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LA TREMENDA Y CORRUPTA CORTE
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LA TREMENDA Y CORRUPTA CORTE

Nunca habíamos visto que un ministro de la Suprema Corte de Justicia, asumiera el cargo de presidente de la misma, en forma tan lamentable como lo ha hecho Norma Piña.


Y esto no tiene que ver con el hecho de que sea la primera mujer que tiene a su cargo esa responsabilidad, sino a su falta de tacto y capacidad para entender que el puesto que ocupa, no le da privilegios, ni la coloca por encima de los representantes de los otros dos Poderes de la Unión. Principalmente del presidente de la república, que ha llegado al cargo por el voto directo de millones de mexicanos y no por la decisión de seis de sus compañeros en la Corte, que votaron a su favor.
De por sí, es un hecho que su llegada está manchada por la campaña opositora para cerrarle el paso a toda costa, a la ministra Yasmín Esquivel, a quien se acusó de haber plagiado su tesis profesional, de manera mentirosa.
Esa ministra no convenía a los intereses reaccionarios que defienden Claudio X González y su gente. Ellos apostaron en todo momento por un titular de la Corte, con el perfil de Guillermo Ortíz Mena, o de la hoy presidenta Norma Piña. Gente con clara inclinación conservadora.
Lo primero que hace la hoy titular de la Suprema Corte, es reafirmar lo que ya había declarado en el pasado. Que a ella no le consta en lo personal, que haya corrupción en el conjunto de juzgadores que conforman el Poder Judicial. No hay jueces corruptos, según nos dice.
Esto mata toda intención sana para poner orden al interior de un Poder Judicial, que destila corrupción en buena parte de sus juzgados y tribunales.
Si tú señalas que no ves corrupción ahí, estas manifestando públicamente que no hay necesidad de cambio alguno y que las cosas se mantendrán inalterables durante tu periodo como autoridad máxima dentro del Poder Judicial.
En el evento conmemorativo a la Constitución de 1917 que nos rige hasta la fecha, celebrado el pasado 5 de febrero, Norma Piña hace su primer berrinche público, al permanecer sentada cuando ingresa al salón de conferencias, el presidente López Obrador. Es el único funcionario público que hace eso. Y no se trata aquí de que se lleve bien o mal con López Obrador. Se trata del respeto que se guarda a la investidura presidencial, según el protocolo oficial.
Decir que no hay corrupción en juzgados y tribunales y mostrar una soberbia y falta de tacto político en sus primeras apariciones en público, han hecho que una buena parte de los ciudadanos en el país, vuelvan sus ojos en dirección a la estructura del Poder Judicial, para condenar en forma clara, una mentira evidente y una conducta reprobable en quien se supone, debe ser imagen del impartidor de justicia imparcial, sobrio y respetuoso.
La corrupción al interior del Poder Judicial, es evidente para todo ciudadano que haya tenido la desgracia de verse frente al juez de quien depende su causa, sin contar con el dinero suficiente para conseguir que el fallo del juzgador, salga a su favor.
Porque en México, la justicia se vende al mejor postor, en la mayoría de los casos. Son raros los jueces y magistrados que actúan con imparcialidad, sentenciando en base a la Justicia y no considerando primeramente, el contenido de la cartera que se les pone en frente.
Urge una Reforma completa en la estructura del Poder Judicial.
Por el máximo tribunal, han pasado personajes impresentables, como Mariano Azuela, quien respaldo el desafuero del hoy presidente López Obrador, o Eduardo Medina Mora, quien renunció al cargo hace poco, aduciendo problemas personales, cuando en realidad sentía que podía ser acusado por complicidad, en al caso de la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa.
Y es precisamente una jurisprudencia nacida de una sentencia definitiva, otorgada por Medina Mora, la que pone de manifiesto el día de hoy, lo podrido que se encuentra el Poder Judicial, desde el máximo tribunal del país.


Las investigaciones que se siguen en México, sobre actos de corrupción perpetrados por el grupo cercano a Genaro García Luna, donde hay familiares, amigos y excolaboradores, alcanza a su mano derecha en la Secretaría de Seguridad Pública. Luis Cárdenas Palomino.
A este personaje, se le congelan cuentas bancarias, al ser detectados movimientos que pueden calificarse como de enriquecimiento inexplicable y lavado de dinero.


La defensa de Cárdenas Palomino promueve un amparo para liberar el dinero de esas cuentas y hoy nos enteramos en la Conferencia Mañanera del presidente López Obrador, en voz de Pablo Gómez, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, que un tribunal otorga absurda, pero legalmente, el amparo, en base a la jurisprudencia que nació con una sentencia de Medina Mora.


Esa sentencia puede resumirse de esta manera. La Unidad de Inteligencia Financiera puede poner en la lista de cuentas congeladas, unicamente a aquellas en donde exista petición de la autoridad nacional y otras provenientes de autoridades de otros países. En esas solicitudes debe aparecer necesariamente el nombre del titular de las cuentas.
Como bien pregunta Pablo Gómez: “¿Y dónde queda la soberanía nacional?”. “Yo no le voy a estar pidiendo a gobiernos de otros países, su intervención para congelar cuentas de personas que cometieron delitos en nuestro país”. “Si la Unidad de Inteligencia Financiera tiene elementos para congelar esas cuentas, ¿para qué necesita respaldo internacional. Ese criterio es malinchista?”.


Según la interpretación de Medina Mora, porque eso garantiza la “certeza jurídica” en estos casos. Y como en dos juicios posteriores, se sentenció en base al mismo criterio, se crea una jurisprudencia, que es aplicable en todos los casos futuros.
Esos criterios ofensivos al sentido común, a la Justicia y al Pueblo de México, son los que utiliza regularmente el aparato judicial del país, inclinado con total descaro, en favor de los intereses de políticos, empresarios e incluso criminales que acuden ante jueces y magistrados, no buscando se les brinde justicia. Ellos van con el claro propósito de que la Justicia se tuerza a su favor, pagando lo que cueste el fallo que se pone en venta.


Pablo Gómez lo señala con claridad: “Tengo que girar un oficio, por instrucción inapelable del Poder Judicial, solicitando se desbloqueen las cuentas de Cárdenas Palomino. ¿Y saben lo que va a pasar? Se desbloquean mañana y pasado mañana amanecerán en ceros”.
Decir que dentro del Poder Judicial todo marcha bien, es un chiste propio de “Tres Patines” en la clásica serie “La Tremenda Corte”.


Y ese criterio es el que sostiene en este momento Norma Piña, como presidenta de la Suprema Corte de Justicia der la Nación.


De ese tamaño es el problema que tiene México y el pueblo de México, con quines imparten justicia, de acuerdo a las posibilidades del mejor postor.
Así dejó la Justicia el neoliberalismo.

Malthus Gamba

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