“Si digo que AMLO es Verónica Castro, la oposición se lo cree”
Por: Rafael Redondo
@redondo_ rafa
Sabemos que, la misión del periodismo, es sacar a la luz los secretos oscuros de una estructura de poder, cuyos efectos negativos, impactan en la sociedad.
Sabemos que, las estructuras de poder, no se limitan al entorno político; también, se refieren a la élite empresarial, los medios de comunicación, la iglesia, etcétera.
Sabemos que, un periodista serio, debe sustentar sus dichos, presentando evidencia clara y verificable; para ello, es indispensable, el manejo estricto de una herramienta: la metodología.
Entre, un médico que, identifica un padecimiento y, lo conducirá a una cura, un ingeniero que, logra poner un satélite en órbita, logrando que, su velocidad sea lo suficientemente rápida, para vencer la gravedad terrestre; un perito que, logra descubrir al responsable de un asesinato, un abogado litigante que, logra demostrar la inocencia de su defendido y, un periodista que, da a conocer información valiosa para conocernos a nosotros mismos como sociedad. Entre todos estos profesionales, no debería haber diferencia en el ejercicio de su oficio, en la rigurosidad de su trabajo; sin embargo, el periodismo tiene una vulnerabilidad: cualquiera que, tiene una boca y una mano para escribir, cree que, puede crear contenido.
El nivel de usurpadores que rondan en los medios de comunicación, cuyos intereses van desde, lograr notoriedad, conseguir dinero o hacer propaganda, están convirtiendo al periodismo en una parodia, en una discusión de borrachos, en vendedores de “lo que caiga”, siempre y cuando, logren followers. Muchos periodistas, se han convertido en vulgares propagandistas o en prostitutos de la información.
La oposición al gobierno actual está ya, en un nivel de desesperación tal, que, cualquier frase que les suene como “contra el presidente”, la dan por real, veraz y la autentifican.
El panorama para ellos, es tan deplorable que, los coloca al mismo nivel que, un paciente de una institución de salud mental. Los ejemplos, sobran; por ello, señalo solamente algunos de los más recientes.
Por ejemplo, Lilly Téllez, pone en Twitter, una fotografía de Citlali Hernández, ojeando el libro El Rey del Cash y escribe; “cayó en la tentación, como si el libro fuera un taco de chicharrón”. Ese es el nivel de discusión de Lilly Téllez, vulgaridad pura.
Aparece un supuesto hackeo, por parte de un “misterioso” grupo autollamado Guacamaya, presentando documentos que, anuncia Loret de Mola con bombo y platillo (curiosamente en manos de Latinus, no de otro medio), estremecerán al Gobierno Federal. A dos semanas, ya ni quién se acuerde, porque, lo que se anunció como un trabajo del Julian Assange tropical, no dijo nada que no se supiera. Eso sí, cuando se mencionó a Pegasus, el malware que, sí utilizó el gobierno de Peña Nieto para espiar a opositores, de inmediato muchos periodistas se dijeron ser espiados por la Sedena. De la mayoría de ellos, no entendemos cuál sería el propósito de espiarlos, pues ninguno representa una pieza clave para la seguridad nacional y, tampoco se enteraron que, como publica Contralínea el jueves 13 de octubre, y cito: “El laboratorio interdisciplinario Citizen Lab –dependiente de la Universidad de Toronto, Canadá– acepta no comprobar el origen del espionaje con el malware Pegasus en contra de un opinador, un reportero y un activista”. El trabajo forense, no adjudica a la Sedena, el uso del malware. La oposición, sin pruebas, asumió que así fue.
Diego Fernández de Cevallos, escribe; “¿piden pruebas a la autora de El Rey del Cash? Hay muchas pruebas públicas de entregas de dinero…”; pero, él en tantos años, no ha presentado ninguna tan sólida que, pueda golpear al presidente. Está avalando un libro sin metodología y sin periodismo y, ¿se dice abogado?
Macario Schettino, no pierde oportunidad para anunciarnos una debacle económica, todos los días y desde hace varios años, gracias a Andrés Manuel López Obrador, la cual, no ha sucedido. Este hombre remata su postura, posteando una imagen falsa del presidente en un tren. ¿Este es el nivel de personas que, los medios nos quieren vender como expertos?, esta gente, ¿no siente siquiera un poco de pudor por su conducta errante? Inconcebible.
Xóchitl Gálvez y Kenia López dicen, emprenderán acciones legales contra funcionarios mencionados en el libro El Rey del Cash. Los chismes de vecindad en que, estas dos mujeres han convertido la discusión pública en el Senado, cada vez cae a un nivel tan, pero tan bajo, tan humillante que, tampoco entiendo cuál es la ganancia que esperan obtener, al denigrarse a tal nivel.
Y bueno, los periodistas como Carmen Aristegui, entrevistando a la autora del Rey del Cash o, posteando una foto de Tatiana Clouthier en el aeropuerto, usando su celular como nota relevante (¿?).
Adela Micha que, se ofende tanto cuando la llaman “chayotera”, resulta que, pidió dinero a Alito con quien, se lleva de piquete de ombligo. ¿Esa es la ética profesional de ella como periodista?, ¿involucrarse a tal nivel con el líder de un partido político?, ¿no es eso “chayote”? El caso de Adela Micha va más allá de lo vergonzoso. Es humillante.
Loret de Mola, documentando en un video, los bombardeos en Kiev, mientras algunos ciudadanos están tan campantes conversando por la calle. De Loret, ya no nos sorprende nada.
El show de Denisse Dresser, indignada y regañándonos porque, la echaron del zócalo, a ella, a la gran analista de sus sueños guajiros. ¿Cómo se atreven los ciudadanos a rechazarla? Dice que, eso no es democrático y lo dice muy molesta; o sea, se queja de intolerancia, pero, ella sale a regañarnos porque ya no la soportamos. ¿Qué idea tiene esta mujer de democracia? ¿Una en la que ella reine? Eso, no es democracia, es monarquía, mi querida analista venida a menos.
La joya de la corona: en un tono, no solamente de mujer resentida porque la abandonaron sino, con un lenguaje que ya conocemos y, nos huele a Krauze, a Aguilar Camín, a Claudio X, Elena Chávez, aparece con su gran obra literaria, El Rey del Cash para, querernos vender como periodístico, un compendio de chismes de, “dicen que”, de, “me enteré o me contó la tía de mi ahijada la Petronila”… ni una sola referencia sólida, testimonio, documento, rastreo de datos. Nada que, sustente lo que dice.
Pese a esta farsa, la oposición, a Elena, la avala como periodista, lo mismo que todos los medios de comunicación, incluida la de DW de Alemania. Este es el nivel de periodismo que, los medios aceptan como serio o profesional. Una verdadera vergüenza.
Simón Bolívar, decía, para referirse al periodismo: “un periódico bien conducido y con información importante es, un centinela contra todo extremo u omisión culpable y es, al mismo tiempo, un catecismo de moral y virtudes públicas que, mejora la condición del pueblo, instruye y forma las generaciones venideras”.
Tal parece que, ni los periodistas, ni los medios de comunicación, ni la oposición, han leído nada sobre Simón Bolívar.
Hoy, yo podría inventar que AMLO, en realidad es Verónica Castro disfrazada y, la oposición y los medios, lo aceptarían como válido.
El periodismo está en un nivel tan ínfimo que, impera la nota falsa y la propaganda. Detrás, se encuentra una oposición al gobierno que, por sus postulados, tiene como meta, regresar a México al siglo XIX: ya echamos a la iglesia del Estado, la oposición ahora, quiere una Plutocracia, donde, gobiernen los ricos, católicos y blancos. Quizá su intención va más lejos y, quieran regresarnos a la Colonia y su sociedad de castas, con Inquisición incluida. Así de retrógradas son sus ideas.
En el sitio de UNESCO, hay un espacio dedicado al análisis de las noticias falsas. Voy a retomar dos posiciones de personajes que, hablan acerca de este fenómeno:
Aidan White, director de Red de Periodismo Ético. Él, nos dice que, “la información falsa es, toda aquella información fabricada y publicada deliberadamente, para engañar e inducir a terceros, a creer falsedades o, poner en duda hechos verificables”. Es decir, las notas falsas, generalmente, tienen un propósito perverso.
Y, a continuación, una visión con la que, personalmente coincido, sobre los efectos de la proliferación de malos contenidos, contenidos falsos o, propagandísticos:
Ivor Gaber, profesor de periodismo de la universidad de Sussex, Reino Unido: “yo diría que, a corto plazo, esas informaciones falsas son como una espina clavada en el pie de los profesionales; pero, a más largo plazo, van a reforzar la legitimidad de su profesión y, darles mayor peso en la sociedad.”
Es decir, la diferencia entre auténticos periodistas y, los que no lo son, en determinado momento, va a ser tan evidente que, los periodistas profesionales, reforzarán su presencia y sobre todo su utilidad en la sociedad, mientras que, los usurpadores, quienes presentan trabajos burdos, perecerán.
Mi conclusión respecto a la dirección que, toma el periodismo en este momento: nos encontramos en un proceso de readaptación del oficio periodístico, a la continua aparición y transformación de tecnologías; pero, un periodista profesional, saldrá airoso, siempre y cuando, muestre al menos, un poco de respeto por sí mismo, y por su oficio. El resto de los contenidos, al final, terminará en la intrascendencia, el olvido o la basura.
Respecto a la oposición, mi opinión es: sucede un fenómeno similar al del mal periodismo. Saldrá airoso de la mentira, los ataques, la injuria y el insulto, aquel que, siga con firmeza, sus convicciones. Los demás, como Claudio X, y su reloaded, del reloaded, del reloaded, Unid@s, las Senadoras del PAN, con su vulgaridad, Anaya, con sus vídeos absurdos… en fin, la oposición, terminará, en buena medida debido a su obsesión enfermiza por atacar al presidente, como los malos contenidos: en la intrascendencia, el olvido o la basura.