En solo 4 años México ha logrado conformar un nuevo perfil de su escenario económico, a partir de la aplicación de una estrategia efectiva de transformación en este rubro, que se lleva a cabo en función de algunos principios básicos.
El primero es la decisión de no contraer deuda adicional a la que ya se tenía en 2018, lo cual libera al gobierno en la obligación de tener que aplicar medidas dictadas desde el exterior para poder recibir préstamos, las cuales se orientan a favorecer el saqueo de las riquezas por parte de empresas extranjeras. En pocas palabras, esta decisión nos permite marcar nuestro propio camino en las decisiones económicas del Estado ganando soberanía y margen de acción.
Pero esta decisión no se ha quedado solo en no adquirir deuda adicional, sino que va más allá con la estrategia financiera de disminuir los montos de la que ya teníamos, por medio de conseguir dinero a tasas más baratas de las que pagábamos, a fin de liquidar préstamos que nos costaban más caros. En diciembre de 2018 la deuda pública era equivalente a 53% del Producto Interno Bruto del país; hoy ha bajado hasta un 46%.
El segundo fue la política de dejar de condonar o devolver impuestos a las grandes empresas y consorcios que llevaban décadas sin pagarlos, con lo que los ingresos de la hacienda pública se incrementaron en casi 2 billones de pesos que no se recibían antes, evitando así la necesidad de endeudarnos para pagar gastos del gobierno.
Adicionalmente, se clasificó la compraventa de facturas falsas como delito grave, que era una práctica común de las empresas de cualquier tamaño para evadir el pago de impuestos, además se está persiguiendo su práctica para evitarlo, lo que representa otro incremento relevante en los ingresos del gobierno.
El tercero fue la reconfiguración del presupuesto federal para disminuir drásticamente los montos que se asignan al gasto operativo del gobierno, que entró en una fase de austeridad rigurosa para gastar menos y para terminar con la corrupción de contratos amañados, reorientando fuertes cantidades de dinero para financiar los programas sociales que ahora llegan directamente a casi 11 millones de adultos mayores, otros 11 millones de estudiantes de todos los grados, casi 2 millones de discapacitados, madres o padres solteros, a 2 millones de jóvenes que no estudiaban o trabajaban y de apoyo al campo con el programa Sembrando Vida, con precios de garantía para los productos básicos, con la entrega de fertilizantes gratuitos, además de los apoyos económicos directos a 3 millones de pequeños productores y pescadores en todo el país.
Esto impulsó la economía a partir del consumo, porque casi todos los que reciben los apoyos los gastan en mercancías y servicios prácticamente de inmediato, beneficiando a las empresas que venden, distribuyen, fabrican e importan los productos o prestan los servicios.
Si a todo esto le sumamos el incremento enorme que ha tenido el envío de remesas de nuestros paisanos en Estados Unidos, el aumento de 70% en el salario mínimo y de una proporción importante en los salarios promedio, el desarrollo de grandes proyectos de infraestructura que dan trabajo a miles de empresas privadas, el alza relevante de la inversión extranjera y el impulso al comercio exterior a través del T-MEC, los mexicanos que tienen trabajo hoy son más de los que nunca antes lo tuvieron y el perfil económico de México es muy distinto al que tenía en 2018.
A pesar de que la pandemia tiró la economía e impidió su crecimiento en estos años, hoy casi 110 millones de mexicanos reciben por lo menos una pequeña parte del presupuesto federal por medio de los programas sociales, la pobreza laboral ha disminuido en más de 3%, la escandalosa desigualdad en los ingresos entre los habitantes también ha bajado en casi 3 puntos del Índice Gini y el promedio de lo que gana la mayoría de la población ya no es 18 veces menor a lo que reciben los más favorecidos, sino solo 16 veces. Este nuevo perfil más justo nos ha beneficiados a todos, pero por el bien de todos, primero los pobres.
Como dijo el libertador de América, Simón Bolivar: “La Justicia es la reina de las virtudes republicanas y con ella se sostienen la igualdad y la libertad”.