Es una persona ‘políticamente expuesta’; la ‘coartada’ de Aristegui para continuar el golpeteo contra hijo de AMLO
La molestia de los periodistas de corte conservador, como lo son (pese a los golpes de pecho que se dan a diario, aparentando una independencia y objetividad que evidentemente no tienen), Carlos Loret de Mola, Carmen Aristegui, Ciro Gómez Leyva, Jorge Ramos y Joaquín López Dóriga, no se debe a los señalamientos que les hace el presidente López Obrador a diario, en razón de su comportamiento profesional.
No es porque se les llame mentirosos profesionales.
Hemos llegado al punto de saber, que a estos periodistas, poco les importa su respetabilidad y nivel de audiencia. Si son escuchados o no, para ellos es lo de menos. Si la información adulterada que venden tiene un impacto decisivo en la opinión pública, tampoco.
Basta con que cada uno de ellos reúna un grupo de crédulos que consuman su mensaje. La suma de todos esos receptores pasivos, que no analizan la calidad de la información que les ofrecen, da forma al porcentaje de opinión requerido, para mostrar que hay un sector social opuesto al proyecto de transformación que se encuentra en marcha.
Un poquito de Aristegui, otro del Reforma, algo más de Loret y Latinus, lo que aporta Jorge Ramos desde el extranjero, lo de Ciro y López Dóriga, se difunde en los medios y plataformas que controla el conservadurismo.
Las grandes granjas de bots hacen su parte y tenemos entonces un escenario donde artificialmente y en base a información falsa, se cuenta con un núcleo de inconformes, que en realidad son en buena parte, ciudadanos desinformados, o mal informados.
Por eso es que a los periodistas reaccionarios poco les importa contar con reconocimiento social. Con que haga cada uno su pequeña parte, es suficiente.
La molestia de estos viejos comunicadores, nace del hecho de que el presidente López Obrador los exhibe desde hace un buen tiempo, como parte del grupo que fue favorecido económicamente durante el periodo neoliberal.
Todos los periodistas señalados han acumulado una fortuna imposible de justificar, en base a sus salarios en el medio periodístico.
Loret de Mola no es un caso de excepción, al tener ingresos anuales por más de treinta millones de pesos. “Hay periodistas que cobran tres veces más que Loret”, ha dicho López Obrador.
Ésa es su molestia verdadera. La exigencia del presidente de que sean claros y den a conocer el pago mensual que reciben y la procedencia del mismo.
Carmen Aristegui sigue declarando en su plataforma digital, que el montaje preparado por “Mexicanos en Favor de la Corrupción”, según lo llama el presidente, es de interés público.
Dice que a López Obrador le disgusta que se acuse a uno de sus hijos de posible conflicto de intereses. Pero que el deber de una periodista como ella, es informar.
El día de hoy, ante lo fuerte que se ha tornado la crítica en su contra, ya acepta que esa investigación se hizo teniendo en mente su uso para fines políticos. Esto es, para golpear a López Obrador y a su gobierno. Acepta que la documentación que tiene en su poder el periódico La Jornada, aporta elementos que descalifican la investigación que ella dio por buena.
Pero no suelta la presa. Intenta mantener vivo un montaje que incluso abogados considerados relevantes en el medio opositor, como Diego Fernández de Cevallos, han calificado de ser de una debilidad evidente. “No hay elementos que acrediten la comisión de un delito, por parte del hijo de López Obrador”, ha declarado en entrevista, Diego.
A Carmen Aristegui poco le interesa la debilidad de esa investigación, así como tampoco lo débiles que suenan los argumentos que utiliza para justificarse.
Hoy en su plataforma, nos habla de que unos datos que nada concreto demuestran; los supuestos sobre “posibles beneficios” a una empresa que lleva años trabajando para Pemex, así como los datos inconexos que el Reforma saca a diario, constituyen un asunto de interés para los mexicanos y debe por tanto mantenerse vivo el asunto.
Llega al grado de señalar que José Ramón López Beltrán, hijo mayor del presidente López Obrador, es una persona “políticamente expuesta”. Dice que se trata de un concepto legal, que justificaría esa investigación y su seguimiento. No importa si el hijo del presidente no es parte de la administración pública, ni maneja por tanto dinero del pueblo.
Se trata de una persona que cae en una clasificación “legal”, que lo deja expuesto al escrutinio severo de la prensa reaccionaria, que trabaja para desacreditar al presidente y al gobierno que encabeza.
Una “persona políticamente expuesta” es la coartada utilizada por Carmen Aristegui, para seguir con el golpeteo político que ella misma admite que existe.
En su caso, debería entenderse que el propósito es distinto, aunque el fin sea el mismo, que persigue la gente de Claudio X González. Ella solo informa, dice.
Según su definición y sus palabras, “personas políticamente expuestas” vendrían a ser entonces, la misma Carmen Aristegui, Carlos Loret de Mola, Jorge Ramos, Joaquín López Dóriga, Ciro Gómez Leyva.
Conocer el monto de sus riquezas, sueldos y bienes, es lo menos que puede pedir una sociedad que tiene legítimo interés público en exigirlo.
¿Quién les paga y cuánto ganan? ¿Cómo se formó ese patrimonio ofensivo en un país donde la desigualdad social es enorme? ¿Qué fines y que línea periodística tienen los dueños de los medios de comunicación que los respaldan? ¿Tienen concesiones del Estado? ¿Reciben dinero público, de alguna forma?
Lo que nació como un montaje para atacar al presidente, se ha convertido en exigencia social, para que estos periodistas formados y enriquecidos en el pasado neoliberal, den a conocer la procedencia del dinero acumulado y de aquel que siguen recibiendo.
El presidente López Obrador habló hoy de este sector de la prensa, calificándola de “Casta Divina” Son los pocos periodistas millonarios, que nada tienen que ver con el resto de los reporteros y verdaderos periodistas que salen a diario en busca de la información.
Son parte de quienes salieron beneficiados durante los años de corrupción sistematizada.
Esa petición de transparencia y claridad que les hace el presidente, les duele.
Hablan de “personas políticamente expuestas”, cuando se trata de “los bueyes de mi compadre”, pero le hacen al “tío Lolo”, cuando es a ellos a quienes se les pide rendición de cuentas.
Por eso están con la credibilidad hasta el suelo.
Por eso, buena parte de la sociedad les vuelve la espalda.
Malthus Gamba