Postigo
Por José García Sánchez
@Josangasa3
Provocados por las derrotas electorales en América Latina e impulsados por la defensa de sus intereses la cumbre fascista Conferencia de Acción Política Conservadora, llega a México con la percepción de ser la sede del imperio progresista de la región.
La derecha simplista y la ultraderecha pragmática consideran que detener el avance de la democracia desde nuestro país serviría de dique de contención de esa enfermedad pandémica que siguen llamando socialismo desde su perspectiva decimonónica y su maniqueísmo añejo, producto de su visión revisionista de la historia contemporánea, pero sobre todo de su visión fanática que les distorsiona toda percepción de la realidad.
Envalentonada la ultraderecha y la derecha iracunda ven que la mancha democrática en América Latina tiene más líderes que organización social, es por ello que llegan a México para sentar sus reales y crear una fuerza que vaya penetrando como la humedad hacia el sur del continente. Cuentan para ello con el respaldo de un empresariado resentido y una iglesia beligerante ansiosa de entrar al campo de batalla política a cualquier precio.
La aparente ingenuidad de la ultraderecha no debe menospreciarse, menos aun cuando han escogido México como puente para derrotar, a sangre y fuego, lo que ellos llaman el avance hacia el socialismo. Han vivido y vivido bien, con la amenaza permanente del fantasma del comunismo que hasta a ellos les estorba mencionarlo como herramienta de guerra. Ya ni mediáticamente el comunismo les funciona. Sólo infunden terror en una parte de la clase media poco ilustrada y con un individualismo tan exacerbado que no tiene contacto con la realidad como pudimos observarlos en la marcha en defensa del INE del 13 de noviembre.
Si bien la Conferencia de Acción Política Conservadora, así como sus ideas, tienen más pasado que futuro, el peligro radica en la mutación que los modernice y su política pueda permear en esa clase media que puede extenderse en círculos socioeconómicos cercanos a sus entornos. Pero también debe advertirse sobre una ultraderecha que al contar con el poder económico, regrese al pasado por el camino de la violencia. La Iglesia en México está dispuesta a todo con tal de rescatar sus privilegios, influir en la educación y adoctrinar a los jóvenes para convertirlos en soldados de la fe, cuando en realidad serían peones del neoesclavismo.
Aunque la Iglesia se ha deteriorado a sí misma, existe la posibilidad de un renacimiento con ayuda de empresarios y fanáticos obsesionados por figuras como Hitler, Mussolini y Franco. Cuyos pensamientos empiezan a hacer efecto en Europa, ya en Italia el poder lo posee Giorgia Meloni, de la coalición ultraderechista integrada por Hermanos de Italia, Liga y Forza Italia. La Liga, por ejemplo, tiene proyectos muy concretos que en pleno Siglo XXI, que parecerían propios de la Edad Media, como el hecho de que ofrece 20,000 euros a las parejas, menores de 35 años, que se casen pero, sólo por el ritual católico, a causa del crecimiento de los matrimonios unidos únicamente por lo civil.
También en Italia, la nieta del dictador italiano Benito Mussolini, Alessandra, ocupará un espacio en el Parlamento Europeo, sin duda grandes victorias para una ultraderecha que se consideraba a sí misma agonizante.
Volviendo a México, una de las participantes en la Conferencia Conservadora, la exdiputada del Partido Encuentro Social y del PAN, Elsa Méndez, pidió a la derecha mexicana no temer anunciar candidatos que se confiesen abiertamente conservadores, recomendó no tener miedo.
Una de las conclusiones que arrojaron a los medios los conservadores es el hecho de considerar al PAN, como “derecha cobarde” por no representar la esencia del conservadurismo. Estamos hablando de prácticas que representan un verdadero viaje a través del túnel del tiempo y un retroceso de siglos.
México puede tener un liderazgo en América Latina respecto al desarrollo, medidas rígidas para evitar alza de impuestos y nuevos créditos, pero como líder de las izquierdas que gobiernan esta parte del continente, como vanguardia ideológica, el liderazgo está más al sur, precisamente donde surgió la gran sorpresa reciente que les motivó a unirse a pesar de sus diferencias: Colombia.
Pudo observarse en las conferencias que a pesar de que aparecieron personajes con pensamiento uniforme, con ideas similares, con objetivos igualmente extravagantes, y proyectos parecidos, el origen de corrientes políticas de los conferencistas nunca había sido tan diverso y disperso. Ahora, han dejado de repelerse dentro de la derecha y la ultraderecha, y es ahí donde radica el mayor peligro. Se perdieron el asco entre los fascistas para poder combatir.
Si América Latina no se une en cuestiones económicas y políticas, con moneda común, bancos regionales, foros internacionales compartidos, apertura de fronteras, es decir, en términos reales y no sólo en el discurso, se corre el peligro de un regreso al pasado, a través de una invasión de ultraderecha que bien puede no contar con la voluntad de la mayoría de las sociedades latinoamericanas, pero sí con la manera de convencerlas a través de la religión, la educación y los medios.