La violencia en las marchas contra la violencia
El fin de semana pasado, se dieron dos eventos importantes en la Ciudad de México. Dos marchas ciudadanas.
Para hablar de ellas, debemos tener presente un aspecto, que no deberemos perder de vista, a lo largo de la presente nota de opinión:
La manifestación es, para quienes la organizan y participan en ella, UN FIN.
En cambio, para quienes la utilizan o se oponen a la misma, UN MEDIO.
Este tipo de eventos, no nacen de la noche a la mañana. Implican trabajo, esfuerzo y compromiso.
En casos tan importantes como el de la marcha en contra de la violencia hacia las mujeres y el feminicidio, hay toda una labor de convocatoria, coordinación, promoción y operación, que se pone en marcha desde el primer momento.
No es la primera manifestación convocada por mujeres, para defender sus derechos ante alguna autoridad.
En el acto del que hablamos, el motivo fue mucho más importante. La protesta estuvo centrada en la inseguridad que viven las mujeres a diario. El feminicidio es un crimen inaceptable, que paradójicamente se ha convertido en una situación cotidiana. Las mujeres son agredidas de manera continua, violentadas y asesinadas, sin que en muchos casos se dé con los criminales, o se vuelva a saber de ellas.
El problema existe en todo el país, destacando por el número de víctimas reportadas, el Estado de México. La Capital de la nación, ha registrado un incremento en este tipo de crímenes desde la administración pasada. El gobierno de Miguel Angel Mancera fue desastroso en todos aspectos, pero donde el deterioro fue más notable, fue en el área de seguridad pública.
Es intolerable la situación y los grupos feministas hacen bien en manifestar su inconformidad y solicitar medidas de protección efectivas para las mujeres.
Para quienes prepararon la marcha, para quienes desfilaron, gritaron y manifestaron su inconformidad, el fin era ese.
Pero dentro de la marcha, haciéndose pasar por integrantes de esos colectivos que defienden con plena convicción los derechos y la vida de las mujeres, se han ido integrando personajes que no buscan una reivindicación real sobre dichas situaciones.
Hay gente que participa en los actos, defendiendo banderas distintas a las señaladas. Personajes de la vida política del país, que tienen una agenda personal y de partido, que intentan impulsar en cualquier evento público.
En esta manifestación, la presencia de infiltrados que intentaron utilizar el acto, para conseguir alguna ventaja de tipo político, fue evidente.
No en un primer momento, cuando solo se registraron las agresiones
que sufrieron reporteros y ciudadanos que asistieron a la manifestación, o pasaron por la ruta que seguía la misma.
Parecía que la indignación de los contingentes femeninos era tanta, que se desbordaba en violencia incontrolada. Fue golpeado severamente un periodista y en menor medida, otras personas.
Se incendiaron objetos, se destruyó mobiliario público, entre otras cosas.
En ese primer momento, la culpa recayó íntegramente en la totalidad de las manifestantes. Conforme fue pasando el tiempo, se pudo constatar que gente ligada al panismo y al perredismo, fue la causante de los desmanes registrados.
Una diputada “independiente” que participó por la Alianza formada por el PAN-PRD-Movimiento Ciudadano, aparece en gráficas y videos, al lado de los grupos radicales que agredieron a participantes y ciudadanos ajenos a la manifestación. Incluso está el video donde ella misma habla de “agresiones de los granaderos” que nunca existieron (como no existe ya el citado cuerpo de granaderos), con la intención de exacerbar los ánimos y propiciar situaciones de violencia.
Después, se identificó al agresor del periodista Juan Manuel Jiménez, del medio ADN40, como un integrante de los grupos violentos del PRD en la capital. “El Karim”, ha participado anteriormente en actos similares, con la intención de provocar violencia y alterar el orden en mítines y manifestaciones de otras fuerzas políticas.
Esta gente, de posición política conservadora, no tiene interés real en los fines que persiguen quienes por convicción real protestan. Para ellos, la manifestación es un medio solamente. Un medio que utilizan para alcanzar sus fines reales: la lucha por el poder político.
En el caso de la segunda manifestación registrada el fin de semana, la situación fue distinta.
El contingente que protestó por la evidente corrupción que impera en el Poder Judicial, fue menos nutrido, pero eso no significa que su planteamiento carezca de respaldo social. Simplemente, el temor de nuevos actos de violencia provocados por los infiltrados del día anterior, disminuyó la asistencia.
Hay reportes sobre gente que intentó unirse a la marcha, con la clara intención se reventar el evento. Los mismos participantes a la manifestación, no les permitieron el ingreso al grupo.
La garantía de libre expresión, ha sido ratificada en varias ocasiones por el presidente López Obrador. Una marcha es un derecho, no una concesión.
Y parece que la mayoría de la gente lo entiende así. La sociedad se manifiesta por regla general, por fines legítimos. Por situaciones sociales, laborales o de derechos, que siente que no están siendo atendidas correctamente.
Lo que no puede admitirse, es la presencia de los grupos de choque, que se infiltran para presentar a quienes se manifiestan, como gente violenta a la que hay que reprimir por la fuerza.
Porque ése era el fin de los infiltrados. Provocar, valdalizar, agredir en todas las formas posibles, para que los cuerpos de seguridad pública entraran a reprimir.
Su intención era crear un clima de violencia generalizada. Las consecuencias de su conducta era lo menos importante.
Es deplorable la actitud mostrada por la diputada conservadora Ana Lucía Riojas Martínez, hablando en un video de agresiones inexistentes de un cuerpo de granaderos. Probablemente no está enterada de que los granaderos desaparecieron como fuerza represora, desde el inicio de la presente administración morenista.
Las dos manifestaciones fueron legítimas en sus demandas, pero una se contaminó, al ser secuestrado su propósito por quienes tienen interés político para debilitar al gobierno de la Cuarta Transformación.
Quien no lo vea así, puede comprobar cómo todos los medios conservadores dieron el mismo enfoque al asunto, llamando violenta a la manifestación que reclama garantías para las mujeres, sin señalar que existieron grupos infiltrados en esa marcha.
Quienes se manifiestan, lo hacen por un fin claro y justo.
Los infiltrados, usan ese fin como medio, para sacar provecho particular en forma por demás criminal y deshonesta.
Las manifestaciones deben continuar, con garantías plenas.
Los agentes violentos infiltrados, deben desaparecer totalmente.
Malthus Gamba