Se terminó la época de mirar y callar, hoy tenemos el derecho de decirle a la prensa: “No te creo”
Foto: FreePik
Al ver la conferencia mañanera del presidente López Obrador, uno se da cuenta de que es natural la preocupación de los grupos conservadores por la amplia aceptación y difusión que tiene este ejercicio diario.
Sin un guion preparado anticipadamente, sin más decorado que el atril para el micrófono y documentos de respaldo, algunas sillas para los ocasionales acompañantes y una pantalla para proyectar diapositivas, la conferencia diaria del presidente despierta amplias expectativas, como si se tratara de un programa de televisión, diseñado en base a un costoso despliegue de producción.
Y en realidad, el único participante en el evento, es el presidente. Andrés Manuel informando y contestando preguntas a los representantes de los medios de comunicación.
El hecho de que esta dinámica se realice de lunes a viernes, no le resta popularidad, ni la vuelve tediosa. Cada día hay información fresca y se discuten temas de actualidad. El rumbo del país, se expone a los ciudadanos permanentemente y los datos son más confiables que los que presenta la prensa tradicional, en las páginas de sus diarios.
La personalidad del presidente es avasalladora y le basta una hora diaria aproximadamente, para fijar la agenda del día y desbaratar los planes y proyectos de los grupos conservadores que se oponen a los cambios sanos que implementa la Cuarta Transformación.
Ayer, los ciudadanos fuimos testigos de como la prensa reaccionaria y algunos periodistas serios que replicaron el infundio, intentaron desacreditar al presidente, con una frase sacada de contexto, en la que daban a entender que Andrés Manuel incitaba a sus seguidores en redes sociales, a descalificar a los comentócratas que no comulgan con el gobierno del cambio. Fue sucia la maniobra, pues se utilizó para este fin, un video alterado, donde solo aparece parte de lo expuesto por el presidente.
Como digo, eso fue noticia de una tarde. Hoy temprano, López Obrador aclara las cosas, reitera lo que en realidad dijo un día antes y queda claro entonces, lo que de tiempo atrás sabemos muchos: el país vive actualmente en un clima de completa libertad de expresión. Todo periodista está en libertad de escribir en la forma y sobre el tema que mejor le parezca. No hay censura oficial, ni línea que fije el estado.
Y aquí comento:
Lo que no quieren aceptar los medios de comunicación tradicionales, ni los periodistas que trabajan para esas empresas, es que la sociedad mexicana, es el juez severo que determina qué es cierto y qué no lo es, así como también quién ejerce un periodismo honesto y creíble y quién intenta engañar o mentir.
López Obrador recomendó a este tipo de periodistas, e incluso a los líderes de movimientos sociales que exigen privilegios que este gobierno no está dispuesto a otorgar, no hacer el ridículo ante la opinión pública. La gente en nuestro país cambio mucho, a raíz de los últimos procesos electorales. Ya no somos una sociedad pasiva y manipulable.
El reconocimiento a quienes impulsan con su trabajo causas justas, se otorga enteramente. Pero al mismo tiempo, la sociedad señala a todo el que pretende engañarla, manipularla o servirse de ella para fines ilegítimos o deshonestos.
La prensa conservadora se queda en la exigencia de su libertad de expresión, en un tiempo en que nadie atenta contra ella. Pero olvida, o pretende no entender, que la sociedad mexicana está en total libertad de exigir su derecho a la información. No podemos quedarnos callados ante un periodismo que exhibe aún limitantes propias de tiempos neoliberales, donde el trabajo por consigna, o por pago descarado, inundaban prensa, radio y televisión, con información deformada y totalmente ajena a la realidad del país.
Los periodistas trataban entonces a sus audiencias como menores de edad, a las que había que procurarles únicamente la parte de la realidad que ellos consideraban adecuada.
Les molesta mucho que hoy, esos menores de edad hayan crecido y asuman la calidad de jueces del trabajo periodístico. Ahora no les aceptamos información amañada o falsa. Exigimos veracidad y transparencia.
A ese ejercicio social, le llaman los periodistas conservadores, “ataque a la libertad de expresión”. No les gusta ser calificados y pretenden que sigamos consumiendo sus productos de mala calidad, aún a sabiendas de que mienten y engañan. Dicen que contribuimos a la “polarización” social, quienes exhibimos sus limitaciones.
López Obrador expresó hoy, con claridad, dos aspectos fundamentales sobre el compromiso que la prensa debe asumir con sus audiencias en adelante:
Primero. El periodista, de ninguna manera debe menospreciar a la gente.
Los periodistas no se encuentran en una zona superior al resto de los ciudadanos. Cumplen una función específica, al igual que el reto de los mexicanos.
Segundo. La prensa debe entender “que el pueblo de México es mucha pieza”.
No es fácil en estos tiempos engañar a los mexicanos. Si la prensa no entiende que las reglas del juego cambiaron, que ahora son sujetos de escrutinio público y que, así como se da reconocimiento al buen periodismo, se señala públicamente a quienes pretenden manipular la realidad, vivirá en adelante en una irrealidad, del tipo de aquellas que construía en tiempos neoliberales para engañan a su público. Vivirá en la ficción que se construya, pues de ningún modo son víctimas.
Los tiempos en que el periodismo estaba considerado el Cuarto Poder, se encuentran en el pasado. Esa función la ejerce, hoy en día, directamente el ciudadano.
Por eso, una noticia falsa, una campaña sucia, o una guerra de lodo, impulsada por la comentocracia conservadora, no tiene posibilidad de progresar.
Mientras tengamos la información fresca en las conferencias mañanera, mientras seamos críticos y en tanto la sociedad mexicana avance en la exigencia de su derecho a la información, no existe modo en que el periodismo “chayotero” o fifí, retome el control de la realidad nacional.
Lo dijo el presidente claramente el día de hoy: como ciudadanos, “Somos Mucha Pieza”
Sigamos adelante.
Malthus Gamba
@MalthusGamba