El panorama político en México ha cambiado mucho.
Antes de la llegada de la Cuarta Transformación al poder, era común ver que cumplido el tercer año de gobierno del presidente en turno, el movimiento en las filas de los partidos políticos PAN y PRI, comenzaba a ser intenso.
Dentro del gabinete del presidente y entre el grupo de gobernadores con aspiraciones presidenciales, había actividad de todo tipo, apuntalada por notas y más notas en los medios de comunicación, que visibilizaban la contienda que se daba para ganar la anhelada candidatura.
Cualquier movimiento o señalamiento del presidente, era tomado como indicador de la preferencia o el rechazo del primer mandatario, hacia alguno de los aspirantes a sucederlo.
El dedo del presidente adquiría una relevancia histórica durante ese corto periodo de selección, pues a final de cuentas, era él quien decidía cuál de las opciones políticas que lo rodeaban, era la merecedora a relevarlo en el cargo.
Hoy, los partidos históricos que militan en la oposición, no solo están fuera de competencia, sin movimiento visible para posicionar perfiles atractivos a los ojos del votante. Su problema es más grave. No existen esos perfiles.
El desastre al interior de las fuerzas políticas de la derecha, es mayor de lo que muchos sospechan.
Las viejas caras de la corrupción abundan ahí. Lo mismo que las de aquellos que han sido señalados reiteradamente como “traidores a la Patria”, por haber preferido defender intereses de empresas extranjeras, a dar a los mexicanos la oportunidad de reformar la Constitución, para garantizar que el sector energético, esté mayoritariamente en manos de una empresa del sector público.
La etiqueta de “traidores a la Patria” ha pesado tanto en el prestigio de los políticos opositores, que se han visto obligados a recurrir al Instituto Nacional Electoral, solicitando que Morena tenga prohibido dirigirse a ellos de esa forma.
El PRI y el PAN no tienen un solo candidato atractivo a la gente. Sus dos mejores cartas, son los hijos de un expresidente y de un candidato priista asesinado hace años. Enrique de la Madrid y Luis Donaldo Colosio Riojas, respectivamente.
Dos perfiles sin mayor mérito. Poco conocidos por la gente. Sin historial relevante.
Por eso, el presidente López Obrador, al hablar sobre el tema de la sucesión presidencial en la conferencia mañanera de este día, señala que es preocupante la falta de políticos con estatura suficiente en el bando opositor, para presentar un candidato fuerte en la competencia presidencial del 2024.
Incluso, a manera de broma, aventuró que el bloque opositor podría llevar como candidatos, a personajes de la talla de Loret de Mola, Chumel Torres, Carmen Aristegui, Claudio X González, Denise Dresser, Diego Fernández, Marko Cortés, Alejandro Moreno, o Gabriel Quadri.
Si antes, la pelea en el PRI y en el PAN, era para escoger a uno, entre varios personajes con capacidad para representar dignamente al partido, ahora el problema es encontrar un solo político opositor que no esté tan quemado, como para significar apostarle a un perdedor anticipado.
Del lado de Morena, las cosas son distintas.
Hay candidatos bien perfilados en este momento, que ya se encuentran en precampaña.
Hoy, el presidente López Obrador tuvo que señalar una vez más, que la práctica del “destape”, o del “tapado”, es una herencia del pasado que no opera en nuestros días. El primer mandatario no va a elegir, a promover, o a proponer a uno de los aspirantes a la candidatura presidencial por Morena. Habrá piso parejo para todos y será decisión de los mexicanos elegir a la persona que competirá en 2024, por la presidencia del país.
Y para que la elección sea lo más democrática y transparente posible, sugiere que la candidatura se defina por el método de encuesta. Esa recomendación no va dirigida únicamente a Morena. Es algo que sería de utilidad al interior de las demás fuerzas políticas.
Lo que sí hizo el presidente López Obrador hoy temprano, fue destacar a tres figuras principales al interior de Morena, que ya han expresado su interés por participar en la contienda interna por la candidatura presidencial, o que son vistos con buenos ojos por la militancia y los simpatizantes del Partido.
Quienes han dicho que sí van, son Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard.
Adán Augusto López, Secretario de Gobernación, ha señalado que en este momento, su compromiso es con el presidente y que no tiene en mente la sucesión presidencial entre sus prioridades. Sin embargo, hay una corriente fuerte que ve en él al perfil idóneo para competir y llegar como reemplazo del hoy presidente López Obrador.
A estos tres políticos de carrera, con trayectoria y formación sólidas, dedicó el presidente palabras de reconocimiento.
Habló de Marcelo Ebrard como el compañero de lucha, con el que compitió en el pasado, precisamente por una candidatura presidencial. Recordó la manera democrática en que Marcelo reconoció el triunfo del hoy presidente, no obstante que el margen de votos entre uno y otro, era mínimo. De su honestidad al no dejarse convencer por las voces que le aconsejaban desconocer el resultado de la encuesta.
De Claudia Sheinbaum, a quién conoce desde hace bastante tiempo, dijo que hace un trabajo excelente, al frente del Gobierno de la Ciudad de México. Que es una funcionaria pública sumamente preparada.
Y de Adán Augusto López Hernández, recalcó lo que había dicho un día antes. Se trata de un apoyo importante dentro de su gabinete. Alguien confiable en quien puede descargar parte de la responsabilidad que tiene el gobierno, en lo que corresponde a política interior.
Tres perfiles de alta calidad, muy distintos a los políticos opositores que lo único que ofrecen es odio, retorno al periodo de la corrupción y la mentira permanente que intenta atrapar incautos.
Habrá otros políticos afines al proyecto de la Cuarta Transformación que aspiren también a la candidatura. Están en su derecho para competir por ella.
Habrá piso parejo para todos y será el pueblo quién decida.
Pero los tres políticos señalados, aparecen en todas las encuestas como punteros en la carrera por la candidatura de Morena.
La elección será en poco más de dos años. Pero la búsqueda de esa candidatura ya inició y solo Morena tiene perfiles sólidos que pueden arrasar en las urnas.
¿La oposición? Llena de corruptos, como siempre.
Y ahora que voten en contra de la Reforma Electoral, pondrán el último clavo en su ataúd.
Están garantizados seis años más de Cuarta Transformación.
No hay nubes a la vista.
Malthus Gamba