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Oposición autodestructiva
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Oposición autodestructiva

Recordemos cómo se definía quién ocuparía la presidencia en los sexenios pasados; sólo hacía falta la voluntad del gran elector, el presidente en funciones. Ese era el único método conocido por la oposición actual, que en ese tiempo “gobernaba” o más bien saqueaba a su antojo.

De hecho para ellos sigue siendo el único método lógico, no conocen otro más que la imposición y por supuesto, ni ellos o sus simpatizantes, pueden creer que al candidato de Morena lo va a elegir con una encuesta sin la intervención del Presidente. Así la fuerza de la costumbre inclina también a muchos simpatizantes de la izquierda a pensar lo mismo.

Sin embargo el proceso de selección que inició Morena para escoger a su Coordinador de la Defensa de la 4ª Transformación, que a la postre será el candidato a la presidencia, está abriendo los ojos cada vez a más personas de que el Presidente de la República dejó de ser el gran elector y ahora ese papel lo va a jugar el pueblo.

Así, urgidos por la agenda que les está marcando Morena, los partidos PAN, PRI y PRD, convertidos en 3ª, 4ª y última fuerzas políticas después de las elecciones de este año, comenzaron a definir las reglas a las que se sujetarán para nombrar un candidato común para competir en el proceso del 2024.

Entre otras cosas definieron que cada uno de sus aspirantes deberá conseguir 150 mil firmas de apoyo, o tendrá que inventarlas como ha sido su costumbre desde la participación que tuvo Margarita Zavala en un proceso similar. Acordaron también que deberán haber definido a su candidato en septiembre, mismo mes en que Morena habrá nombrado al suyo, convertido en Coordinador para la Defensa de la 4T.

Antes, en su desorientación, estos partidos de oposición habían recurrido a formar un grupito de “notables” para que fueran ellos los que pensaran y definieran a su candidato en común, pero al cambiar las reglas para intentar copiar el formato de Morena, el primer intelectual asintomático que renunció a mantenerse como parte de ese teatro absurdo fue Sergio Aguayo, quien dijo que otros también lo seguirían. Lo simpático del asunto es que en su comunicado informa que renuncia porque no le parece que los partidos deban decidir por ellos mismos quien va a ser su candidato.

La definición inicial de reglas ya les reportó también dos bajas en su cartera de más de 50 aspirantes. Por lo pronto declinaron el honor de perder la elección de 2024 dos de ellos, Germán Martínez, el senador que traicionó a Morena y Francisco Vila, actual gobernador de Yucatán. Por fortuna todavía les quedan como 48 de los cuales 4 han externado estar de acuerdo con las reglas, que son De la Madrid e Idelfonso Guajardo del PRI, Silvano Aureoles del PRD y Santiago Creel del PAN.

Lo que sí está quedando bien claro es que, por lo menos al principio de su proceso, los tres partidos pequeños mantienen sus intenciones de continuar juntos en la competencia, en busca de un candidato común, ya estando un poco más conscientes de la debilidad sistémica que presenta cada uno de ellos por su lado y que lo de menos es defender alguna ideología, a menos que sea la de volver a saquear el país, en eso sí están completamente de acuerdo.

El hecho de coordinarse para seleccionar a un candidato entre los tres, sin que se maten unos a otros, aunque sea para perder la elección de 2024, sería sorprendente, sin embargo, es casi seguro que sigan simulando un proceso democrático, pero recurran a un gran elector, su patrón Claudio X junior, para que escoja candidato aparentando ser el ganador de su encuesta. Pero aunque traten de engañar y engañarse, para su desgracia, este hábito define su naturaleza autodestructiva.

Como dijo Mahatma Gandhi: “Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino”.

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