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La división de Medio Oriente y la lucha de Palestina, consecuencias de la occidentalización
Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera

Con tristeza podemos afirmar que las escenas de terror que vive el pueblo palestino ante los ataques del Estado de Israel, no son algo nuevo; han muerto ya niños, mujeres, civiles, personas cuyo único “crimen” es haber nacido en una nación que el mundo de las potencias occidentales no quiere reconocer. Aunque por lo general en la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas, la mayoría de países votan a favor de frenar la violencia contra Palestina, no son sesiones vinculantes a verdaderas acciones que paren la crueldad en la Franja de Gaza y otros territorios asediados.

Así como los kurdos, los palestinos fueron grandes perdedores del concierto internacional cuando las potencias decidieron, arbitrariamente, dividir los territorios de Oriente Medio; lo mismo pasó con África, cuando se impusieron fronteras políticas totalmente ajenas a una dinámica etnográfica, que respetase a las personas originarias de pueblos donde no se conocía el concepto de Estado, de frontera, de partido político, o de tantas cosas que destrozaron el devenir de muchos grupos sociales.

En mayo de 1916, en plena Guerra Mundial, Francia e Inglaterra firmaron el tratado de Sykes-Picot para definir el grado de influencia y control de ambos países en el Medio Oriente, en caso de que la Triple Entente obtuviera la victoria en contra del Imperio Otomano, lo cual sucedió.

Aunque existen antecedentes de planes que la Gran Bretaña tenía en la región, se considera que dicho Tratado dio forma a la geopolítica moderna de Medio Oriente, pues marcó las fronteras entre Irak, Siria, Irán, Cisjordania, los territorios de Palestina, entre otros varios espacios. La idea central de comenzar con estos trazos fue el pensamiento de “divide y vencerás”, pues a muchos liderazgos del Imperio Otomano se les ofrecieron Estados de corte occidental si garantizaban la derrota de sus aliados, abandonando las formas de organización que tenían antes de la Gran Guerra.

A la caída del sultanato otomano en 1922, muchos de los líderes de Oriente Medio fueron traicionados y otros siguieron cooptados bajo los intereses imperialistas de occidente, por lo que los conflictos étnicos y políticos en la región comenzaron o se agravaron. El territorio palestino, ubicado en Medio Oriente, ha sufrido guerras y conflictos desde los tiempos del Rey Salomón; sin embargo, para explicar de manera económica el conflicto actual, podemos remontarnos al año de 1897, cuando Theodor Heltz, autor de El Estado de los judíos, convocó al I Congreso Sionista de Basilea, que resolvió crear un hogar para los judíos en Palestina.

Entre 1900 y 1914, miles de judíos comenzaron a crear comunidades en dicho territorio, y para 1917, cuando Gran Bretaña logró dominar la región, Lord Balfour, ministro británico de Asuntos Exteriores escribió: “El gobierno de su Majestad mira complacido en Palestina un hogar nacional para el pueblo judío y no regateará en esfuerzos para facilitarlo”.
Desde entonces el porcentaje de comunidad judía fue aumentando considerablemente en Palestina y el problema comienza cuando llegan y llegan más personas a un territorio donde ya habitaban miles de árabes. Obviamente esto desató conflictos bélicos por la ocupación del territorio. Hoy, muchos palestinos deben pedirle agua y recursos a quienes consideran intrusos en su propia tierra.

En 1948, terminada la Segunda Guerra Mundial, se declaró Estado al territorio de Israel, convirtiéndose este en un importante aliado de los Estados Unidos en Oriente Medio. A partir de entonces los momentos de tensión entre el pueblo palestino y el Estado israelí se han incrementado, pues sumada a la batalla por el territorio, el conflicto se traduce en la incesante lucha de los Estados Unidos por terminar con el “terrorismo” islámico, donde también media la importante influencia que tienen judíos proisraelíes instalados en sectores estratégicos de la economía, la política e incluso los medios de comunicación norteamericanos e internacionales.

Palestina es una nación no reconocida como Estado, por lo que no tiene ejército o un territorio con demarcación oficial; su pueblo posee cultura, lenguaje, identidad, pero carece de la legitimidad ante las potencias; perdedores en tratados y acuerdos donde ni siquiera participaron, luchan hoy por defenderse de un aliado de los Estados Unidos y de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN); sin temor a equivocarnos, ningún otro pueblo quisiera estar en un escenario tan catastrófico.

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