La “recesión técnica” y los “desencantados”, también hay humor en la 4T
La palabra clave que define a todos los que, de una forma u otra, han hablado desfavorablemente del gobierno de la Cuarta Transformación, es una: PROBABILIDAD.
La gente de la derecha, apoyada por sus periodistas, analistas nacionales y empresas calificadoras extranjeras, han hablado incansablemente de recesión económica en el país.
Al no poder decir que ésta es visible para el ciudadano común, deben hablar, aún a su pesar, de una “probabilidad” de que esto suceda.
La recesión técnica se refiere a eso. En lenguaje común, significa que “técnicamente” existen algunos elementos que en el futuro podrían ser factores de recesión.
Esos elementos son muy vagos y no constituyen por sí mismos, riesgo alguno.
Que los conservadores traten de desacreditar al gobierno del cambio, no debe asombrarnos. Lo preocupante sería que se mantuvieran quietos, sin dar señales de vida.
El trabajo de la reacción, es precisamente entorpecer el camino que conduzca al cambio sano, que les impida seguir aprovechándose de los recursos públicos.
¿Pero qué pasa con esos personajes que iniciaron apoyando fuerte al presidente López Obrador y hoy se dicen decepcionados, críticos de sus políticas públicas, o enemigos de una Cuarta Transformación que ya no entienden?
No hablemos de los casos menos importantes, como los de Susana Zavaleta, Patricia Navidad, o Gael García. Desde el inicio se sabía que estos personajes responden más a sus estados de ánimo y preocupaciones del momento, que a una formación política sólida.
Veamos las situaciones más destacadas.
Carlos Urzúa fue por pocos meses secretario de Hacienda. En una carta dirigida al presidente y en declaraciones a distintos medios de comunicación, señala una serie de situaciones personales, que lo conducen a salir del gabinete presidencial.
Acusa a Alfonso Romo de conflicto de intereses y agrega que nunca fueron escuchadas sus opiniones, en cuanto al manejo de la hacienda pública.
Su intención personal, era concluir el aeropuerto en Texcoco, e impedir la construcción de la refinería en Dos Bocas y el Tren Maya en el sur del país.
López Obrador jamás aceptó esas recomendaciones por una sencilla razón. Desde hace años, ha luchado por echar a andar estos proyectos, para beneficio de México. ¿Carlos Urzúa ignoraba esto, cuando aceptó el encargo en Hacienda? No.
Lo último que nos dice Urzúa, es que la Cuarta Transformación, tiene PROBABILIDAD de caer en recesión, si no se siguen sus recomendaciones neoliberales.
No hay nubes grises en el cielo. Por eso tiene que hablar de “probabilidad” antes de irse a trabajar con su gran amigo José Antonio Fernández Carvajal (El Diablo), presidente de grupo FEMSA y enemigo declarado de Alfonso Romo.
Lo mismo sucede con Germán Martínez, que sale de la dirección del Seguro Social. Le impiden licitar los medicamentos que requiere el instituto y se molesta. Presenta su renuncia y vaticina un PROBLABLE desabasto en medicinas y la PROBABLE muerte de pacientes, por falta de atención adecuada.
Nada de esto ha sucedido.
Uno de los casos más emblemáticos sobre este tema, lo ha protagonizado el comentarista (no puede ser considerado analista), Hernán Gómez Bruera.
En varias ocasiones, ha señalado supuestas faltas que cometen integrantes del equipo del presidente. Incluso, ha criticado a López Obrador, por “no saber procesar la crítica opositora” o por la posición de México, respecto a los problemas que suceden en Venezuela.
John Ackerman lo puso en su lugar en un debate público, que moderó en su momento, Julio Hernández “Astillero”. Ahí, lo llamaron promotor del golpismo en Venezuela y la única respuesta que se le ocurrió a Hernán, fue cambiar el tema y señalar supuestas faltas cometidas por la esposa de John, Irma Eréndira Sandoval. Un golpe bajo y fuera de lugar.
Desde hace días, Hernán defiende en estricto derecho a su libertad de expresión, la posición de Carlos Urzúa en contra de Alfonso Romo.
Habla de las PROBABLES consecuencias que pueden derivarse, de los PROBABLES conflictos de intereses de Romo, tal y como lo señala Urzúa, quien también agrega al final de su dicho: “nada me consta”.
Lo grave de este asunto es que, ante las críticas que desataron en redes sociales, los comentarios de Hernán, este personaje se lanza sobre quienes defienden la conducta, estrategia y acciones del presidente López Obrador y su gabinete.
Hernán sube este tuit en respuesta:
“Con la novedad de que para un sector del obradorismo religioso –ese para el que la misa mañanera está por encima del proyecto de nación y los propios valores de la 4T– crítica es igual a traición. Así de dogmática, delirante, enajenada y sectaria su visión del mundo.”
Hernán insulta a un sector social, que ha manifestado en reiteradas ocasiones, que apoya a López Obrador, porque tiene plena confianza en él.
Lo saben honesto, intachable y con una preocupación manifiesta por aplicar políticas públicas que favorezcan a los que menos tienen.
Esa gente votó el primero de julio anterior, por un cambio. Sabe que el camino no es fácil, pero confía en que las decisiones de López Obrador, abran la puerta a la paz y el progreso y den salida definitiva a la corrupción y la violencia.
Los cuestionables comentarios de Hernán, no coinciden con la visión de cambio de un buen número de ciudadanos, no necesariamente militantes de Morena.
Hernán apela al argumento de que su crítica es válida; y tiene razón. Pero también es válida la posición de los ciudadanos que no están conformes con sus apreciaciones personales.
Y Hernán sabe muy bien, cómo responden las redes sociales.
La conclusión sobre este asunto es, en mi opinión una.
Hay un fuerte sector social (que no necesariamente está dentro de Morena), que apoya toda decisión del presidente.
Tuvieron confianza total en López Obrador el primero de julio pasado y no piensan perderla por mucho que intenten hacerlos dudar.
Hay otro pequeño sector desencantado, que, al parecer, no entiende las razones del cambio. No quiere a determinados personajes y anuncia PROBABLES fallas en la Cuarta Transformación, por motivos secundarios.
Los primeros, van por la Transformación de México y dejan trabajar al presidente y a su equipo.
Los segundos, se fijan en el detalle y muestran desencanto, o genuina oposición al cambio.
Los primeros son de carácter bien definido.
Los segundos, o son conservadores declarados, o débiles de carácter, que unas veces dicen sí, en otras ocasiones señalan faltas PROBABLES.
Que cada quien se forme en la fila que mejor responda a sus intereses.
Malthus Gamba