Tener la vacuna: La nueva obsesión de la oposición
Hoy que en el mundo se ha dado un rebrote de enormes proporciones en la pandemia, incrementando el número de contagios en forma muy acelerada, afortunadamente se anuncia que ya está lista la primer vacuna fabricada por la farmacéutica Pfizer.
Gracias a las gestiones minuciosas que realizó la cancillería de México, nuestro país cuenta con acceso a ésta y a otras vacunas que se encuentran en sus fases finales de prueba. De hecho, fuimos el 4º país del mundo donde las autoridades sanitarias aprobaron el uso de esta sustancia y a partir del 15 de diciembre se comenzará a aplicar en forma gratuita a toda la población mexicana.
Su aplicación será gradual por dos razones: la primera es su disponibilidad en virtud de la gran demanda mundial y la segunda es que se priorizará su aplicación por estratos de riesgo, dirigiéndose primero hacia el personal médico que se encuentra en riesgo permanente de exposición cercana al virus y en función de la población en mayor riesgo. Las vacunas se propagaron con el presupuesto federal y ya vienen en camino las primeras dosis.
Las autoridades de salud presentaron un calendario de vacunación por medio del cual se cubrirá a toda la población de México en un plazo de 15 meses y su aplicación será ejecutada por el ejército mexicano para evitar que los oportunistas de siempre la comercialicen o se la roben.
Ahora como era de esperarse, los gobernadores hipócritas y corruptos de la oposición moralmente derrotada, exigen a voz en cuello que ellos quieren comprarla directamente desde sus estados y hay alguno que manifestó que el dinero saldría de un crédito, cuando esto ni es posible, ni está permitido por regulación y control sanitario, ni es lógico, puesto que el gobierno federal ya está cubriendo el costo de todas las vacunas para su aplicación universal y gratuita.
Durante toda la pandemia esta caterva de sanguijuelas voraces, han intentado obstaculizar los esfuerzos del gobierno federal en el manejo de la pandemia, lo han criticado sin argumentos, han desinformado a la población y, apoyados en sus voceros ‘centaveros’ de los medios tradicionales, han incluso provocado el incremento de contagios, siendo seguramente responsables de un buen número de muertes derivadas de su condición de profunda disfunción cerebral.
¿Se acuerdan del “No le hagan caso a López Gatell” que difundió un presentador mediocre de TV Azteca?, ¿O del albañil que asesinó la policía de Jalisco por no usar cubrebocas, mientras su gobernador se pasea por los bares de Zapopan en pleno rebrote de contagios?, ¿O del almacén de insumos médicos que fue a contaminar un youtubero primate, contratado por el gobernador de Tamaulipas? ¿O de Gómez Leyva, enviando a sus reporteros a los hospitales donde terminaron contagiados? ¿O de Salinas Pliego, justificando su fiestacita multitudinaria con la patraña de sólo se vive una vez, mientras obliga a sus empleados a abrir los negocios, habiendo ya causado contagios y muertes entre ellos? ¿O de Claudio X, en la boda de su sobrina con cientos de personas sin cubrebocas, que no guardaban sana distancia en pleno aumento de la curva de contagios?
Pues ahora todos estos están desesperados por controlar las vacunas, cuando a estas alturas, en cualquier otro gobierno ya estarían sujetos a un proceso penal y a punto de ir a la cárcel.
Así es que nos da gusto verlos desesperados, estridentes y coléricos. Ya hicieron suficiente daño. Ahora les toca ajustarse al programa universal de vacunación, en los tiempos y las formas que determinó la autoridad sanitaria. Han hecho todo lo que han podido para desaparecer del escenario político del país y lo van a lograr en el proceso electoral del año que viene. Nos vemos en las urnas ternuritas.
Como dijo el editor inglés B.C. Forbes: “El hombre que ha ganado millones a costa de su conciencia, es un fracasado”.