Renace proyecto de una moneda común sudamericana
El ministro de Economía argentino, Sergio Massa, se reunió en Sao Paulo con el próximo ministro de Hacienda brasileño, Fernando Haddad, y con el vicepresidente electo, Geraldo Alckmin. Sobre la agenda destacó el proyecto de una moneda común en la región, junto a una agenda centrada en lo energético y la integración. Según señalan medios argentinos, al abordar el tema del financiamiento del comercio exterior, volvió a surgir la necesidad de encontrar una moneda común, capaz de superar la dependencia del dólar en la región, como ha propuesto el presidente electo de Brasil en reiteradas ocasiones.
La propuesta de Lula implica la creación de un banco central sudamericano, capitalizado por todos los países del continente. Fernando Haddad es un defensor del proyecto integrativo y de contar con una moneda común. Al respecto, publicó un artículo junto con el economista brasileño Gabriel Galípolo en el periódico Folha de Sao Paulo, que proponía la tesis de que una divisa común aceleraría los procesos integrativos en la región.
En el artículo, el próximo ministro de hacienda de Brasil advierte la relación entre soberanía y “capacidad de autodeterminación de los pueblos”, en especial para países con monedas “no convertibles”, ya que “al no ser aceptadas como medio de pago y reserva de valor en el mercado internacional, sus gestores están más sujetos a las limitaciones impuestas por la volatilidad del mercado financiero internacional”.
Los autores en su momento reconocieron que el proyecto “no es simple, dada la profunda heterogeneidad estructural y la macroeconomía de los países de la región”.
No obstante, “la experiencia monetaria brasileña, como la implementación exitosa de la URV [Unidad de Valor Real], puede proporcionar un paradigma para la creación de una nueva moneda digital sudamericana [SUR], capaz de fortalecer la región”, observó Haddad.
En el artículo, los autores señalan como “en el sistema financiero internacional, hay una jerarquía entre las monedas nacionales, con el dólar a la cabeza, confiriendo a Estados Unido el privilegio de emitir moneda internacional”.
Para Haddad y Galípolo, el conflicto en Ucrania demostró que EEUU y Europa “se valen del poder de sus monedas para imponer severas sanciones contra Rusia, confiscando reservas internacionales y excluyéndola del sistema de pagos internacionales (Swift)”.
“Ante la imposibilidad (y la locura) de una confrontación militar con otra potencia nuclear, Biden y sus aliados buscan en el poder de sus monedas formas de aislar y debilitar al enemigo”, advierten los autores.
Por ese motivo, Haddad y Galípolo buscan abrir el debate sobre el poder de las monedas “y su relación con la soberanía y la capacidad de autodeterminación de los pueblos, en especial para países con monedas consideradas no convertibles”, ya que “al no ser aceptadas como medio de pago y reserva de valor en el mercado internacional, sus gestores están más sujetos a las limitaciones impuestas por la volatilidad del mercado financiero internacional”.
Es ahí donde, precisamente, entra la idea del equipo detrás de Lula como forma de contrarrestar las presiones del mercado internacional u organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Un proyecto de integración que fortalezca a América del Sur, aumente el comercio y la inversión de forma combinada es capaz de conformar un bloque económico con mayor relevancia en la economía global y conferir mayor libertad al deseo democrático, a la definición de un destino económico de los participantes del bloque y a la ampliación de la soberanía monetaria”, reflexionan.
El proyecto implica la creación de un ‘Banco Central Sudamericano, que emitiría el SUR y que se conformaría a partir de una capitalización inicial por parte de los países miembro, “proporcional a sus respectivas participaciones en el comercio regional” y hechas a partir de las reservas internacionales de los países o a partir de una tasa sobre las exportaciones fuera de la región.
De acuerdo al plan del equipo de Lula, esta moneda podría ser utilizada “tanto para flujos comerciales como financieros entre países de la región”.
Una vez capitalizado el banco central regional, cada país recibiría “una dotación inicial de SUR”, aunque tendrían “libertad para adoptarla domésticamente o mantener sus monedas”. El plan descrito por Haddad y Galípolo comprende las asimetrías que puedan existir entre los países. Así, indica que “las tasas de cambio entre las monedas nacionales y el SUR serían fluctuantes”.
Pero una de las claves del plan del equipo de Lula es la existencia de un “mecanismo de ajustes simétricos entre países superavitarios y deficitarios”. Según explican los autores del artículo, el mecanismo proporcionará recursos para capitalizar un fondo de la Cámara Sudamericana de Compensación, cuyo objetivo será “financiar la reducción de asimetrías entre las economías y el fomento de sinergias entre ellas”.
En definitiva, para Haddad y Galípolo, la creación del SUR “es una estrategia para acelerar el proceso de integración regional, constituyendo un poderoso instrumento de coordinación política y económica para los pueblos sudamericanos”.
En ese sentido, los autores consideran que se trata de “un paso fundamental rumbo al fortalecimiento de la soberanía y de la gobernanza regional, que ciertamente se mostrará decisivo en un nuevo mundo”.