Monumento a la mediocridad
Por: Rafael Redondo
@redondo_ rafa
El destape de Xóchitl Gálvez como posible candidata a la presidencia de México, desde la oposición al gobierno actual, causa más dudas, y mofa, que certezas.
Xóchitl aparece ahora, como una mujer indígena, de origen humilde y que, ella misma dice, fue formada en el marxismo. Sin embargo, ha hecho presencia en el panorama político de México, desde un partido cuya génesis, está en la iglesia católica y creo, la iglesia católica no tiene muy buena relación con la ideología marxista.
Aquí, el problema principal, no son las habilidades personales de este personaje así que, no voy a centrarme en eso; además, ella misma se ha encargado de darlas a conocer, utilizando malos performances y escándalos en el Senado.
La pregunta que me surge es, ¿a quién representaría Xóchitl Gálvez?
Aunque ahora, ella se declara como no militante del PAN, lo cierto es que, sus puestos públicos los ha logrado gracias al PAN. Saltó a la política gracias a Fox y tiene una bancada panista. Además, nadie tiene dudas de que el principal bloque opositor comandado por Claudio X, pertenece a una ideología de derecha.
Mezclar al PRD con el PAN, ya nos plantea un mole de no muy buen sabor y, difícil de ubicar ideológicamente (quizá por eso siguen acumulando derrotas): ¿qué hace la ultraderecha panista con los supuestos progresistas del PRD?
Si esta mezcolanza ya representa carencia de entendimiento sobre política, sobre respeto a su propia ideología, carencia de congruencia y convicciones, ausencia de una postura honesta, sobre sus verdaderos intereses, un temor o vergüenza, de asumirse como personas que comulgan con la derecha o, aún peor, un intento de engañar a la gente sobre sus verdaderos intereses, creyendo que la sociedad es tonta. En cualquier caso, es un nivel elevado y evidente, de mediocridad.
Pero, tratar de disfrazar cínicamente, a una candidata, ya es el colmo y es, además, una traición a quienes ideológicamente, se identifican con la derecha. Nivel supremo de mediocridad.
En México, como en toda sociedad, existe la pluralidad de puntos de vista. Está claro que, en México, existe un sector inconforme con la izquierda y con el gobierno de López Obrador. Se me ocurren, los empresarios a los que no les gusta pagar impuestos, la clase media “aspiracionista”, atrapada entre su desprecio por la clase media, a la que realmente pertenecen y, su pretensión frustrada de colarse al grupo del 1%. También, están los adoradores de la meritocracia que, creen en las historias de superhéroes. Aquellos que piensan que, el bienestar es producto del esfuerzo individual y no reconocen que, entre líder y subordinados, existe una relación simbiótica. Sin empresario, no hay obreros; pero, sin obreros, el empresario no produciría y peor, no tendría clientes.
Está también, el sector católico recalcitrante, atrapado en su eterna lucha contra un comunismo inexistente y que, consideran que las mujeres sirven para tres cosas: para el catre, los hijos y para rezar y rechazan por infernal, a la diversidad sexual. También, tenemos a los grupos antisemitas que, sí existen en México. Están los grupos que detestan todo lo que huela a indígena que, también existen en México y, debemos decirlo, están también, aquellos que se han percatado de que esta administración ha tenido errores y, simplemente, los reprueban. Están, además, los que odian por odiar al presidente, sin ningún discurso lógico.
Es decir, existe un grupo que necesita ser representado.
¿A quién representa entonces una mujer, emanada de un partido católico, racista y elitista, definiéndose ella misma como, feminista, marxista, indígena y pobre?
La oposición parece no querer entender que los altos niveles de aprobación del presidente, rondando el 70%, no son cualquier cosa.
AMLO ha resistido al desgaste de un sexenio, a una pandemia, a un conflicto en Ucrania que, sigue poniendo en tensión los polos de poder del ajedrez internacional. Ha resistido los ataques de los medios convencionales que, se han dedicado a hacer mala publicidad. Y al paso del sexenio, en lugar de reducir su nivel de aprobación, la incrementó.
Los números de AMLO significan que, la mayoría de los mexicanos aprueban la gestión de López Obrador y que, conocen su historia como líder social. AMLO, no se hizo en un día, ni de la noche a la mañana. Se esforzó para convertir discurso en acciones y creo, el corazón de la aprobación del presidente, no reside en las pensiones, no es un asunto de dinero como ingenuamente vocifera la oposición, tan corta de inteligencia.
AMLO y el obradorismo, le han dado algo más valioso a la sociedad mexicana: dignidad a un pueblo fuerte, pero, con un profundo complejo de inferioridad originado en la conquista. Dignidad a los más vulnerables quiénes, hoy, se sienten representados. Aquellos adoradores del dinero, difícilmente entenderán el enorme valor de la dignidad.
Escuché a una simpatizante del AMLO, entrevistada en el Zócalo durante una de las apariciones del presidente que, supo describir muy bien el significado del obradorismo: ella mencionó que venía desde Cancún y allá, se dedicaba a vender artesanías. Cada vez que llegaba un “gringo” a regatear sus precios, ella, dijo, agachaba la cabeza, y aceptaba. Pero, dijo, desde que vio cómo el presidente se impone ante los Estados Unidos, defendiendo nuestra soberanía, ahora, ella, con respeto, defiende los precios de sus artesanías. “Si AMLO lo hace siendo presidente” dijo ella, “¿por qué no voy a defender mis precios si no somos inferiores a los “gringos”?”.
Eso es el obradorismo y no va a ser un escándalo insignificante frente a Palacio Nacional, protagonizado por Xóchitl Gálvez el que, así de fácil, se va a apropiar de un capital político logrado con décadas de trabajo y, sobre todo, congruencia.
Ese discurso de la mujer, pobre, indígena y marxista, ya tiene propietario.
Xóchitl, está representando la bandera del PAN, de la derecha y ultraderecha mexicanas, le guste, o no le guste.
Recordemos los orígenes de este partido, para saber dónde ponemos a Xóchitl Gálvez, dentro del panorama político o, si le creemos su discurso:
El periódico La Reacción (1938- 1942), era una publicación que, veía en el fascismo y especialmente en Hitler, un mejor futuro para las sociedades. También, veía en los Camisas Doradas o Acción Revolucionaria Mexicanista que, era un grupo paramilitar y fascista antisemita, la salvación de México.
Esta publicación, anti cardenista, anti lombardista y anticomunista, en el que escribían personajes como, Nemesio García Naranjo, defensor de las petroleras estadounidenses que, operaban en México en ese momento. El pintor Gerardo Murillo, mejor conocido como, el Dr Atl, militante de la ultraderecha. Alfonso Junco, representante de la ultraderecha regiomontana y escribía también, Manuel Gómez Morín, padre fundador del PAN quien, cuando se convirtió en rector de la UNAM, luchó por la libertad de cátedra, pero, para poder impartir temas religiosos en las aulas.
Gómez Morín, formó parte de los movimientos fascistas de México. Viajó a España y se maravilló con el franquismo, logrando imprimir estas ideas nada menos que, en La Declaración de Principios del PAN.
En 2003, el periodista Álvaro Delgado, cuenta la historia del Yunque, una sociedad secreta católica que, describe Delgado, como un grupo con ideología cristera, caracterizada por las teorías de la conspiración contra la iglesia católica y que, surge en los años 50 del siglo XX.
Fue hasta el año 2000 que esta sociedad secreta aparece públicamente y que, además, obtiene cargos públicos cuando llega a Fox a la presidencia; es decir, dentro del PAN, hay una línea directa con la jerarquía católica, el catolicismo más fanático como los cristeros y, el partido tiene en sus principios fundacionales, una ideología fascista.
¿Cuál es la metodología fascista?
Asumir un lenguaje de izquierda a favor de las masas, pero, para proteger los intereses de los grandes capitales, con la venia de la iglesia católica. ¡Me suena a Xóchitl Gálvez!
Entonces, si el discurso de izquierda ya tiene propietario, está en la presidencia y tiene niveles de aprobación sorprendentes; pero, existe un sector inconforme, mucho menores en número, pero existen y son mexicanos también; ellos, necesitan un discurso de derecha que complazca sus intereses: a los grandes capitales, a la iglesia católica, a aquellos que ven en las mujeres a un mueble y a los gays o trans al demonio; a los que les gustan los indígenas, pero, para el souvenir o para el folklore; porque, en la vida real, los ven como seres inferiores. Y también necesitan representación aquellos que, odian por odiar, al presidente.
Xóchitl Gálvez, no está ni con Dios, ni con el diablo, pese a los esfuerzos de los medios de comunicación que, están tratando de inflar un globo ya pinchado.
Esta señora está, justamente por su pobreza de convicciones y ambición desmedida, siendo utilizada por una oposición pequeña en número, pero, rica en desesperación. Una oposición cegada ante la realidad, dando un traspié tras otro, evidenciando una vez más, sus enormes carencias en ideología, convicciones, compromiso con el país.
Una oposición timorata que, se resiste a quitarse la máscara, a asumirse como de ultraderecha. Esta oposición, sigue tratando a la sociedad como estúpida y eso les impide llegar a la autocrítica. La oposición de Claudio, al considerar a Xóchitl como candidata, está haciendo una mala mercadotecnia y la política genuina, está lejos de la mercadotecnia. La oposición con Xóchitl, está levantando un monumento a su evidente y descomunal mediocridad.