La neoliberalización del agua forma parte de los procesos de desposesión de los recursos naturales. La ley de aguas nacionales que decretó Salinas de Gortari en 1992, debilitó los mecanismos de control del Estado establecidos en el artículo 27 de la Constitución de 1917, que daban pertenencia de este bien común a toda la población. La Ley promovió un concesionamiento “masivo” de usuarios de carácter privado, lo que ha permitido el acaparamiento de enormes volúmenes de agua en manos de unos cuantos.
En el estudio realizado por Wilfrido Gómez Arias y Andrea Moctezuma a partir de los datos inscritos en el Registro Público de Derechos de Agua, al que nombraron como “Los Millonarios del Agua”, se revela que la Conagua ha otorgado un total de 514,684 títulos y permisos de aguas nacionales, así como de sus bienes públicos inherentes, repartidos entre 361,600 usuarios, ya sea para el aprovechamiento de las aguas nacionales, la ocupación de terrenos en zonas federales, las descargas de aguas residuales o cualquiera de estas combinaciones.
Al amparo de esta ley de corte extractivo, Conagua ha concesionado la explotación de 59 billones de metros cúbicos de agua al año, de los cuales el 22.3%, que son 13.2 billones, se han entregado a manos privadas de grandes depredadores, de los cuales 3,304 son personas físicas o morales; 966 son empresas como eléctricas, cerveceras, acereras, agroindustrias, mineras, papeleras, automotrices, embotelladoras y otras. Dentro de este paquete de regalo para los depredadores, 1,537 son personas físicas que sirven de prestanombres a las empresas y otras 801 son asociaciones civiles que sirven para los mismos propósitos.
En resumen el 1.1% de los usuarios explota una quinta parte de toda el agua concesionada del país. Lo peor del caso es que la mayoría lo hace en acuíferos sobrexplotados, es decir, donde existe en menor cantidad en relación con lo que explotan y donde tarda más en reponerse el manto acuífero. De los 656 acuíferos que existen en el país, 115 están sobrexplotados. Los grandes depredadores de agua tienen presencia en 99 de ellos, explotando la tercera parte del agua donde menos hay.
Mientras cada uno de estos 3,304 depredadores usa casi 4 millones de metros cúbicos de agua anualmente, cada uno de los otros 292 mil concesionarios utiliza solo 157 mil metros cúbicos por año; es decir, 25 veces menos de lo que usa cada gran depredador en promedio.
Como podernos imaginarnos, muchos de los grandes depredadores del agua, son empresas que además se roban la luz por medio de contratos de autoabasto, que de paso tampoco pagaban sus impuestos. Muchos de ellos son ampliamente conocidos, como grupo FEMSA concesionario de Coca Cola, Kimberly Clark del empresario corrupto Claudio X González, los bancos que tramitaron concesiones para especular con el agua o las empresas de los Tricio dueños de grupo Lala.
Este último caso es especialmente grave, porque ese grupo se ha dedicado a sobrexplotar los mantos acuíferos de la región de La Laguna, lo cual ha obligado a que se tenga que extraer el agua que consume la población de pozos profundos, que están contaminados con arsénico, que provocan enfermedades graves en los habitantes de la región y muertes, sin que la empresa reaccione para revertir esta situación; ellos simplemente continúan haciendo negocio.
Sin bien el gobierno federal ya está empezando a construir una gran planta de purificación en esa zona del país, para que la población tenga agua limpia para beber y la gente deje de morirse mientras Lala percibe grandes beneficios económicos. Pero esto no resuelve el problema ni ahí ni en ningún otro acuífero del país sobrexplotado por estas empresas inconscientes, que destruyen el medio ambiente y acaban con los recursos naturales que son de todos. Además habrá que reformar la ley nacional de aguas antes de que con la participación y apoyo de los traidores a la patria que trabajan dentro de la oposición en el Congreso, nos dejen completamente secos.
Como dijo el economista francés Frédéric Bastiat: “Hay gente que cree que el saqueo pierde toda su inmoralidad tan pronto se legaliza. Personalmente no puedo imaginarme una situación más alarmante”.