesperación.

Ante esta aberración de la lógica el gobierno de Turquía se comprometió a detener a los responsables de la enorme estupidez; hoy han logrado encarcelar a 14 constructores cuyos edificios tenían cimientos de menos para liberar espacio. Van por otros 16 sólo en una de las regiones del país.

Pero estos individuos no actuaron solos. Hay toda una red de funcionarios corruptos que se beneficiaron de esta situación, que también tendrán que ser llamados a cuentas por el Estado, porque de hecho son los principales responsables de las consecuencias, dado que su trabajo era precisamente no permitir que se violaran las reglas de construcción.

Esto nos suena familiar. En la Ciudad de México el PAN tejió una red de corrupción inmobiliaria, especialmente en la delegación Benito Juárez donde han gobernado por muchos años, hoy detectada también en otras alcaldías a cargo de estos depredadores infames, armados de gritos y cuchillos cebolleros.

Transgrediendo las normas de construcción establecidas, estos sujetos se han coludido con constructores sin escrúpulos para desarrollar edificios, a los que entre otras cosas, les han puesto pisos adicionales no autorizados en la reglamentación, precisamente porque se trata de zonas susceptibles a sufrir efectos desastrosos derivados de los movimientos telúricos que con frecuencia suceden en la capital del país.

Para ellos esto no es relevante. Las consecuencias que puedan sufrir los habitantes que decidan invertir su dinero en esos edificios, no es algo que los mantenga en vigilia durante las noches, mientras puedan embolsarse unos pesos de dinero sucio.

Ya vivimos un desastre mayúsculo en 1985 en la Ciudad de México gracias a la corrupción inmobiliaria combinada con un gran terremoto. En 2017 lo volvimos a sufrir y nada sucedía para frenar la conducta de estos funcionarios y constructores, que en realidad son miembros de un cartel del crimen organizado en el sector de la construcción: la célula inmobiliaria del cartel del PRIAN.

Por fortuna hoy el gobierno de la ciudad está tomando medidas para detener y enjuiciar a los panistas depredadores miembros de este cártel de la delincuencia, disfrazados de funcionarios decentes. Ya hay algunos en la cárcel, otros se encuentran prófugos, indiciados o esperando su turno para responder ante la justicia. Faltan los constructores con los que se coludieron para desarrollar más de 250 pisos adicionales en edificios de las alcaldías a las que llegaron para saquear.

Y mientras los descarados panistas se quejan, lloran, gritan y hacen berrinches cuando se les persigue por corruptos, esperamos con estas acciones, evitemos lo que podría ser la crónica de otro desastre anunciado que cueste miles de vidas nuevamente en la Ciudad de México.

Como dijo el filósofo francés Voltaire: “La idiotez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás”.