Por: Jorge Barrientos
En el pasado, muchas culturas, reinos o tribus -con el esfuerzo o riqueza reunida por toda la comunidad- enviaban a los hijos jóvenes a instruirse a otras ciudades o países para obtener conocimientos que en sus tierras no tenían y regresaran a aplicarlos a sus lugares de origen, con el fin de mejorar la vida de su gente.
Bajo ese principio se constituyeron en México, como en muchos otros países, becas para estudiar en institutos con reconocimiento internacional, pagadas en su totalidad por el país. Sin embargo, lo que para muchos Estados fue una palanca de desarrollo para el nuestro fue más como enviar a aprendices del infierno para que regresaran siendo demonios.
Desde Salinas de Gortari hasta Luis Videgaray, la lista es interminable. Jóvenes brillantes algunos, simples “Juniors“otros, lograron que México les pagara becas en las mejores instituciones del extranjero gracias a las relaciones de sus padres en las cumbres políticas, solo para venir a hundir al país en una de sus más profundas crisis. Harvard, Yale, Princeton, MIT, la Universidad Turín, la de Economía de Londres, y Stanford, entre otras, deberían de ofrecer disculpas por el nivel moral de sus egresados.
Ahí estaban los Salinas, Calderón, Lozoya, Castañeda, Meade, Reyes Heroles, Videgaray, Córdova, Silva Herzog, Krauze; la lista es larga. En distintas épocas algunos, contemporáneos otros, todos o casi todos estudiaron en el extranjero a expensas de los impuestos que usted y yo pagamos. Ellos gozaron de las virtudes de la educación de excelencia gracias al esfuerzo que su país hacía para que sus hijos aprendieran de los mejores, con el objetivo de regresar y aplicar sus conocimientos para ayudar a sacar adelante al país; a sus paisanos a salir de la pobreza. Esos quienes, con los impuestos a sus salarios de hambre, ayudaban a que se prepararan.
Pero no. Ellos, como hijos de políticos que se sentían hechos a sí mismos nunca iban a entender la responsabilidad que tenían con su país. Desde su perspectiva, no le debían esas ventajas a nadie más que a sus padres, aunque esas becas las hubieran conseguido gracias a sus puestos como funcionarios o que sus riquezas hayan sido producto de la corrupción en el área donde se desarrollaban. Políticos, escritores, industriales, si su riqueza se debía a lo que hayan robado no eran más que “usos y costumbres”, como dijo Castañeda acerca de la corrupción en SEDESOL, así es como lo ven, como los educaron. Mientras a uno lo metían a la cárcel por tomar un mendrugo de pan debido al hambre, ellos, en sus mesas de caoba con vajilla de porcelana fina y cubiertos de plata, escuchaban de los negocios y de los porcentajes que sus padres iban a recibir por haber firmado un contrato o por no sacar la nota oscura de algún funcionario público.
Hay otros casos de los que poco se sabe. Diputados, Senadores o funcionarios estatales de medio pelo que, con becas completas, se han llevado a la esposa, los hijos y hasta personal de ayuda al extranjero solo para aprender idiomas.Sí, así como lo escucha: México ha pagado la beca a familias completas para vivir de dos hasta cuatro años en el extranjero con el único propósito de estudiar otra lengua. Esas oportunidades no fueron diseñadas para tales personajes; en un principio se justificaron con el ideal de enviar a jóvenes. Sin embargo, los funcionarios vieron la oportunidad y para qué enviar a una banda de chamacos que no saben qué quieren en la vida, si podían ir ellos que ya mucho servicio habían dado a México. Imagínese usted cuántos jóvenes hubieran podido ir a Francia con lo que se gastó en un funcionario, su esposa, hijos, servicio, departamento y automóvil, solo para que este zángano, que nada aporta al país, aprendiera un idioma.
Algunos ni siquiera tuvieron que ir al extranjero, su intelecto no les alcanzaba ni para eso. Mas no era necesario pues las relaciones bastaban, y para muestra, está Peña Nieto. Estos bodrios regresaron para convertirse en la vergüenza de sus padres unos; otros, en el orgullo de los más cínicos. De lo que no hay duda es que sus conocimientos los aplicaron para “joder a México”, Peña dixit. Todos fueron beneficiados, el único perdedor ha sido México. Ojalá tan solo fuera dinero, pero nos estaban robando hasta la esperanza.
¡Traidores!
Y a los extraterrestres, primero investiguen, después opinan.