Para Iberdrola, México ya no es territorio de conquista
Cuando el Futuro nos Alcance es el título de una película fatalista del porvenir, donde los seres humanos tienen que recurrir a comer seres humanos para sobrevivir. Este parece ser también el escenario de una realidad que resulta dramática en situaciones distintas a las de la cinta referida, pero iguales de devastadoras para la sociedad.
Estamos viendo como en España, la permisividad gubernamental cobija los negocios sucios de las empresas energéticas controladoras de la electricidad, como Iberdrola y Endesa, para que estas puedan subir indiscriminadamente las tarifas que cobran al consumidor por la energía, sin control, vigilancia, advertencia o plan de contingencia de las autoridades, que como lo hacían nuestros gobiernos corruptos del pasado, voltean la cara hacia otro lado, mientras los delincuentes de cuello blanco saquean a sus habitantes impunemente.
Los precios de la energía doméstica se han elevado al doble en el último año en ese país, por lo que el 26% de la población española no puede pagar sus cuentas, teniendo que optar por no utilizarla en la medida de lo posible; recurriendo a lo que ellos llaman “las colas del hambre”, donde la beneficencia reparte comida gratis en lugar de que las personas cocinen en sus casas; no pueden utilizar ventiladores o aire acondicionado en agosto, cuando la temperatura en el sur del país llega a 47 grados centígrados, porque o bien les han cortado la energía por falta de pago, o están tratando de no gastar para evitar que se las corten.
Esta situación amenaza con empeorar en la medida que pasa el tiempo, porque la resistencia de los habitantes se va agotando y las tarifas de las empresas que controlan el mercado siguen subiendo. Hoy más de una cuarta parte de la población ya no puede pagar la luz y en un año esto puede ser mucho peor.
Esto es exactamente lo que sucede cuando se entrega el mercado de sectores estratégicos a manos de una iniciativa privada, representada por delincuentes patrimoniales sin escrúpulos, a los que se coloca por encima de la ley y de los intereses generales de los habitantes, permitiéndoles el saqueo indiscriminado a costa incluso de la salud y de la vida de la población. Es un ejemplo real que nos invita a aplicar el dicho de “Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, echa las tuyas a remojar”.
Este proceso lo comenzamos también a vivir en México a partir del 2011, cuando el Carnicero de Morelia instalado en la presidencia de la República, como relevo indiscutible de Victoriano Huerta, decidió destruir la industria eléctrica nacional para entregársela a las mismas empresas que hoy están estrangulando a la población española, sin que su gobierno cómplice levante un solo dedo.
Con la intervención de las fuerzas coercitivas del estado, el etílico Borolas terminó con la Compañía de Luz y Fuerza, dejando el mercado con una sobrecarga imposible de manejar desde la Comisión Federal de Electricidad, que nos obligaba a quedar a merced de Iberdrola, a quien no solo entregó las concesiones que le pagaban con sobornos, sino que además le dio créditos de la banca de desarrollo, para que ellos no tuvieran que invertir en la infraestructura que luego utilizarían para estrangularnos.
A cambio de más sobornos, esta práctica proliferó con Peña Nieto y estuvimos a punto de terminar en el torbellino perverso en el que hoy se encuentran los consumidores españoles.
Por fortuna desde que llegó el gobierno actual, ha empezado a revertir este proceso pernicioso, renegociando contratos, cambiando estrategias para modernizar y reforzar a la CFE, promulgando leyes que terminan topándose con amparos promovidos por los delincuentes de las empresas privadas de energía y contra la intensa propaganda pagada por ellos entre medios y opinadores que actúan como textoservidores.
La resistencia de nuestro gobierno está impidiendo que esta mafia termine de secuestrarnos, para saquear nuestro ingreso y quedarse con nuestro patrimonio, como lo están haciendo cómodamente en España. En este año vendrá la reforma constitucional que les impedirá hacerlo definitivamente y que los ciudadanos que contamos con por lo menos dos dedos de frente, apoyaremos por conveniencia propia, en beneficio incluso de aquellos que no quieren darse cuenta todavía, porque están esperando que les pase también a ellos la desgracia que viven los españoles.
Como dijo el activista afroamericano de los derechos Humanos Martin Luther King: “La injusticia, en cualquier parte, es una amenaza para la justicia en todas partes.”